Este próximo fin de semana las carreras (motos y F-1) llegan dos circuitos cargados de historia y que pueden ser tratados en ambos casos como catedrales de la competición a motor: Assen y Silverstone.
Evocar la historia de estas pistas y añorar cuando las carreras se decidían más por la genialidad y dotes de los pilotos que por las estrategias, “safety-cars” y degradación de gomas hechas “degradables” adrede, es constatar que ya nada será igual ni siquiera en los asfaltos que sirven de escenario para los GG.PP. Las pistas más emblemáticas van cediendo paso a los circuitos asépticos, trazados con escuadra y cartabón, clónicos entre sí o entre la mayor parte de sus curvas, con magníficas y siderales tribunas para que los VIP’s se sientan a sus anchas viendo la carrera por el televisor y asomándose por las ventanas cuando se sitúan los ganadores en el podio: hablamos de los circuitos diseñados y remodelados por Hermann Tilke (Alemania, 1954) o como se conocen en argot, los “tilkódromos”.
Tilke, ingeniero civil aficionado a las carreras hasta el punto de competir en categorías locales a bordo de turismos, entabla en los noventa buenas relaciones con los propietarios de circuitos alemanes lo que le pone en bandeja la remodelación de las tribunas Mercedes del viejo Nürburgring en 1995. De ahí a remodelar por completo el Österreichring austriaco para convertirlo en A1 y diseñar el nuevo trazado corto de Nürburgring fue un paso que se coronó con la ejecución del Sachsenring en 2001. Esa prolífica carrera en su país natal no pasa desapercibida para Bernie Ecclestone, el rey Midas de la F-1, que pronto lo integra en las que serían sus maniobras más rentables en la primera década del milenio: vender GG.PP. al mejor postor y garantizarse que pueden pagarlo. Como estos nuevos ricos de países emergentes (Abu Dhabi, Bahrein, Qatar, Malasia, India, China, Turquía…) carecen de tradición en las carreras y no disponen de pista alguna, ahí están el bueno de Bernie y el intuitivo Hermann para dotar al país en cuestión de esa necesaria infraestructura para homologarse como “occidental de todo derecho” y degustar uno de los placeres más caros de los occidentales: la Fórmula Uno. “Circuitos sin personalidad que únicamente están ahí para evitar que la aerodinámica acabara con la competición, por lo visto ha sido mas simple hacer circuitos nuevos adaptándolos a las particularidades de la F1 moderna que hacer reglas limitando los efectos de la aerodinámica o el aire sucio…” (Santiago Niza en formula1.es)
Los tilkódromos son circuitos de karts adaptados a los grandes karts que son los monoplazas actuales, pistas casi planas o con pendientes livianas que, salvo quizá Austin, se asemejan unas a otras con la excepción de una o dos curvas que forman parte del ADN exclusivo de la pista que, por otra parte y como rasgo común, desprecia al espectador “in situ” llevándolo a centenares de metros en donde se encuentra la acción, gracias a zonas comunes que no tienen nada que ver con las antiguas “pelousses” de trazados como Jarama, Jerez, Spa o Zandvoort. En el actual calendario de F-1, ocho circuitos (Sepang, Shanghai, Bahrein, Marina Bay, Yeongam, Buddh, Yas Marina y Austin) son “tilkódromos”, mientras que en otros dos (Silverstone y Nürburgring) su mano se nota determinantemente; es decir, casi el 50% del mundial 2013 se corre en este tipo de pistas anodinas y de moderno diseño en donde un error no se convierte en un abandono o en un retraso importante, sino en una “virguería” para ser cazada por la cámara “super-slow” que queda tan mono en las repeticiones. Los “tilkódromos” no imponen retos al piloto como Mónaco, Spa o Monza y por eso, tipos como Räikkönen, Alonso o Hamilton, disfrutan enormemente en estas viejas pistas, mucho más que en los circuitos de simulador o de PSP en que se han convertido los actuales. Claro que hoy es lo que hay porque, recordemos, el circuito de las Américas (Austin) estaba ya disponible en los simuladores de McLaren antes siquiera de haber echado la primera capa de “slurry” sobre el trazado tejano y que pilotos probadores de renombre como Pedro de La Rosa sean valorados más por su dominio de estos super-simuladores que por su amplia trayectoria de probador-conductor en Jordan, Jaguar, McLaren y compañía.
“Sign of times” que cantaba el inefable Prince hace unas décadas. El jamón-york loncheado simétricamente, plastificado y nada de cortes en el charcutero de la esquina; las patatas, perfectamente limpias cómodamente transportables; la cerveza, sin alcohol; el café, descafeinado y los “kivis”, amarillos… vayamos a una gran superficie en busca de nuestro alimento y comprobaremos en qué sociedad nos hemos convertido. Pues bien, esa es la sociedad que los domingos a las 14 horas disfruta de carreras asépticamente emocionantes más por los comentarios estrambóticos de los locutores que por la acción sobre el terreno. Y es lo que hay.
Aún así no os perdáis el sábado (ojo a los despistados) las tres carreras de Assen, haciendo “zapping” con la calificación de Silverstone, y el domingo la carrera de F-1, en el circuito donde todo empezó… y no olvidéis el abanico.