Recién enterrado el cantante popular y reconocido coplista patrio, Manolo Escobar, nos despachamos con otra muerte relevante e igualmente sentida. Como ha sido la del igualmente cantante pop-rock, Lou Reed. Y por lo que leo, valoro y veo, por muchos medios y muchas partes, a ambos dos le dan tratamiento similar en su grandeza canora.
Si Escobar y Reed son parte de la misma sustancia musical, es que hay algo que no acabo de entender; o es que algo que pasa no lo he entendido del todo bien. O es que algo se enfoque mal, para luego ser desenfocado. No puede ser igual, medito y repito hacia mis adentros, ‘Walk on the Wilde side’ que el ‘Porompompero’; no es lo mismo ‘Transformer’ que ‘Donde estará mi carro’, por más coincidencia de sentimientos y reconocmientos que se apliquen en los obituarios del momento.
Salvo que al final, las diferencias entre realizadores diversos sean tan sutiles que no cuenten ni sirvan para nada. Que al fin y a la postre, sea igual Víctor Erice que Pedro Masó; sea igual Juan Benet que Fernando Vizcaíno Casas; sea igual Lou Reed que Manolo Escobar. Y, por ello, en la Cultura Popular y en la Cultura en general, hagas lo que hagas, pintes lo que quieras y cantes lo que cantes, todo es continuo y todo es homogéneo.
De donde podemos concluir la excelsa sabiduría de la única identidad y la magna grandeza del Pensamiento Único. Es por ello, que en ese espectro continuo, da lo mismo lo que filmes, lo que pintes, lo que escribas o lo que cantes. Todos llegan, o llegaremos al mismo puerto. O eso es lo que dicen. Aunque yo siga sin creérmelo. Por más que, al final una línea tenue trate de unirlos: el amor de Escobar por la pintura de vanguardia y el de Reed por la fotografía.
Periferia sentimental
José Rivero
Ni músicas comparadas, ni músicas paralelas, aunque años de coetaneidad sí han compartido unos cuantos. Pero comparar, amigo Rivero, a Escobar con Red es como hacerlo con Bofill y Frank Lloyd Wright. Es el estrato y el sustrato. En el caso de Escobar sin diletancias: transferencia del hombre común en un país emergente bajo una bota militar; en el caso de Reed, con esa canalla tan resultona en un país donde la democracia ya era rutina. En cuanto a la debilidad pinturera, los hay ricos sin clase (que éste es otro cantar)que quieren emular al de pedigrí.
No comparo M.V. sino que advierto los paralelismos producidos por tantos comentarios. Y por eso, me resisto a la igualación pretendida de la muerte. Lo peor de todo Manuel, no es la identificación de los Tirios con los Troyanos; sino que, a pesar de todo, sea más conocido Bofill que Wright. Muy a nuestro pesar. Razones habrá para ello, aunque no las asumamos.
Bueno, convivieron los dos en nuestra historia. En el radiocasete de mi casa pasaron cintas de los dos, de mi padre y mías.
De Reed lo canalla y de Escobar lo «no censurado» del momento.
Fíjate que, aunque nos rindamos a los pies de Reed y sus letras, nos sabemos de memoria el Porompompero.
¿Comparables? JAMÀS. Coetáneos, para siempre en la memoria de los españoles de más de cuarenta y….
Lo jodido es que today ya no será un perfect day…ni para los «reedistas» ni para los «escobaristas» y nos quedamos sin saber qué pasó con el carro.
Joer Blisterr, mira a tu derecha… en la viñeta está la solución del paradero del carro.
Jajaja, es verdad. Si es un lobo, me come. 🙂
Como decía Umbral «La muerte tiene mal gusto, se quedará con mi peor gesto, el más estúpido, torcido y loco, y lo perpetuará para siempre», aunque cabría añadir que la muerte a veces nos iguala, convirtiendo al villano en héroe y al chabacano en sublime.
Y como decía el el doctor de ficción, Gregory House, no hay muerte digna, la muerte siempre es una mierda.
Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas.