Hay que ser mastuerzo, irresponsable, homicida en potencia, indeseable ( todos los calificativos que se añadan son pocos), para subirse a un autobús lleno de niños y adolescentes y ponerse al volante cuadruplicando la tasa de alcoholemia como ha sucedido en la ruta escolar Almadén-Agudo, no precisamente una carretera fácil. Que el señor conductor se ponga hasta las trancas es su problema pero si lo hace al frente de un transporte escolar, el problema es nuestro. Habrá que confiar en que lleve la sanción o pena que en justicia merezca. Horroriza imaginar un autocar de niños haciendo eses por la carretera jugándose la vida a cada curva.