El dinero puede ser malo para la salud

Hace unos días conocimos la noticia de que a un españolito de a pié la diosa fortuna le había “metido un viaje” de veinte mil millones de las antiguas pelas, dicho en moneda “cañí” para que sepamos la verdadera dimensión de la “caricia”. Pues bien, ante todo y desde estas líneas, aunque no creo que las lea, le doy mi más sincera enhorabuena… de momento.
fermingassol
Quedarán ustedes algo confusos ante felicitación tan contingente. Disipar cuanto antes malos entendidos. No es envidia, sana ni de la otra. Un “pelotazo” de tantísimo dinero para un sesentón como es mi caso, supondría un inapropiado y complicado “begine the beguine”, que no deseo. Estoy o.k. en el rellano de mi escalera vital. Cambiar de vida a estas alturas no haría sino “sacarme de unas casillas” en donde tengo todo a mano y enseguida encuentro aquellas cosas que busco…que dicho sea, cada día son las menos.

Además me daría mucho miedo lanzarme a disfrutar de esos placeres que están reservados para motores con menos kilómetros y mejores chasis. Y temo también que el exceso me acabara provocando en principio una liviana y agradable sensación de vacío que se tornaría en desesperación cuando quienes quedaran vacíos fueran los bolsillos… que no sería el primero que siendo multimillonario acabara debiendo más de lo ganado. ¿No es esto en definitiva y por extensión lo que nos ha pasado en la España de hace poco? Muchísimos bolsillos que se llenaron de dinero, fabricados con tejidos mentales poco curtidos.

Consecuencia de las malas digestiones, cuando el estómago famélico se atiborra cada día de manjares abundantes demasiado condimentados. Sorprendente desenlace para quienes teniendo todo, acaban perdiendo hasta la vida. Es la paradoja más inesperada. Y es que el dinero, valor universal, parece que eterno, es sin duda un magnífico pasaporte para conseguir casi todo en la vida, pero casi todo… únicamente, ¿y después qué?
El dinero ha sido siempre ese gran objeto de deseo por el que muchos hombres han pagado a veces, bastante más de lo que vale…para acabar perdiendo después lo que buscaban…la felicidad.

Todo esto lleva a preguntarme: ¿Qué posee este salvoconducto universal, este aceptador de voluntades, ese gran “conciliador” de pareceres, aquél dios temporal y efímero?

Y esto es lo que me contesto: Todas las cosas poseen determinadas características que las hacen perceptibles; forma, color, sabor, olor y peso; en suma, cualidades que definen al objeto en cuestión expresando sus peculiaridades, su singularidad. El dinero también las tiene. Así podemos comprobar que el color del dinero puede ser blanco o negro según su procedencia; el sabor del dinero es como el agua, dulce que calma la sed o salada que la acentúa. El dinero huele al sudor del esfuerzo y trabajo, a la humedad de lo oscuro y sombrío o a frío panteón familiar. El peso del dinero es liviano cuando podemos con él pero muy pesado cuando su poder de persuasión nos vence. La forma del dinero da lo mismo, que siendo redonda o cuadrada, es casi siempre perfecta.

Pero tiene otras características que no son tangibles y pueden ser muy peligrosas incluso para la salud. La consistencia del dinero varía según la temperatura a la que se le someta. Duro y rígido cuando hace frio en la billetera; dúctil y generoso, cuando hace calor…en el corazón de quienes lo tienen. La fragilidad del dinero es la misma que las mentes y afanes de los seres que lo poseen.

El peligro más grande que tiene el dinero es hacerle creer al que lo amasa que puede volar con él por encima de la realidad. El dinero es un magnífico indicador para medir la verdadera talla humana de quien lo atesora. Una oportuna “parábola laica de los talentos” para todos nosotros, convertidos hoy en meros sujetos económicos, hijos materiales del tiempo que nos ha tocado vivir, tiempos neocapitalistas de excesos y carencias que los cubos de basura se encargan cada madrugada de diagnosticar: síndrome de nuevo rico.

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8 COMENTARIOS

  1. Sabia reflexion, amigo Fermin, y buena medicina de autoayuda para quienes sabemos que jamás la fortuna nos sonreirá de esa manera

    • Bueno, bueno…D.Manuel, como decía una clienta que tenía en el banco, que me toque, aunque sólo sea un poquillo. La cuestión es que el dinero no nos cubra y nos ahogue. Un saludo, maestro.

  2. Señor Fermín,es cierto que yo puedo casi todo…y en determinados momentos,puedo con todo;con políticos, sindicalistas,mafiosos,duques,por eso me llaman Don Dinero.Y en España,soy el primero.

    • Coño…y así nos va, ¡te digo yo!…Oye, no serás tú un tal Bárcenas…aburrido y envalentonado!!!De momento y perdona, te apeo el Don.

  3. Yo trabajo con drogodependientes y a veces les pregunto a mis usuarios: ¿Que harías si te tocaran 1.000.000 de euros?
    Las típicas respuestas que evidentemente no pasan por drogarse…
    «Pagar las deudas, comprar un buen coche, dar dinero a la familia, viajar por todo el mundo,…» Y a continuación les vuelvo a preguntar: «Pero te va a sobrar mucho dinero aún, ¿que harías?. Bueno después de mucho pensar en comprar y comprar, les pregunto. «¿Y cuando hayas gastado en todo eso, hayas viajado por todo el mundo y te hayas «inflado» a comer, ¿que haces…?
    Se me quedan mirando y ya no saben que decir pues ya han satisfecho todas sus frustraciones.
    Luego les hago llegar a la conclusión de que cuando una cifra pasa de «X» ceros ya no hay felicidad pues ya han conseguido todo y aún les sobra dinero, ya no sabrian en que gastarlo y les entraía una «depresión».
    No se si me explicado bien… dando la razón a Fermín con el título, matizando bastante, claro está.

    • Es cierto que uno desea lo que no tiene. Y lo primero que se ha de lograr es tener una vida digna, si no es así…lo demás es una broma truculenta. Otra cosa es saber qué cosas se necesitan para madurar como persona y en este caso, el dinero…no creo que sea lo primero.

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