‘En el principio’

Este es el título temático del pabellón vaticano, en la próxima Bienal de Venecia, la número 55, inaugurada el pasado 1 de junio. Una Bienal que ha nacido con el pomposo título de ‘El Palacio Enciclopédico’; nombre extraído del trabajo del arquitecto italiano Marino Auriti, que bebe en fuentes legendarias del saber guarnecido y guardado en un solo espacio inconmensurable. Una llamada reflexiva, de ‘El Palacio Enciclopédico’, que en la era de internet pierde peso y medida;  y en la que expondrán sus obras más de 150 artistas y 88 países, de los que diez acuden por primera vez. Y entre ellos el Vaticano o ¿los Estados Vaticanos? Aunque no sé, si ese pabellón figura como el de un Estado o como el de una confesión religiosa.

He dicho bien pues, ‘Pabellón Vaticano’, en una Bienal de Arte, y por vez primera visible en el Arsenal veneciano.  Frente a la difusión de un Iglesia de los pobres y de la pobreza, que encarna y promueve el Papa Francisco, se produce este quiebro singular y no sé si congruente con lo anterior. Ahora que se habla, nuevamente, en España de la financiación del Concordato suscrito entre el reino de España y  la Santa Sede y de su coste; o se habla de excepción fiscal de la Iglesia católica. Un gesto extraño, por ello del Vaticano de los pobres, para comparecer en un entorno propio del territorio del  arte y de la ‘Haute Couture’ y propio, igualmente, de cierto ‘laicismo cool’ pero muy adinerado.

Dice el cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, que  la presencia vaticana es tanto para realizar una reflexión sobre ‘El Génesis’, como para establecer relaciones con las prácticas artísticas contemporáneas, en aras de ese diálogo necesario entre Arte y Fe. Aunque ya ha habido antecedentes del diálogo de la Iglesia con el Arte, como reflejara la encíclica de Pio XII ‘Mediator Dei’ de 1958, quien llegó a afirmar que: “es necesario dar libre campo también al arte moderno siempre que sirva con la debida reverencia y el honor debido a los sagrados sacrificios y a los ritos sagrados”.

Debate pues de la relación Arte y Fe,  que cuenta con los precedentes  de los dominicos franceses de los padres Couturier y Régamey. Couturier que ya había ensayado en 1918 con Maurice Denis, las relaciones entre Arte y Religión; y más tarde había conectado  con el movimiento del ‘Taller de Arte Sacro’ o con las posiciones de intelectuales católicos, como Claudel y Maritain; había publicado en 1942 su trabajo ‘Arte y catolicismo’. De 1956 es, por otra parte, la Exposición de Arte Cristiano, organizada por el padre Morel en París, donde participaron creadores de la escuela francesa, como Georges Rouault, Georges Braque, Pierre Bonnard, o Henri Laurens.

La apuesta vaticana para esa reflexión artística en Venecia,  cuenta con una triple intervención que juega con ese entorno fundacional de ‘El Génesis’. Por ello la han denominado las propuestas como ‘Creación’, ‘De-Creación’ y ‘Re-Creación’. Para lo cual han invitado al Studio Azzurro para el primero de los trabajos; al artista checo Josef Koudelka para el segundo episodio ‘De-Creación’ (donde surgen desde el Pecado Original al conflicto de Caín y Abel); y  la ‘Re-Creación’ o Nueva humanidad, como la llama Ravasi, la ha sumido el artista Lawrence Carrol, reflejar en palabras vaticanas el “evento punición-purificación” que arrancando del Diluvio y Abraham llega al Pacto de la Nueva Alianza.

Ravasi y su mano derecha, Antonio Paolucci, Director de los Museos Vaticanos,  formulan la reflexión creativa para unos tiempos descreídos y cada vez más laicos; por lo que el esfuerzo veneciano puede quedar oculto por la ‘acqua alta’ tan frecuente en Venecia. Unos tiempos que en España, la Conferencia Episcopal, ya ha llamado como “país devastado por los jabalíes del laicismo y el relativismo”. Como en Venecia. Y como en el Pabellón vaticano.