La pretensión del muy docto instituto de finanzas, Fondo Monetario Internacional primero, y luego del vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Asuntos Económicos, de la Unión Europea Olli Rehn, tiene su enjundia y quizás su ‘busilis’.
Ya saben ustedes que ambos dos, institución y Vicepresidente europeo en ejercicio, formulan el camino (¿…?) para la salida de la crisis en España, consistente en rebajar el sueldo medio un 10% en dos años. Todo ello a cambio de que las empresas se comprometan a crear empleo de manera notable y estable. El mismo docto Rhen, cree que “con la devaluación interna de las condiciones de vida de los trabajadores, se podría reducir el paro (¿…?) y tener una inflación baja (¿…?), lo que aumentaría el consumo(¡…!)”.Habría que añadir, a la propuesta conjunta FMI-Rehn, la necesidad de devolver lo salarialmente rebajado, si el empleo previsto no apareciera de forma notable en ese periodo. De igual forma, que al aplicarse la minoración salarial perseguida, como panacea económica, debería de producirse idéntica minoración de los impuestos aumentados en los últimos años para parecidos fines.
Según cuentan y dicen, la Comisión Europea, agotadas sus medidas de recorte público dictadas ya en los dos últimos años, y harta de los fondos que no cesan en financiar la Reestructuración Bancaria Perpetua, ha decidido pasar a la acción una vez más en compañía del FMI. Y para ello, sugiere atacar el mercado laboral español, también una vez más, a través de la bajada de sueldos sugerida. Todo ello, vaticinan estos expertos que no anticiparon crisis alguna y llevan años dando palos de ciego, con la previsión de que esa reducción salarial permitiría paliar, levemente, una tasa de paro en continuo crecimiento en España.
Aunque los oráculos de la economía, olvidan lo principal. Eso es, cual ha sido la evolución en España del peso de la retribución salarial en el PIB, en las últimas décadas. De tal suerte que en 2007 se supo, a través de un estudio difundido por la Comisión Europea (que ahora Rehn olvida. Como tantas otras cosas), que la cuota participativa de los salarios en el Producto Interior Bruto (PIB), había pasado de un máximo del 70% en 1975 al 58% en 2006. En esa misma onda expansiva y decreciente, en febrero de 2012 ‘El País’ fijaba que: “En el arranque de los ochenta, la remuneración conjunta de todos los asalariados equivalía al 53% del PIB español, mientras que el excedente bruto de explotación (que incluye rentas empresariales y de profesionales autónomos) se quedaba en el 41%. Los impuestos a la producción eran el destino del 6% restante”. Todo eso lo olvidan los augures del FMI y de la Comisión Europea en su propuesta mortuoria.
Más aún, proseguía ese medio: “Las necesidades de un Estado del bienestar en construcción llevaron a elevar el peso de los impuestos hasta superar el 10% del valor añadido a mediados de la década pasada. En paralelo, se aceleró el declive de las rentas salariales, que desemboca en un mínimo histórico en el tramo final del año pasado: la renta de los asalariados solo se llevó el 46% de la tarta del valor añadido en el cuarto trimestre de 2011. Y en un cambio también histórico: la porción de las rentas empresariales en el PIB fue por primera vez mayor, un 46,2%”. Todo ello con el indudable efecto paradoja, pues ocurría que “Para retener un 53% del valor añadido que generaba la economía española en los años ochenta, bastaba con nueve millones de asalariados. Para mantener el 48% en 2007, se sumaba la renta de 18 millones de asalariados”. Somos ahora el doble de trabajadores (pese al efecto del desempleo), para tener cinco puntos porcentuales menos de riqueza. Es decir: tontos y pobres.
Y es que, los datos que aparecen en la Contabilidad Nacional correspondientes a 2012, reflejaban que el PIB ascendió a 1,051 billones de euros (a precios de mercado). De esta cantidad, 481.038 millones proceden de la remuneración de los asalariados; 474.604 millones son beneficios empresariales y el resto, impuestos. La minoración salarial propuesta, por la dupla FMI-Rehn, del 10% en dos años, sería de 48.103 millones; esto es de 24.050 millones al año. Aproximadamente un 2% del PIB menos en las rentas salariales. Permaneciendo intactas las porciones de ingresos fiscales y de beneficios empresariales. Un 2% del PIB, cuando el coste real del rescate financiero, puede quintuplicar dicha cantidad y llegar al 10% del PIB. O incluso, como decía Xavier Vidal Folch días pasados: “El fondo de rescate español (Fondo de Reestructuración Bancaria Ordenada, FROB) acaba de reconocer que de los 52.000 millones de euros de dinero público inyectados a las cajas nacionalizadas (casi 40.000 prestados por la UE, a la que habrá que devolverlos), 36.931 millones están en la práctica perdidos».
Periferia sentimental
José Rivero
Somos de las meretrices que, encima, tienen que pagar el alquiler de la cama. Dios! Qué día, el de la unión monetaria….
Maldito el día en que cayó el muro de Berlín. Es la letanía que no paro de hacerme desde hace tiempo. Desde entonces, barra libre para la financiarización de la economía. Y que haya gente que piense que la lucha de clases es algo anacronico.
La lucha de clases se ha gasificado, pero no se ha evaporado:-)
Maldito, maldito y maldito.
Pero qué fácil es bajarles el sueldo a los demás…
Tanto como bajarse los pantalones, Fermin.
Amén Rivero!!!
La pena es que escaseen en este país hombres de la inteligencia, lucidez ,integridad y de la clase de Rivero. Hombres así serían necesarios en política pero no duran ni un telediario en ella porque en los partidos odian todo lo que brilla con luz propia.