Delegación Diocesana de Pastoral Obrera de Ciudad Real.- Desde 2008 se ha venido organizando el 7 de octubre la Jornada Mundial por el Trabajo Decente (JMTD). En estos años transcurridos, millones de personas han emprendido acciones en defensa de los derechos sindicales y el trabajo decente. Este año, sindicatos de todo el mundo pedirán al unísono justicia social y empleos decentes para todos bajo el lema ¡Organicemos!
Y es que la cifra de desempleo mundial ronda los 200 millones de personas y se elevará hasta aproximarse a los 208 millones en 2015. Los desequilibrios del mercado laboral, como los elevados índices de trabajo informal en los países en desarrollo y el desempleo de larga duración en las economías avanzadas, seguirán siendo un problema grave en los próximos años. En casi todas partes resulta difícil para jóvenes y mujeres conseguir un trabajo que se adecúe a sus aptitudes y aspiraciones.
En España, no por conocidos, son menos dolorosos los datos. A los 6 millones de parados, se une otra situación que crece: la de aquellos trabajadores que, teniendo empleo, viven bajo el umbral de la pobreza debido a la bajada de los salarios y al recorte de los derechos laborales y sociales. El 12 por ciento de la población ocupada vive en hogares por debajo del umbral de pobreza; trabajadores y trabajadoras autónomos, a tiempo parcial o con contratación temporal superan esa tasa.
La crisis y las políticas de austeridad no solo destruyen empleo, también lo precariza. El propio Papa Francisco, en su reciente visita a Cerdeña, señala el origen de este mal: “El actual sistema económico nos está llevando a la tragedia. Donde no hay trabajo no hay dignidad Y esta tragedia es la consecuencia de un sistema económico que ha puesto en el centro a un ídolo que se llama dinero”.
El magisterio de la Iglesia siempre ha defendido la necesidad de que toda persona disfrute de un trabajo digno. Benedicto XVI explica qué se entiende por trabajo decente
…Un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.”(CV, 63).
Como Iglesia comprometida con el mundo obrero, nos unimos a las reivindicaciones de esta Jornada y hacemos un llamamiento a trabajadores y sindicatos para que persistan en la lucha por un trabajo decente, especialmente, para los sectores más empobrecidos. A las autoridades públicas, para que legislen teniendo presente que “el primer capital que se ha de salvaguardar es la persona”. A los empresarios, para que no aprovechen la crisis aumentando sus márgenes de beneficios a costa de la dignidad de los trabajadores. Y a los cristianos, para que se sumen a cuantas iniciativas se pongan en marcha al servicio de la dignidad de la persona, del bien común y de la justicia social.