Fermín Gassol Peco.- «Cuando vayas a dar una limosna a alguien que te la pide en la calle, aunque se la des con toda la bondad y libertad de tu conciencia y de tu corazón, piénsalo bien, quizá puedas estar contribuyendo sin saberlo a que esa persona permanezca un día más en ella…quien sabe si para siempre”.
Estas líneas contienen reflexiones que encierran cierta dureza, tanta como las heladoras noches que estamos padeciendo; también mucho cariño, pero sobre todo y ante todo que están escritas para pedir algo de compromiso por parte de todos. Hoy no se trata de escribir con más o menos acierto, sino de intentar concienciar con todo el respeto hacia ustedes y sus conciencias, sobre aquellos a los que me refiero y hacer pensar en un acto siempre generoso y altruista así como sobre la transcendencia que puede tener para el futuro en las vidas de sus destinatarios.
Quiero referirme a las personas que piden en la calle, a esos seres humanos que ausentes de sueños, de trabajo, de familia, de un techo, de cariño y quién sabe si ya de voluntad y de esperanza, tienen como únicas compañeras a la soledad y a la desesperación y toman el, en un principio difícil, pero luego más obligado, fácil y único camino, el recurrir en la calle o en los accesos de iglesias y locales a la generosidad ajena.
Un asunto éste, muy delicado porque se han de conjugar siempre el respeto a su decisión de vivir de esa manera con el intento de hacerles ver que siempre hay un techo que les espera y acoge; que existen instituciones y personas dispuestas a liberarlos de esa pesadilla a la que viven ya abrazados, en algunos casos a una especie de “lento suicidio” y proporcionarles una mesa y una cama con sábanas limpias en las que pueden dormir y soñar. Integrarlos también en los distintos programas de rehabilitación y así devolverles a una vida acorde con su dignidad, lejos de los rigores de esa fría noria, de esa ruleta siniestra que es la calle, en donde las personas siempre pierden.
Detrás de cada caso con los que día tras día nos encontramos en las ciudades, sobre todo en las más pobladas, existen muchos mundos. Los motivos por los que estas personas se ven abocadas a pedir una limosna y vivir en la calle son muy distintos. Desde los que se encuentran realmente desamparados hasta los que utilizan lo recogido para ir contra ellos mismos, contra su salud y contra su futuro.
Estamos en días previos a la Navidad y todos nos deseamos de manera cordial y sincera, lo mejor. Mi deseo para estas fechas es que entre todos tomemos más conciencia de esta situación y colaboremos para que esta realidad sonrojante en una sociedad desarrollada e inteligente, sólo sea un vergonzante recuerdo del pasado y nunca del futuro. El compromiso debe ser social y total, debe arrancar en las estructuras públicas básicamente y terminar en los bolsillos de aquellos ciudadanos que se sientan solidarios y quieran colaborar a que todos nuestros semejantes, al menos aquellos entre los cuales nos encontramos, tengan una vida llena de futuro, no de miseria y alienación. ¡Feliz Navidad!…pero para todos…que de no ser así, no vale.
Enahorabuena por ese premio que nos debería hacer pensar a todos. Felicidades por saber hacer lo de los peces y los panes realidad cada día.
GRacias.
Me uno al comentario de Blisterr.
Gracias
Felicidades nuevamente Fermin, por este gran mensaje que nos das en estos días de NAVIDAD, de concienciación a una problemática que nos envuelve a diario a la ciudadanía y que a veces, no sabemos como actuar.
Dificil conjugar las palabras de Jesús: !Dad al que os pida! y ¡no miréis a quien! y ¡qué tu mano derecha no sepa lo que da tu izquierda! pues seréis recompensados…..Pero está claro, y vuestra experiencia lo constata, que este dar a quien pide en la calle, relega a éste, a la soledad, al abandono y a vivir de una manera no digna, y esto, no lo debe permitir ni los gobiernos, ni la población en general.
Un saludo y agradecerte tu empeño y dedicación por los más desfavorecidos. FELIZ NAVIDAD,Fermín- también para toda tu familia, como no puede ser de otra manera.
Muchas gracias Manolo por tu interés. Claro que tenemos que dar a quien nos pida…pero compartiendo con él nuestras vidas, nuestro tiempo y nuestra Fe….no lo hagamos dejando caer la limosna, hagámoslo TOCANDO LA PIEL de aquél a quien ayudamos. Un abrazo.