CSI·F.- Hoy se ha aprobado, con alguna anécdota que niega el debate y la buena actitud parlamentaria, en las Cortes Regionales el texto de la proposición de ley para reformar el Estatuto de Autonomía, que se ha de enviar al Congreso de los Diputados, para reducir el número de diputados autonómicos; esperemos su paso por el Parlamento de España.
Esta reforma, impulsada por el PP, no ha contado con el apoyo del grupo socialista, que se ha negado a participar en este trámite parlamentario, no ha presentado enmiendas, diciendo que lo considera un “acto antidemocrático” y un “pucherazo electoral”, hurtando así el debate parlamentario propio de la dinámica democrática. Desde CSI-F no entramos en explicaciones y motivaciones políticas o partidistas.
Prescindiendo de ese punto de vista decimos que nos parece oportuno lo que vaya en la línea de recortar en lo que afecte a la clase política, no a los ciudadanos, a los trabajadores.
Quizá la cantidad que se ahorre con este recorte no sea significativa, sea un brindis al Sol, pero puede ser un ejemplo motivador, que debería seguir con la eliminación o reducción de puestos, empresas públicas, órganos de dudosa eficacia, puestos de confianza, gastos de representación, privilegios vitalicios, subvenciones, televisión pública, publicidad… y tantos y tantos gastos, que todos conocemos. Los ciudadanos queremos que las medidas de austeridad vayan por ahí.
Los recortes que rechazamos son los que se inflingen a quiénes no son culpables de esta grave situación, a los trabajadores, o a servicios públicos fundamentales; preferimos que haya menos diputados y menos políticos pero no merme el Estado de Bienestar ni los derechos de los trabajadores; en lo que tenemos, por desgracia, mucha y nefasta experiencia.
También lamentamos la impunidad de quiénes nos han traído a esta lamentable y grave situación, con sus abusos, prevaricaciones, cohechos, clientelismos…; ¿no tienen ninguna responsabilidad del fiasco que dejaron?; el gobierno regional debería buscar las responsabilidades a que hubiere lugar, sean quiénes sean, no puede mirar para otro lado, y que sufran las consecuencias administrativas, económicas o penales, que merezcan.