Juan Sebastián Castillo Valero
Estamos asistiendo a un gran debate en Europa, dónde a resultas del presupuesto se están socavando la construcción misma de la Europa unida con una vuelta egocéntrica a los nacionalismos primigenios. Con anterioridad a este debate había surgido, en España, la polémica sobre si debe ser Castilla-La Mancha o debe ser la Rioja, la región que acompañe a la Ministra de Agricultura a las reuniones negociadoras de la próxima reforma de la Organización Común de Mercados del vino, básicamente, una región argumenta su dimensión cuantitativa y la otra la cualitativa.
Desgraciadamente, no escuchamos los planteamientos que se defenderán en Bruselas y resulta, absolutamente imprescindible, debatir sobre ideas y propuestas en un sector que está sumido en una crisis profunda, en gran parte, provocada por las nefastas consecuencias de la actual OCM, que algunos ya anunciamos cuando se aprobó en 1999, y que en solo cinco años se ha bastado para sumir al sector en la crisis.
La Unión Europea es el mercado de vino más grande del mundo, tanto en términos de producción como de consumo, además de tener posición de predominio en el comercio mundial, una regulación sobre el mercado afecta a la situación mundial, indefectible e ineludiblemente. Así ha sucedido, cuando se anunció una masiva reconversión de viñedos de uva blanca a variedades tintas fuertemente subvencionada, que, enseguida, los mercados descontaron, haciendo caer los precios del vino tinto, consecuencia elemental de las denominadas expectativas racionales de los agentes económicos que explicamos a los alumnos de primeros cursos. Por otra parte, hay que decir que el mercado del vino es tradicionalmente excedentario en el nivel mundial, en los últimos 60 años, y que padece de crisis cíclicas reflejadas en unos años de buenos precios y otras temporadas de años de precios muy bajos, estos ciclos recurrentes no están relacionados tanto con los excedentes (que son estructurales) como con las expectativas y confianza de los agentes que operan, como es compartido en todos los ámbitos en que se estudia e investiga en economía. La política de destilaciones (que no se ha superado pese a ser establecida en los años ochenta en la etapa de las restricciones por contigentación) ha sido otro de los grandes fracasos de la regulación europea, puesto que ha propiciado que las zonas de mayor producción de vino se hayan vinculado a una actitud pusilánime y cómoda, de acudir a ese recurso, en lugar de utilizar los bajos precios como estrategia comercial y de penetración en los grandes segmentos de consumo masivo del mercado, y por ende, no ha sido capaz de reflotar los mercados hundidos en la inoperancia de sus propias estrategias. En otro orden de política aplicada en el sector, destacan las sempiternas llamadas a la calidad y al vino como producto elitista y de consumo snob, abandonando los grandes segmentos de producción y consumo masivo que son fundamentales para el futuro de las grandes zonas vitivinícolas europeas, y sobre todo, en nuestro caso para Castilla-La Mancha. Asistimos en muchos encuentros, ferias o jornadas con grandes loas y presentaciones como modelos de experiencias exitosas de algunas empresas que dedican su producción a segmentos altos del mercado (alta calidad y altísimos precios) pero no se dice que ese segmento no absorbe mas del 4% del consumo, y ese consumo, obviamente, no es la salida para los mas de 20 millones de hectolitros anuales de vino de mesa o DO de Castilla-La Mancha, ni las cooperativas, ni las pequeñas empresas familiares tienen, ni deben tener, los mismos problemas y planteamientos y tomar como referencias sus planteamientos, como subconscientemente se les ha ido adentrando con la falsa simbología de la calidad.
En este contexto, la nueva OCM debe intervenir menos en los mercados y mas en las rentas y en la perspectiva del desarrollo rural del viñedo, debe ser el segundo nivel de las administraciones (el nacional y el regional) quienes elaboren planes estratégicos de viabilidad y sobre todo comercialización proactiva que inciten al atomizado segmento de productores y empresas a estrategias agresivas de conquista de mercados que se han perdido en el ámbito anglosajón o alemán (los grandes consumidores mundiales del vino) en beneficio de los países mal denominados emergentes (Australia, USA, Chile, Sudáfrica o Argentina). Y el problema nunca es de rendimientos unitarios ni del coste marginal del producto, ni de alambradas y emparrados sedientos y dilapidadores de la escasa agua que disponemos (Seguro que D.Quijote acometería., ahora, lanza en ristre, contra alambradas manchegas o plásticos almerienses en la misma medida que contra molinos, si viese el alucinante atentado visual en las tierras que recorre). La problemática radica en que es imprescindible que se utilice el precio como variable de marketing y de elasticidad a la demanda, y no como algo que nos viene dado de recepción pasiva, como erróneamente nos han acostumbrado al acudir a la comodidad de las destilaciones. Por tanto, éstas deben desaparecer, sobre todo en la vertiente discrecional y subjetiva tal y como está establecida la destilación de crisis y normalizar las necesidades en la de alcohol de uso de boca. En contraposición, deben establecerse, de una vez, AYUDAS DIRECTAS a la renta para los productores que, a su vez, sirvan de mecanismo regulador de producción, no por acoplamiento sino como condicionalidad. Estas ayudas consolidarían no solo el sector sino también zonas rurales de Castilla-La Mancha y es una oportunidad única de negociación en Europa, ahora que el debate presupuestario está haciendo temblar los cimientos europeos.
Definitivamente, la nueva OCM, debe insertarse de una vez dentro de esa PAC más social y con una dimensión multifuncional que es precisamente el argumento de Europa frente al mundo. Por ello debería apostar por una articulación en la perspectiva del desarrollo rural y con una label cultural y medioambiental para el cultivo del viñedo, con una diferenciación territorial: cultivo del paisaje, fundamento antierosivo, mantenimiento de la cultura rural ancestral , en el caso manchego, vinculación a la cultura del Quijote, etc.. En estos territorios podrían haberse estipulado acuerdos para no expandir la oferta, con vendimia en verde, compromiso máximo de sacar al mercado, siempre sin hablar de excedentes territoriales.
La definición de la comercialización y su futuro, las tendencias mundiales, los escenarios de segmentación en precios y calidades, conforman aspectos de gran interés para analizar, pero no está su sitio en la OCM. Castilla-La Mancha debe dejar de hibernar y despertar definitivamente con un Plan Estratégico moderno, agresivo, ambicioso, eficaz y eficiente; y situarse, definitivamente, en la escala y plano mundial con el potencial que le corresponde, y les puedo asegurar que todo el mundo estará pendiente de ese despertar si somos capaces de que se produzca.
Tan importante es que nuestra Región vaya a Bruselas como que tenga claro las posiciones que va a defender: En Castilla-La Mancha tenemos el reto de homenajear al Quijote, para su proximo centenario, traspasando a nuestras futuras generaciones, el ancestral paisaje de un viñedo intacto, que no inalterablemente atávico, que siempre ha caracterizado las tierras de La Mancha.