Más de cincuenta personas, en su mayoría de fuera de Manzanares, visitaron en la mañana del sábado en esta localidad los viñedos e instalaciones del Pago Casa del Blanco con motivo de la jornada de puertas abiertas que realizó esta bodega dentro del programa de actos de la I Cumbre Internacional del Vino de Castilla-La Mancha. El alcalde de Manzanares asistió a la visita y resaltó el orgullo de contar en la localidad con uno de los pocos pagos que hay en España, figura de protección que representa la máxima calidad.
Dentro de los actos celebrados por diferentes puntos de la región con motivo de la I Cumbre Internacional del Vino, el Pago Casa del Blanco fue uno de los lugares elegidos para celebrar una jornada de puertas abiertas con el fin de conocer sus viñedos, instalaciones y bodega, ubicada en el propio pago, una finca donde se cultiva la vid desde hace más de 150 años, situada a escasos kilómetros de Manzanares en la carretera que va desde esta ciudad hasta Moral de Calatrava.
Entre el medio centenar de visitantes estuvieron el alcalde, Antonio López de la Manzanara, varios miembros del equipo municipal de gobierno y los diputados provinciales Lola Serna y David Marín. El primer edil dijo que en Manzanares estamos muy orgullosos de contar con esta bodega, uno de los trece pagos que existen en España. “Esta participación en la Cumbre Internacional del Vino es un anticipo de las próximas Jornadas del Vino que celebraremos los días 8, 9 y 10 de noviembre, y que tendrán su clausura en Pago Casa del Blanco con la presencia de la Consejera de Agricultura”, anunció López de la Manzanara.
Por su parte, David Marín, portavoz del Grupo Popular en la Diputación de Ciudad Real, agradeció al Gobierno de Castilla-La Mancha la organización de esta cumbre y felicitó a su presidenta, María Dolores Cospedal, por la idea para promocionar nuestro viñedo, que con 436.000 hectáreas “es el mayor viñedo del mundo y hacemos el mejor vino del mundo”, dijo Marín, que confió en que esta Cumbre Internacional ayudará a promocionar y a vender nuestros vinos.
El enólogo de Pago Casa del Blanco, Antonio Merino, guió la visita. Antes valoró de forma muy positiva esta cumbre mundial, en la que esta empresa ha participado directamente, tanto en Toledo en sus dos primeras jornadas como con esta visita en la tercera y última. “Todo lo que suponga promoción, comunicación y comercialización siempre es acogido de forma muy positiva”, indicó Merino, que hizo partícipe a los visitantes de la pasión que ponen en la bodega para elaborar caldos de la máxima calidad. “Qué mejor forma de terminar la cumbre que con una jornada de puertas abiertas para hacer partícipe a la gente de nuestro producto”, concluyó.
El recorrido comenzó junto a un viñedo ubicado al lado de la bodega de la finca, en la que posteriormente los asistentes pudieron hacer una cata del vino en rama de la cosecha de este año y de los vinos que comercializa Pago Casa del Blanco. Esta figura de protección, al estilo del château francés, está en la cúspide de la pirámide de calidad de los vinos españoles y exige unos parámetros y condiciones de calidad que su enólogo explicó a lo largo de la visita.
Merino explicó que, por ejemplo, se desecha la uva que se considera que no cumple con los estándares exigidos y que la molturación se hace en pequeñas cantidades, a razón de tres mil o cuatro mil kilos a la hora, con una segunda selección tras el despalillado de los racimos recién cosechados en los terrenos colindantes, de los que 92,7 hectáreas están acogidas al pago. La combinación del suelo, clima y elaboración “da un producto singular que se protege y reconoce con esta figura que da un valor añadido”, indicó el enólogo.
Pago Casa del Blanco es el sueño de Joaquín Sánchez de poder elaborar un buen vino. En los años 80 adquirió esta finca, en la que existen viñas desde hace más de 150 años, cuando el cuarto Marqués de Navasequilla la adquirió a Gervasio Blanco, de quien tomó nombre. La familia Sánchez realizó una importante reestructuración del viñedo, que estaba basado en las variedades tempranillo (cencibel), macabeo y airén. Las blancas se sustituyeron en su mayoría por tintas con otras muchas variedades que permiten un perfecto coupage.
Pero “la joya de la corona” está en las vides de cencibel con más de cincuenta años que producen un fruto magnífico y que algún “visionario” -como lo denominó Merino- plantó entonces en espaldera sujetas con traviesas de madera del ferrocarril.