Los plumíferos de MiCiudadreal nos estamos volviendo tan ácidos que vamos a necesitar lectores extremófilos para poder sobrevivir. Quisiera poder leer a alguien sin asustarme o quemarme con tanto tizón o lanza térmica de acetileno. Hace falta algo de humor y no precisamente la bilis negra que forma el adjetivo atrabiliario. Por demás, no sé por qué se escandalizan de que la tele recomiende a los parados ir a poner velas en las iglesias y rezar a los santos. ¿Los habrán despedido por eso? ¡Qué tontada! ¿Quieren que recen a otros que les oyen todavía menos, como por ejemplo periodistas de papel o políticos de pago? Conociendo el becerro de oro que adoran, tal vez deberíamos hacer muñecos de vudú con acupuntura ardiente para soltarles conjuros tomados de cualquier ars goetia y que parezca un accidente.
Mas lo cierto es que, un denotado día de asedio democrático a la congregación de hermanos y hermanitas imputadas, nuestros primates se rodearon de mil quinientos angelitos de la guarda (civil) o maderos del árbol del bien y del mal, bien provistos de bastos para dar leña, espadas de fuego (copas y oros ya tienen de sobra) y gases de azufre, por si el señor de las moscas, porque ya sabemos a qué acuden las moscas. Y los papis y mamis de la patria venían, además, con el culo rebozado de teflón y coche blindado, escondiendo muy bien el segundo rabo entre piernas, así como los cuernos tras las orejas, que íncubos y súcubas sufren problemas auditivos, tan insonorizados como están a los alaridos, y a sus narices pegados.Fuera, leíase un exorcismo de todos los demonios, se desataban fuerzas paranormales y corrían que se las pelaban los disciplinantes de las procesiones policiales, en medio de un dies irae dantesco, mientras pensativos y fumativos miraban desde sus peceras los altos gerifaltes ejecutores de la cosa. En nombre de su ídolo Belial, los maderos golpeaban a los troncos posesos, que mascullaban «¡Abuelo, ayúdame! o ¡Vade retro, Merkel! o ¡En Cristo confiamos! o ¡Aire para los naziflautas!, y bajaban a las catacumbas del metro aporreados o casi muertos, porque hay gente que es como los olivos, que solo a palos dan fruto, díganlo las cuitas del joven Wert, quien no quiere acabar como el héroe de Goethe, asediado por las calabazas, el paro y los ripios del falso bardo Ossián. Pero no se preocupe: a Wert nunca le faltará Lotte.
Así pues, hermanos, regocijémonos, pues que las Santas Escrituras nos dicen que
estemos, en la aflicción, gozosos, y esperemos grandes portentos y una señal en el cielo que nos indique cuándo, sin más aplazamientos, recursos, dilaciones, prórrogas y epiqueyas, se llegue a hacer la justicia del cielo, porque la fuerza es la que impera aquí en la tierra. Amén.Me pongo presbiteriano porque hace falta lo menos un grado en Teología para orientarse en el Infierno en que nos está ahondando el congremio de los imputados. Si antaño nadie sabía qué santo había hecho el milagro (español), ahora compete saber qué diablo ha causado este simétrico
pandemonium. Y un humilde servidor, instruido por eminencias como los padres
Amorth y
Fortea, y apoyado por lumbreras de la tradición demonológica como
Sprenger, Kramer y Ciruelo, llego a la conclusión de que el diablo que está destruyendo a España y compañeros mártires es Belial.La
Wikipedia, ese pozo de ciencia infusa, tan infusa como que viene de todas partes, incluso de algunas que nadie sabe cómo llamar, nos identifica qué significa su nombre en hebreo:
Es una palabra compuesta por bliy (bel-ee’) (#1097 del
Diccionario Strong’s)
que tiene por significado «corrupción». [Así se usa en
Isaías XXXVIII:17]
El segundo término es ya`al (yaw-al’) (#3276 del Diccionario Strong’s)
que significa «ganancia». [Así se usa en
Isa XXX:5;
Job XXI:15;
Jer VII:8…]
Por lo tanto muchos especialistas atribuyen a Belial el significado: «el de ganancias corruptas».
Y prosigue con tono didáctico y sapiente:
Se le dan también los títulos de «Señor de la arrogancia» o «Señor del orgullo» e «Hijo del Infierno» (Baal’ial). Desde la Edad Media ha sido considerado como Príncipe de los Infiernos. En el judaísmo los hombres impíos son considerados hijos de Belial.
Por último, el muy erudito autor, o uno de los autores, trae a colación una atinada cita de El Paraíso Perdido de John Milton:
El último fue Belial. Nunca cayó del cielo espíritu más impuro ni más torpemente inclinado al vicio por el vicio mismo. No se elevó en su honor templo alguno ni humeaba ningún altar; pero, ¿quién se halla con más frecuencia en los templos y los altares, cuando el sacerdote reniega de Dios, como renegaron los hijos de Elí, que mancharon la casa divina con sus violencias y prostituciones? Reina también en los palacios, en las cortes y en las corrompidas ciudades donde el escandaloso estruendo de ultrajes y de improperios se eleva sobre las más altas torres y cuando la noche tiende su manto por las calles, ve vagabundear por ellas a los hijos de Belial, repletos de insolencia y vino. Testigos las calles de Sodoma y la noche de Gabaa, cuando fue menester exponer en la puerta hospitalaria a una matrona para evitar un rapto de más odios.
Dios nos pille confesados.
«A Wert nunca le faltará Lotte». Qué juego dan los clásicos cuando se tiene talento. Eres una enciclopedia andante…y un cachondo, Angel Romera.
Desde luego puede que con el qué no se esté siempre de acuerdo, pero el cómo es admirable. ¿Acidos, los plumillas miciudarrealeños? C,est la vie, mon ami.