La epilepsia y los trastornos del sueño se influencian recíprocamente”. Esta fue una de las conclusiones principales de la ponencia de la neuróloga Dra. María Gudín que ha abierto esta mañana el segundo día de las Jornadas de Medicina del Sueño que se desarrollan en el Hospital General Universitario de Ciudad Real y donde se han dado cita más de cincuenta profesionales sanitarios. Durante su intervención afirmó que a menudo son difíciles de diferenciar y que también en ocasiones, los fármacos antiepilépticos pueden alterar el sueño y producir insomnio o somnolencia. El estudio polisomnográfico es preceptivo en el estudio de dichos trastornos.
La también neuróloga Dra. Mercedes Muñoz ha hablado de los trastornos del sueño en la enfermedad de Parkinson, la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente. El insomnio es el trastorno más habitual en esta enfermedad y le influyen los factores motores, efectos adversos farmacológicos o trastornos ansiosos depresivos. La hipersomnia tiene una prevalencia del 80% en Parkinson, frente al 2% de la población en general, los trastornos de conducta del sueño REM están presentes hasta en un 40% y los de síndromes de piernas inquietas en un 20%. Es decir, que los trastornos del sueño son muy frecuentes en enfermedades neurológicas y degenerativas, con una importante repercusión en la calidad de vida del paciente. Para finalizar, la doctora explicó que estos trastornos pueden ser la manifestación inicial de una enfermedad degenerativa y que es muy importante la historia clínica para su abordaje terapéutico.
La Dra. Estefanía Segura, psiquiatra del Hospital General Universitario de Ciudad Real abordó los principales trastornos del sueño y su relación con las enfermedades mentales. Por citar algunos ejemplos de esta íntima relación, en esquizofrenia las alteraciones nocturnas del sueño son una queja común, así como en los trastornos depresivos, donde el 80% de estos pacientes se queja de un deterioro en la calidad y cantidad del sueño. Los trastornos bipolares, depresivos estacionales, de angustia, de ansiedad generalizada o de estrés postraumático son objeto, asimismo de estos trastornos. La Dra. Segura hizo, por último, un breve repaso de los tratamientos aplicados en estas patologías para abordar los trastornos del sueño.
Las alteraciones del comportamiento, retraso del desarrollo y crecimiento y alteraciones de aprendizaje son algunas de las consecuencias del Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS) en el niño de las que habló el cardiólogo Dr. Manuel Rayo, así como se sus repercusiones cardiovasculares. En España, el SAOS sintomático está presente en el 3-6% de la población general y en el 0,2- 5% de los niños, con un pico de incidencia de 2 a 6 años. El ronquido oscila entre el 7-16.7% de seis meses a 7 años y del 5 al 14% en adolescentes. Entre los factores de riesgo destacan la obesidad y la hipertrofia amigdalar y adenoidea, así como anomalías craneofaciales, distrofia muscular y otros trastornos neuromusculares o problemas de ortodoncia, entre otros.
El Dr. Fernando Lozano, jefe de Hemodinámica del Servicio de Cardiología del hospital ciudadrealeño ha hablado del SAOS y síndrome metabólico que no es en sí mismo una única enfermedad, sino que engloba una serie de patologías caracterizadas por desórdenes metabólicos. Los criterios actuales de diagnóstico se basan en poseer tres de los cinco factores siguientes: cintura mayor a 102 centímetros en varones y 88 en mujeres, hipertensión arterial, hiperglucemia en ayunas (mayor a 110 mg/dl), hipertrigliceridemia (triglicéridos elevados en sangre, mayor o igual a 200 mg/dl) y valores bajos en sangre de HDL o colesterol bueno y cardioprotector (menor a 40 mg/dl).
Tal y como explicó el Dr. Lozano, la relación entre SAOS y síndrome metabólico es estrecha y coincidente. Ambos van en aumento y son causados por la sociedad de la abundancia. Afectan a un sector de la población prácticamente común, tienen la misma fisiopatología o gran parte común. Por último, el tratamiento de uno mejora el otro y viceversa.