Pablo L. Higueras Higueras, Catedrático de Universidad Instituto de Geología Aplicada, UCLM.- La aparición de chorros de agua en la región del Campo de Calatrava comenzó siendo un fenómeno singular a nivel mundial, con aquel espectacular ejemplar que brotó en las proximidades de Granátula de Calatrava el día 25 de agosto del año 2000.
Se discutió entonces mucho sobre si se trataba o no de un geiser, dado el pasado volcánico conocido del área. Ya entonces se precisó que no se trata de este tipo de fenómeno, que en términos precisos se podría definir como un chorro de agua caliente, lo cual no es el caso en aquel de Granátula ni en los que han brotado con posterioridad en Bolaños y Almagro. Pero desde luego, sigue siendo un fenómeno único y con ciertas conexiones con el “fenómeno geiser”: se trata de emisiones de agua a temperatura ambiente de considerable potencia, que alcanzan alturas que en caso del de Granátula llegaba a superar los 50 metros, mientras que en los casos más recientes la altura no supera los 10-15 m. Otras diferencias significativas entre el primero y los subsecuentes se refieren al hecho de que “el original” del año 2000 emitía el agua con gran continuidad y acompañado de un importante arrastre de partículas sólidas (arenas, arcillas, incluso fragmentos de rocas de varios centímetros de diámetro), mientras que en los aparecidos en los años 2011 (en Bolaños) y 2013 (en Almagro) la emisión de agua es un fenómeno intermitente y el agua aparece bastante limpia, sin acompañamiento de partículas visibles. Un carácter común en todos ellos es que el agua emitida es la conocida en la zona como “agua agria”, es decir, agua rica en contenido en hierro, y otras sales que le confieren el característico sabor que resulta tan conocido para los ávidos consumidores de este tipo de agua, tanto en Puertollano, donde es toda una tradición popular, como en otros puntos donde existen manantiales o pozos de esta variedad de agua. Aún sin ser el tema de este artículo, no puedo menos que aprovechar esta ocasión para desaconsejar el uso continuado de este tipo de agua como agua de bebida: su excesivo contenido en sales obligaría a considerarla como “no potable” a efectos legales; en todo caso, como tantos otros productos de consumo desaconsejado, como puede ser el tabaco.
Pero volvamos al tema de los chorros, e intentemos responder a algunas cuestiones básicas: ¿Por qué se producen? Es una pregunta que ya hemos respondido los técnicos, en diversas publicaciones e informes: se trata de aguas confinadas, es decir, que no tienen salida a la superficie a través de manantiales u otras surgencias; además, deben contener una notable cantidad de dióxido de carbono (CO2) disuelto, de origen magmático, en relación con la actividad final del volcanismo del Campo de Calatrava. El agua tiene capacidad de disolver este y otros gases, en especial mientras el agua esté sometida a presión; es como el agua carbonatada embotellada, los refrescos gasificados o la cerveza y el cava: todos ellos consisten en agua con “aditivos” diversos, naturales o artificiales, y con gas carbónico, añadido o no, dependiendo del proceso de fabricación; al igual que cuando se abren las botellas de estos productos se produce una liberación del carbónico disuelto, cuando se realiza una perforación en una de estas cuencas y se alcanzan los niveles donde se encuentra esta agua, el gas carbónico la empuja hacia la superficie, como empuja al cava fuera de la botella al abrir ésta.
Siguiente pregunta: ¿Por qué el chorro del 2000 era más potente que los posteriores? Esta pregunta es más complicada de responder, ya que requiere estudios de detalle que no han llegado a realizarse. Pero podemos especular un poco para intentar responderla: todos los chorros se han producido en cuencas sedimentarias recientes (Plioceno-Cuaternarias), con relleno de materiales detríticos (gravas, arenas, limos y arcillas) que en detalle forman una asociación de distintas subcuencas con distintas características propias en cuanto a extensión, profundidad y proporciones distintas de grava/arena/limo/arcilla. La subcuenca de Granátula-Moral tiene una mayor extensión y profundidad que la de Almagro-Bolaños, lo que hace suponer que le permite albergar una mayor cantidad de esta agua gasificada. Además, según los datos de que se dispone, el sondeo que favoreció la aparición del primer chorro era considerablemente más profundo que los que permitieron la salida de los chorros de Bolaños y Almagro. Uno u otro factor, o la conjunción de ambos, serían los causantes de esta notable diferencia de potencia del chorro inicial respecto a los posteriores. También estos factores pueden explicar la diferencia entre el carácter continuo del primer chorro y el intermitente de los segundos: en el primer caso el acuífero, más profundo y extenso, debía estar completamente confinado, sin posibilidad de aportes de las aguas superficiales; en el caso de Bolaños y Almagro, el acuífero debe ser de menor profundidad, y debe estar recibiendo aportes de aguas superficiales, en particular durante estos años en que las lluvias están siendo anormalmente copiosas; así, el carácter intermitente puede estar siendo producido por el hecho de que sólo cuando se alcanza un cierto nivel de carga del acuífero, este “rebosa” empujado por su contenido carbónico.
¿Cuándo y porqué cesan los chorros? Otra pregunta de difícil respuesta, pero siendo de nuevo especulativos, y atendiendo a las ideas anteriores y los datos de observación, parece claro que el primer chorro, cuyo cese de actividad fue súbito, paró debido a que la extracción de materiales sólidos (grava y arena) por el agua produjo un cierto “hueco” en la zona desde la que se estaba produciendo el aporte de agua hacia el sondeo, y ello produjo el derrumbe de las paredes de éste, lo que impidió al agua seguir fluyendo. ¿Ocurrirá esto con el chorro actualmente activo en Almagro? Es probable que no, puesto que la salida de materiales sólidos no aparece como significativa, contrariamente a lo ocurrido en Granátula. Así pues ¿cesará la actividad de este chorro en el futuro? En este caso, si mi idea antes expuesta sobre la causa del carácter intermitente del chorro es correcta, el cese de su actividad solamente se producirá cuando la presión que ejerce la recarga continua del acuífero desde las copiosas aguas superficiales cese. A efectos prácticos, el chorro cesará cuando cesen las lluvias y se normalicen los niveles freáticos, un tiempo después de que cesen los excesos pluviales.
Última pregunta: ¿seguirán produciéndose chorros? Seguimos en al campo de la indeterminación y el “futurismo”. Desde luego, mientras las necesidades de agua de nuestra sociedad sigan siendo crecientes, la necesidad de encontrar agua a cualquier profundidad y en cualquier lugar del ámbito concreto del agro calatravo, permitirá que se produzcan “pinchazos” que afecten a estos acuíferos carbónicos, y se produzcan nuevas surgencias de este tipo de aguas. Por otra parte, su carácter de aguas agrias las hace de menor utilidad en buen número de usos, lo que permite valorar como muy acertada la recomendación hecha en el contexto del informe de GEOVOL (2013) de prohibir la futura realización de sondeos que afecten a acuíferos confinados. Ahora bien ¿cómo identificar y delimitar con cierta precisión tales acuíferos? Esa pregunta ya es muy concreta y requiere una respuesta no especulativa para la que solo la ciencia, mediante estudios específicos, puede tener una respuesta satisfactoria.
El géiser, hervidero o lo que fuere de Granátula de Calatrava apareció el 25 de julio de 2000, y no el 25 de agosto como erróneamente se dice en el artículo. Se extinguió el 17 de enero de 2001.
[…] aparentes colapsos de minutos después de los cuales el agua vuelve a la superficie con fuerza. Según los expertos, el carácter intermitente del chorro calatravo puede estar siendo producido por el hecho de que […]
[…] Los chorros –”geiseres” del Campo de Calatrava: algunas preguntas, y sus respuestas especulati… […]