Fermín Gassol Peco. Director de Cáritas Diocesana Ciudad Real.- “Bienvenido sea el consumismo. Bienvenida sea la economía como único valor, como única ideología, bienvenida sea… para implantar un futuro de alienación y de miseria”. Conmemoramos este domingo en toda Europa el Día de las Personas sin Hogar. Una jornada en la que denunciamos la situación inhumana y acuciante que afecta desgraciadamente a millones de familias en el mundo.
Una cuestión social de enorme magnitud, una realidad que resulta impresentable a estas alturas de nuestra milenaria historia como seres inteligentes y civilizados. Un problema que solamente tiene un camino para ser erradicado: el de la solidaridad.
Este año el lema de la Campaña es: “Nadie sin salud, nadie sin hogar”.
Vergüenza y sonrojo nos debería producir pues, tener la necesidad de pregonar esto, dedicar nuestro tiempo y nuestras vidas a reclamar algo que es necesario y justo, algo que se presupone como un derecho fundamental para cualquier persona, algo que desde hace mucho tiempo deberíamos haber conseguido. Sin embargo la realidad es muy distinta. La falta de sensibilidad social, solidaridad y valores éticos está haciendo que nuestra situación diste mucho de lograr el ansiado estado de bienestar para todos los hombres. Lejos de ello, a día de hoy supone desgraciadamente una mera utopía, un sueño a conquistar y lo más preocupante, parece que cada día es más lejano.
La salud y el hogar son dos bienes que tienen una relación muy directa. El hogar es un sitio de descanso y de convivencia; el lugar donde cada persona se autoafirma, se detiene, disfruta, reflexiona y se humaniza porque ama y es amado. La vivienda proporciona seguridad y bienestar, ingredientes fundamentales para preservar la salud. La calle sobre todo en la fría noche es una noria, una ruleta, un juego siniestro en el que las personas siempre pierden. Sin hogar no puede haber salud y sin salud no se puede vivir en un hogar. Es por ello, decimos que ambos son derechos, no regalos. Sin ellos la persona se convierte en un ser herido en su dignidad y en su intimidad vital.
Nos encontramos en una situación de reflujo, en la profunda resaca de una “locura” en la que la sociedad se embebió hace unos años de una manera estúpida. Y hoy asistimos a su consecuencia más sangrante, los desahucios. Los desahucios significan un gravísimo problema y son el exponente más patente del fracaso social de un sistema que ha estado sustentado en el exceso de muchas cosas y en las carencias de otras. Un sistema que se ofrecía aparentemente humano y por eso legítimamente tentador porque era un sistema basado en la venta de un futuro mucho más confortable económicamente, pero falto de ética en quienes lo ofrecían, un falso y definitivo paraíso terrenal de cartón piedra que está empujando a muchas familias a quedarse sin hogar.
Un sistema que parece haber decidido dar la espalda a las ideas, a la filosofía, a la cultura, a la religión, a la ética, al saber, a la trascendencia y como consecuencia de todo ello a la solidaridad. Que parece haber dicho adiós a todos esos valores que nos procuraron el advenimiento a esta civilización en la que estamos y en la que existen tantas cosas que nos han proporcionado precisamente el desarrollo y una vida más humana que hoy peligra para millones de personas.
Un sistema en el que el dinero es el único valor para comprar nuestra esperanza. Un sistema en donde los agentes financieros ofrecían ese paraíso de una manera temerariamente frívola…Por eso nadie está hoy legitimado para desahuciar a aquellos que confiaron en este sistema para construir su hogar y su futuro. Y sabido es que sin vivienda no hay salud y sin salud no existe el mañana. Un mañana al que todos tenemos derecho, sobre todo nuestros hijos.
La solución, además de los necesarios cambios en las políticas de los Gobiernos, ha de pasar también creo, por la búsqueda de un nuevo modelo económico que habrá de basarse necesariamente en la moderación, en la apreciación más exacta del valor de las cosas y quizá y esto también es importante, en dedicar mucho más tiempo al intelecto.
La realidad siempre se acaba imponiendo; cada día somos más las personas que vivimos en este planeta y todos queremos y tenemos derecho a hacerlo de una manera digna y confortable. Si no lo logramos, esta civilización pasará a la historia como la civilización que procuró el éxito y desarrollo tecnológico, pero a la vez y tristemente también el fracaso y suicidio social.
Nadie sin salud, nadie sin hogar=respeto a lo público+concienciación ciudadana.
Es una fórmula de muy fácil aplicación teórica pero, incomprensible para muchos que solamente ven negocio donde debe haber servicio.
(Privatización+negocio=-salud-hogares-educación+desigualdad)=Càritas desbordada
Veo las caras de Güemez, Echániz, Pastor y Montoro juntas y me sale la segunda ecuación
No me tomes por sectario Fermín, pero los otros (mientras de lo llevaban crudo) mantenían una política social pública, pero estos han ido a degüello desde que ganaron hace dos años.
Es que no me entra en la cabeza una España sin lo público. Llegamos al supuesto estado del bienestar cuando todos llevaban ya desde los 40- 50 -60 en él y, ahora, nos lo quitan de sopetón sin haberlo casi disfrutado.
Pero, lo peor es que nos lo quitan en un momento en que España tiene más ricos y mås Sicavs por metro cuadrado que nunca. Por lo tanto ¿Dónde está la justicia distributiva en materia económica que se proclama en la Constitución? ¿Quien más tiene, menos paga?
Esto es de locos. Tenemos los mismos trabajos, más horas y unos precios y unas presiones fiscales que no nos dejan llegar a mitad de mes. Lo de no llegar a fin de mes es ya ciencia ficción.
“Bienvenido sea el consumismo. Bienvenida sea la economía como único valor, como única ideología, bienvenida sea… para implantar un futuro de alienación y de miseria”.
Fermín esa puede ser pefectamente la definición o una de las definciones del capitalismo o liberalismo o nelliberalismo como algunos lo llaman…
Un país con 6 millones de personas en paro, sin contar los «sin techo» y sin nada de nada, mientras como dice Blisterr tenermos más ricos que antes de la crisis (robo) y si no que les pregunten a los dueños del Santander, Zara o Mercadona por poner solo tres ejemplos conocidos pero claso, el consumimso de que habla Fermín se traduce e que seguimos teniendo las nóminas en el Santander, seguimos comprando ropa en Zara y ñla comida en Mercadona. Somo así de paradójicos, criticamos pero «aceptamos».
Ayer leía una frase en «facebook» que me llamó la atención:
«Si no puedo pagar la hipoteca, me multan y me echan a la calle…En la calle está prohibido dormir… ¿Que hago entonces si ni en mi casa ni en la calle puedo vivir…? ¿Me suicido? ¡También me lo prohibe la Iglesia!¡Menos mal que soy ateo…!
¿DONDE ESTÁN LOS BROTES VERDES Y LA SALIDA DEL TUNEL…?