Las calles de Porzuna, engalanadas para la ocasión, se llenaron de visitantes dispuestos a contemplar una tradición con varios siglos de historia
Antes incluso de que el sol asomase por el horizonte decenas de porzuniegos comenzaban los preparativos para dejar la localidad lista para uno de los días más importantes del año. Las alfombras de serrín se extendieron por todo el municipio llenando Porzuna de color desde primera hora de la mañana. De ello se encargaron los voluntarios y el personal del Ayuntamiento.
Cuando la decoración de las calles iba tomando forma, llegó el momento de dar ‘los buenos días’ a las autoridades civiles y eclesiásticas. Tanto el sacerdote como el alcalde contemplaron cómo la rondalla de Porzuna interpretaba el tradicional fandango que resuena cada año en el municipio a primera hora de la mañana.
Las jóvenes, ataviadas con la típica vestimenta manchega, acompañaron a la rondalla y a los jinetes que también asistieron a lomos de sus caballos. Con la presencia de estos animales se trata de rememorar los años en los que los caballos eran compañeros habituales de las familias porzuniegas.
Ya por la tarde, llegó el plato fuerte de la jornada y, posiblemente, del año en Porzuna. La procesión del Corpus salió de la iglesia de San Sebastián con los doce danzantes, que representan a los doce apóstoles, pisando las alfombras de serrín elaboradas para la ocasión. Mirando siempre de frente a la Custodia, recorrieron las calles porzuniegas mientras realizaban una ancestral danza y se detenían en cada uno de los altares elaborados especialmente para la ocasión. Todo ello, arropados por cientos de personas que les acompañaron durante la procesión.
Minutos antes de que el sol se pusiese en Porzuna, la procesión echó el cierre y un año más se terminó con la celebración del Corpus en el municipio.
