El despliegue de información y opiniones sobre el cuarto campeonato mundial de Sebastian Vettel que podemos contemplar hoy en todos los medios de comunicación (papel y red) sólo es comparable al que tiene la muerte del “tío Lou”, unos de los mayores iconos del rock mundial.
Quizá por esa razón, será mejor remitiros a las estupendas informaciones de Víctor García en “El Confidencial” o las siempre eruditas de Joan Viladelprat y Oriol Puigdemont en “El País”, todo ello sin restar un ápice al valor de otros especialistas y otros medios. El Campeonato 2013 ya tiene dueños (Vettel y Red Bull) pero aún no es el momento de elaborar el balance final, sobre todo cuando quedan tres carreras por disputar, el subcampeonato por dirimir y una serie de retos-récords por igualar o superar.
Sobre la polémica de este año relativa al merecimiento o no del título de Vettel, haremos una elegante finta haciendo constar que nadie gana cuatro veces un título mundial de cualquier especialidad, basada en la regularidad y las victorias parciales, sin merecerlo y, es más, sin pasar por ello a las vitrinas de la leyenda de esa especialidad y del deporte en general. Si, encima, el logro viene marcado por la juventud del protagonista, ese plus resulta definitivo máxime en una sociedad como la nuestra que ha santificado la juventud (divino tesoro) por encima de otros valores.
“Seb” Vettel cumplió el pasado tres de Julio veintiséis años con lo que, como ocurrió con sus registros anteriores, se ha convertido en el tetracampeón más joven de la historia. ¿Quiénes son los otros y cómo eran a estas alturas? El primero de ellos fue Juan Manuel Fangio, el icono por excelencia de la F-1, el referente durante años por los registros alcanzados, muchos de los cuales fueron batidos en su día por Jim Clark. Fangio ya era “viejo” en relación con nuestros actuales “estándares” y su cuarto título (1956) lo obtuvo cumplidos los cuarenta y cinco años. Con la actual edad de Vettel, el argentino estaba todavía a un año vista de debutar en la carreras de coches, en su país natal, a bordo de un Chevrolet para competir el pruebas locales; con treinta y seis años, Fangio se vino a Europa y comenzó a labrarse su leyenda: Campeón cinco veces (cuatro de ellas consecutivas) y dos veces subcampeón, su record de títulos fue igualado por Schumacher en 2002, y ampliamente desbordado en los dos años siguientes.
Alain Prost obtuvo su cuarto mundial en 1993, tras un año sabático que le permitió pilotar el Williams invencible de Mansell (1992) y preceder en ese asiento a su enemigo Senna que montaría fatalmente esa joya (por cierto, también diseñada por Newey) encontrando la muerte con ella. Pues bien, el francés tenía ya treinta y ocho años cumplidos cuando obtuvo tan sideral registro que, además le llevó también a las alturas de récords de victorias (51), poles (33) y vueltas rápidas (41) que permanecieron en el Olimpo hasta que Schumacher los devoró. Alain con la actual edad de Vettel acababa de ganar sus tres primeros GP’s, marcaba sus primeras dos “poles” y su primera vuelta rápida, lograba acabar 5º en el primer Mundial ganado por Nelson Piquet y había logrado debutar con Renault (motores turbo, mira por donde) tras su primer año decepcionante con McLaren; aún le quedaban tres años para perder su primer mundial a manos de Niké Lauda por la más exigua diferencia jamás conocida (medio punto) y un año más para comenzar su acumulación de cuatro mundiales y otros tantos subcampeonatos. Luego llegó el “káiser” y quedó relegado a un segundo plano que ahora se encuentra amenazado por el flamante tetracampeón, de momento, Prost jamás ganó más de dos mundiales consecutivos.
A Michael Schumacher le cupo el honor de destronar todos los mitos de la F-1, empezando por el trágicamente desaparecido Ayrton Senna a quien puso en más de un brete en los inicios de la trágica temporada de 1994. Con el devenir de los acontecimientos, Schumacher y su prodigioso Ferrari acumularon todo tipo de récords. Para empezar se convirtió en el tetracampeón más joven de la historia en 2001 con tan sólo treinta y dos años; luego llegarían sus otros tres títulos, consecutivos a éste, lo que le dejan como dios Júpiter de los pilotos de F-1 con siete mundiales, dos subcampeonatos (que pudieron ser tres si no hubiera cometido la tontería de Jerez’97) y tres terceros puestos finales. Con veintiséis años, “Schumi” se convirtió en el bi-campeón más joven de la historia y acababa de conseguir su 19ª victoria en GP, su 10ª pole-position y su 23ª vueltas rápida. Como cuentan los libros de historia y estadística, Schumacher atesora 91 victorias, 68 “poles” y 77 vueltas rápidas (Vettel, 36, 43, 21, para las mismas referencias) entre decenas de registros de referencia con lo que es el punto de mira del hasta ahora conocido como “baby Schumi” y que, al decir de uno de los periodistas citados líneas más arriba, ha llegado ya a la categoría mítica que le permitirá desembarazarse de semejante apelativo y que le den un mote propio: “Chueco”, “Le Professeur” y “Die Kaiser” son los de sus predecesores.
Y bueno, ¿qué le queda a este 2013 para que resulte atractivo todavía para Vettel, si no es sólo aumentar su cantidad de “todo”? Para empezar, el récord de victorias consecutivas, cifrado en nueve o en siete, según que referencias. Veamos, serían nueve consecutivas y correspondería el récord a Alberto Ascari en su trayectoria 1952-53, pero el italiano no disputó las 500 millas de Indianápolis que entonces eran puntuables para el mundial, por lo tanto, Ascari obtuvo siete victorias entre 1952 y 1953, no las nueve que nuestro colega Víctor García le atribuye en su página digital de “El Confidencial”. Esas mismas siete consecutivas, pero en este caso en el mismo año las obtuvo Schumacher en 2004, luego Vettel igualaría estos registros en el GP de Abu Dhabi y los superaría en Austin, dentro de un mes más o menos. Y para redondear tanto éxito y esa cierta lujuria de ganar carrera tras carrera, saliendo desde la “pole” tras “pole” y marcando la vuelta rápida como si huyera del diablo, Vettel debería ganar todas los GP’s que quedan para igualar las trece victorias en un año (2004) obtenidas por Schumacher ya que el segundo registro, de once victorias, lo comparten los dos voraces alemanes, sólo Nigel Mansell en el 92 con nueve carreras se acerca a semejante depredación.
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