Fermín Gassol Peco.– Compagino el campo y la ciudad, en verano es lo ideal. En el estío la vida muestra todo su esplendor allá donde nos encontremos, el calor la conserva, en tanto que el frio es la que mantiene con aspecto saludable a los cadáveres.
En el invierno apetecen los espacios cerrados mientras que en verano se hace imprescindible frecuentar los muy abiertos. Alguien podrá decir que el aire acondicionado es la solución y aun siendo cierto responderé que se trata de aire en conserva; sin embargo en el campo el airecillo es la brisa natural…de la huerta húmeda y solana.
En la ciudad la vida está en la calle; en los barrios, en sus plazas, en los parques y jardines, (el Prado llora), en los chiringuitos, en las terrazas, en las piscinas, en las bicicletas, en el alma de la gente.
En el campo la vida está en los vuelos inseguros de los pollos de perdiz, en las lagartijas, cigarras, en los racimos incipientes, en hortalizas y maizales aún pequeños, todos ellos en un entorno sin muros que sean muy visibles.
En la ciudad la comunicación mantiene tonos blancos y el color es el calor de las personas hablando en intranscendentes tertulias o acompañando al ser querido y sus luces tienen la tonalidad del lento atardecer. En el campo los amaneceres son discretos rayos de luz asomando cautelosos como niño curioso encaramándose a una pared para ver lo que le espera al otro lado en un horizonte siempre ajeno y tomar luego una arrogante verticalidad de joven musculoso desafiando el poder del día. Los colores en el campo son más rojizos en el cielo, se diría que el sol pone más corazón en lo que hace, amarillos y verdes en la tierra de la mies y cepas. Colores y luces más fuertes pero también más íntimas y creativas.
El atardecer en la Mancha durante los meses de verano emula el aterrizaje lento y silencioso de un vuelo sin motor en la llanura; la serenidad del ocaso de la vida. Pero lo que da personalidad al verano son las noches; hace que sus días se prolonguen y sean más vivos. Las noches de estío son para beberlas; las estrellas refrescan nuestros sueños o las vigilias obligadas u ociosas y la luna paciente acompaña cualquier quehacer al raso. En los pueblos la música y las ferias recuerdan que el hombre aún cree en la alegría y desea estar contento.
La vida es más fácil en verano. El estío es vida, expansión, días de descanso; simpática estación, versión festiva “de los días más largos” sin playas que invadir, pueblos que liberar, países que conquistar”, solamente pintar con la mirada los vivos colores de un mundo en paz…Sí todo es más fácil y simpático en verano.
La foto parece un cuadro de Van Gogh.
El verano tiene el encanto de sus largas y sorprendentes noches. Pero yo prefiero el invierno. Es más limpio y docente.
Un saludo.
Pongamos ¿mitad y mitad?…que todo cansa y apetece. Un saludo J. Manuel.
Te desvelo J. Manuel el «Van Gogh»….Carrión de Calatrava cinco de la tarde…hace unos días…¡Calorina de la buena!
Muy buen texto, lleno de sensibilidad. Como me gustan
Muchas gracias, maestro, un abrazo.
Fermín, tienes la facultad de escribir con algo que me gusta y es que se entiende todo por la claridad en la exposición; además irradias sensibilidad como dice Manuel y además das color a tus palabras con esta «vanghogiana» imagen como dice Jose Manuel…
Ah y lo que más me gusta, quizá por el toque crítico y reivindicativo es tu alusión a los llorosos ex jardines del Prado y como no a tu alusión a la bicicleta, mi vehículo «descapotable» favorito.
¡Un abrazo!
Gracias Luis M. quizá….todo se deba a la inmensa claridad que trasmite el paisaje de nuestra llana y noble tierra manchega.
Fermin, hasta en verano me encanta caminar por el campo. Aunque sea por los torridos y secanos sembrados de la zona de los calatravos.
Un saludo
«Caminante…no hay camino….se hace camino al andar»….y tú Manolo…llevas ya unos cuantos en tus piernas…que no paras»….Un abrazo…