Compre tres bragas y le regalamos un libro

Fermín Gassol Peco.- Una de las ventajas que tiene el mundo de hoy es la de que cada vez existen menos lugares exclusivos. Hoy todo se entremezcla en una amalgama de sensaciones y situaciones que hacen de nuestra sociedad un mosaico de ideas, pareceres, culturas y problemas.
fermingassol
Quién nos iba a decir hace unos años que en un carrito de la compra y al lado de un saco de patatas y una bolsa de pescado íbamos a llevar también un televisor, unas zapatillas, una camisa y un libro para leer en casa. O que un banco iba a regalar vajillas de porcelana, cacerolas, edredones, TDT y viajes a la Conchimbamba, eso sí cualquier cosa menos libros que los bancos son muy listos y saben lo que regalan.

La lectura es una afición que tiene pocos seguidores en la actualidad. Supone para quien la ejercita una actitud de esfuerzo, dinamismo e iniciativa hacia las letras que los libros encierran. Resulta mucho más cómodo para el hombre de hoy ser un mero perceptor de sensaciones audiovisuales independientemente del cariz que éstas tengan. Vivimos en la era de la imagen y sonido, qué imágenes a veces, qué sonidos y resulta ser mayor el número de conocedores de una obra literaria cuando es llevada a la televisión, al cine y en menor medida al teatro. Leer es adentrarse en un mundo hermoso que te espera cercano, oculto, misterioso para ser desentrañado, silencioso y personal, respetuoso con la intimidad, generoso con el tiempo. Una pena perderse todas esas sensaciones.

Regalar un libro resulta ser siempre un síntoma de fina sensibilidad cultural tanto de quien lo hace como de quien lo recibe. Regalar un libro es regalar ideas, pensamientos, sensaciones, imaginación, belleza, ingenio. Y para feliz ingenio, no el de un establecimiento bancario o una gran superficie, ni siquiera el de una librería que sería lo más propio. Ingenio el que ha tenido un vendedor ambulante, peregrino de los populares mercadillos semanales. Un comerciante ha tenido la ocurrencia y osadía, diría yo, de regalar libros en su puesto de venta. España por fin ya no es lo que era. Entre puestos de chaquetas, pollos fritos, frutas, verduras y abalorios chinos, la luz de un puesto donde se regala la cultura. El generoso expendedor de literatura pasará a la historia por tener la feliz idea de insertar entre los elementales útiles caseros y prendas íntimas el pan de la cultura. Y es que hace unas fechas he recibido de un amigo la fotografía del puesto de un mercadillo en la que se puede leer: “Por la compra de tres bragas le regalamos un libro” dice sin complejos el cartel añejo de cartón ilustrado.

No me digan que no es para rendirse, no me digan que su autor no merece un sillón en la academia, no me digan que no merece un premio de artes y oficios por vender de una manera tan fina. Verdaderamente estremecedor que encontremos por fin un prohombre de la cultura entre tanta tela….marinera.

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4 COMENTARIOS

  1. Pues ojalá y tanga que llegar el día que la cosa sea al revés. Por cada tres libros…regalar…aunque sea un chupa chups… que la cosa no está en chupar, sino en las ganas de leer y ser más cultos. ¿El lugar? Da lo mismo.

  2. Anécdota:
    Recuerdo hace muchos años en que estuve colaborando de pruebas con una empresa tipo «Circulo de Lectores» que pasamos a una vivienda y cuando ofrecí los productos: enciclopedias, libros sueltos, etc, y conseguí que se dicidieran por uno de ellos, la primera pregunta de los futuros «lectores» fue: ¿»No tendrá vd esa colección, CON EL LOMO CAOBA para que haga juego con la librería…»?
    Me sorprendió la pregunta y aunque agradecí la sinceridad, me estristeció pues no querían el producto para leerlo sino como un adorno más en la decoración de su librería…
    ¡Una pena, pero así fue y así lo he contado!

    • Claro Luis Mario…y libros al peso..para llenar estancias….y luego decimos que…. si la abuela fuma….Pena, penita, pena…

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