Estanislao Z. Navas.- Corría el año de nuestro señor de 1722 cuando doña Isabel María de Salazar, rica hacendada de la localidad de La Solana, mandaba a favor del convento y religiosas de Nuestra Señora del Carmen la cantidad de 1500 ducados, según se extrae de ciertos protocolos que existen en el Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real. Sería un ejemplo más de cómo las familias de cierta posición incluían entre sus testamentos ciertas donaciones para las instituciones religiosas para así demostrar el fervor que profesaban. En este caso, nos situamos en el Monasterio de Santa Isabel y San Antonio Abad de las Reverendas Madres Carmelitas Descalzas de Ciudad Real, conocido comúnmente como las Carmelitas o Convento del Carmen y que se encuentra en la Plaza del Carmen. Casualmente es en estas fechas – el próximo martes día 16 – cuando se celebrará la onomástica en honor a la misma.
Tal y como nos indica don Inocente Hervás y Buendía, a finales del siglo XVI, don Antonio Galiana y Bermúdez y su esposa doña Isabel Treviño, habiendo adquirido la casa – hospitalillo de San Andrés, adoptaron la decisión de acometer la obra de un convento de la Orden de Montesa, a cuya milicia pertenecía, aunque la decisión tornó llamando a las hijas de Santa Teresa –las monjas del Carmelo- procedentes del convento de Toledo, con lo que el 11 de febrero de 1596, y a la cabeza de la priora M. María de Jesús, naciendo así el convento bajo el título de San Antonio Abad y de Santa Isabel, por expreso deseo de los patronos. Estos mismos no sólo habían realizado donaciones para instrucción pública sino que instituyeron un Patronato que debía contraer las siguientes obligaciones: “los patronos había de elegir todos los años diez y ocho doncellas pobres, las que habían de recibir 200 ducados cada una, <para ponerse en Estado>; siendo parientes de los fundadores tenían derecho hasta tres dotes”. Además, dejó designadas ocho casas principales de esta ciudad, cuyas hijas habían de percibir 800 ducados a este mismo fin.
Posteriormente, don Antonio Galiana fundaría un mayorazgo para una sobrina, con la condición de que si no tenía descendencia fundase un convento de religiosos descalzos del Carmen. A su muerte, la Orden reclamaría que fuese cumplida tal disposición y el 30 de mayo de 1610 tomaron posesión de dicha casa, que les dieron las monjas. Más tarde se trasladarían a la calle de Toledo, hasta que llegasen a buen puerto las disputas hereditarias. Se construiría una iglesia en 1619, continuando la edificación del convento extramuros de la ciudad. La permanencia de estos religiosos carmelitas en el convento duraría hasta 1821, por haber sido destinados al de Almodóvar. Después sería utilizado para hospital municipal –y provincial desde 1857-. Una vez establecido el nuevo hospital provincial, en aquel se establecería un manicomio provincial y después el de infecciosos.
En cuanto al edificio en sí, podríamos detenernos en dos aspectos principales: el interior de la iglesia carmelita y su portada principal. Sus muros son de mampostería de piedra en los arranques y tapial en el resto.
Por lo que respecta al interior, cabe precisar que la planta sigue el modelo de la planta prototípica jesuítica, originada a partir del Concilio de Trento, y cuyo máximo estandarte era Il Gesú de Roma, de Vignola. Así, su estructura viene definida por la existencia de una sola nave, una cúpula sobre un crucero de brazos poco desarrollados y un testero plano. Dicho espacio aparece cubierto por una bóveda de cañón con lunetos y en la cabecera el otrora retablo barroco aparece sustituido por una hornacina que alberga la imagen de la Virgen de Carmen.
En cuanto a la portada principal, su proyecto obedece a la tipología creada por el carmelita Fray Alberto de la Madre de Dios en la Iglesia de la Encarnación de Madrid. Su composición muestra un diseño vertical con tres cuerpos verticales. En el primero aparece la puerta decorada por una estructura coronada por una hornacina con la Virgen del Carmen decorada a ambos lados con roeles de piedra. en el segundo cuerpo se muestra una ventana por donde la luz penetra e ilumina la nave. Y el tercer cuerpo adopta la forma de frontón triangular cerrando la fachada con un óculo en su centro.
En cuanto a la puerta que da a la plaza, muestra una simple estructura adintelada del siglo XIX con una sobria decoración, destacándose la cruz que remata el centro del dintel. De escasa calidad es su material constructivo, salvo los esquinazos donde se disponen sillares regulares. El resto es un aparejo de cal y canto. Las portadas, en arenisca rojiza.
Desde 1991 este edificio fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento, y al igual que ocurre con muchos edificios de varios siglos, sus muros estaban teñidos de humedades. Así, las obras para eliminar las mismas se llevaron a cabo entre los años 2007 y 2008, además del solado de la planta baja que afectaban no ya sólo a la parte estética del inmueble, sino a su funcionalidad y estructura.
La eliminación de humedades ha sido una tarea complicada que duró casi cuatro meses. Las manchas se hallaban en la planta baja del edificio; en los muros estructurales y en todos los solados, y provocaban el deterioro del monumento. Llegaron a alcanzar alturas de hasta dos y tres metros, y a repercutir también en la salubridad del edificio.
Por otro lado, de la construcción del nuevo edificio anexo al convento, destacar que dispondrá de tres plantas, y que viene a sustituir a una vieja construcción de mediados del siglo XX que se encontraba ya un tanto deteriorada. Sendos proyectos han sido redactados por el arquitecto Javier Navarro Gallego; y están siendo ejecutados por la empresa Jesús Pérez Arroyo, especializada en la rehabilitación del patrimonio.
A ello se unió la construcción de un nuevo edificio de tres plantas anexo al convento que cumpliría las funciones de almacén. (Y también cabe reseñar que este edificio no ha estado exento de los desprendimientos de parte de su fachada, tal y como se muestra en una de las fotografías.)
El convento cuenta con dos plantas que giran en torno al claustro central, disponiendo las distintas dependencias alrededor del mismo. En la planta baja se localizan los servicios propios del convento, y en la planta alta se sitúan las celdas, el coro alto y demás dependencias complementarias y de trabajo.
En cuanto a la Virgen en sí, cabe señalar que su imagen fue realizada hacia el año 2001 por Jesús Méndez Lastrucci, escultor e imaginero bisnieto del legendario Castillo Lastrucci, Virgen del Carmen, que es de talla completa, hecha en madera de cedro, dorada y estofada para la hermandad de la misma advocación, que se encuentra en el convento de las Carmelitas Descalzas de Ciudad Real, y saldrá en procesión el próximo día 16 por las calles de nuestra ciudad.
Finalmente, del convento podríamos señalar también algunas curiosidades, tales como:
– Que poseía un molino de agua para la molienda del grano en el Guadiana a su paso por Alarcos, molino del cual se obtenían abundantes rentas.
– Que en el día 7 de septiembre del año 1803, se cuenta –como señala José Golderos, no se sabe si es leyenda o realidad-, el caso de la madre Paula, una religiosa carmelita de Ciudad Real que huyó del convento deslizándose desde el campanario hasta la puerta de la iglesia de la calle del Carmen.
– O que en la antigua plaza “de las Carmelitas” se instaló, hacia finales del siglo XIX, en su centro una de las tres primeras fuentes públicas de la ciudad
Gracias de nuevo Fermín, aunque para mí es un honor ser digno de tan EXAGERADOS halagos.
Gracias de nuevo