Manuel Valero.- -Tengo aquí una cosa que puede distraerte, cariño.-
Gloria se acercó al sofá donde Roberto, abandonado a su propio peso más que bien instalado, sobrellevaba una pegajosa sensación de incompetencia. 
“¿Qué es lo que tienes?”, preguntó con la mirada perdida en alguna parte del apartamento de Gloria.“Pues algo que a lo mejor entretiene esa cabecita”. La muchacha se cubría el cuerpo con una camisa grande dejando a la vista sus preciosas piernas. “Ya que mis encantos tampoco consiguen que te olvides del psicópata ése…”, rió.
– No es eso, Gloria, sabes que estoy loco por tí”… la muchacha le acercó la cara desde el respaldo del sofá, Roberto se incorporó un poco, la besó y la capturó para sí rodeándola con un abrazo fuerte..La muchacha cayó sobre él y los dos rieron su travesura.
-Aleluya, es la primera vez que te veo reír en dos días
-Anda ven aquí..¿No tuviste tu ración anoche, pequeñín? Se acomodaron en el sofá. Esa mañana matinal no llovía, pero la humedad acumulada de días interminables de aguacero era omnipresente en un asfalto permanentemente húmedo, en el oeste musgoso de los troncos de los árboles, en el liquen colonizador de las oquedades de los edificios. Las ramas de los árboles y la flora de ciudad aún se aliviaban del exceso de humedad con una exudación monótona de lágrimas.
-Bien, qué es eso que tienes que ofrecerme,que me guste más que tú-, susurró Roberto, más calmado y amarrado a la felicidad de la compañía de Gloria.
-No he dicho éso, policía. Nada te puede gustar más que yo…ni nadie, bueno es más probable que sea nadie, quiero decir, alguien, a que sea nada, o sea alquien te puede gustar más que yo pero sería absurdo que prefieras algo a…mi. ¡Oh Dios mío, sí, podrías preferir resolver el caso en un par de días… o dinero, mucho dinero…Señor, señor, soy muy desgraciada.
Gloria sobreactuaba con un encanto irresistible…
-Anda, cállate loca- Roberto le golpeó con un cojín.
Gloria se levantó y se dirigió hacia su habitación, la misma que esa noche habían compartido, como otras noches hicieron en el apartamento de Roberto. A los pocos minutos apareció con una carpeta, se sentó junto a él, liberó la carpeta de las gomas que la cerraban, éstas hicieron un ruido seco al soltarlas…
-¿Qué es es eso?
-¿Un cuento de flores?
-¿Un cuento de flores? ¿Qué significa un cuento de flores?
-Exactamente eso. Lo escribió mi tío hace unos años, es autor de muchos más pero a mi el que más me gusta es éste… Va de un señor que se enamora de una chica que trabaja en una floristería, como nosotros…
Roberto adquirió de repente un verdadero interés por ese relato, puesto que su historia aun escrita muchos años antes no dejaba de emparentarse con la que actualmente vivía junto a Gloria, a quien, como en el cuento, conoció un día que fue a comprar flores para su madre cuando declinaba el mes de octubre y se las llevó a la tumba antes de que el camposanto se llenara de dolientes domingueros. -Eso es una casualidad asombrosa, cariño, pero yo no creo en la causalidades-, dijo Roberto- Yo tampoco, creo que cuando mi tío lo escribió estaba de alguna manera pensando en mi, y eso que yo aún no había nacido…”
-Y cómo se titula el cuento?
-El amante silente..
-Extraño título, amante anónimo, amante secreto… bueno, pero ¿silente? ¿Puede un amante ser silencioso? Roberto hizo una pregunta retórica alzando la voz con cómicas brazadas en el aire…. -Olvidas que la creación literaria permite licencias para embellecer la idea, la expresión. Lo importante es ser auténtico y no impostando, de forma que lo que se escriba no parezca forzado- respondió Gloria sentada en el suelo sobre dos cojines y cin la piernas recogidas en una simpática u sugerente postura.
-Lo mejor es que me lo dejes y lo leo…
-No, mejor tú te quedas tranquilito en el sofá que esta botánica enamorada se lo va a leer de inmediato.
Gloria carraspeó, tragó saliva, se golpeó en el pecho, estiró el cuello y comenzó a leer.
