Sabemos que D. Mariano Rajoy es hombre de pocas palabras. Prueba de ello son las escasas y escuetas declaraciones a que nos tiene acostumbrados fuera de las obligadas comparecencias en el Parlamento o con ocasión de la visita de un mandatario extranjero.
Por cierto, a modo de paréntesis diré que nunca he entendido que se hable de cuestiones internas, de problemas domésticos en comparecencias aprovechando la estancia y la presencia de alguien que representa a otro país y que por tanto es ajeno al tema; y no digamos ya cuando somos nosotros los invitados a visitarlo. Esa costumbre, a quien escribe le parece una falta de respeto hacia un mandatario extranjero que no entiende ni papa ni le importa en absoluto el tema abordado. Que la ropa se lava y a los hijos ya crecidos se les regaña en casa y sin vecinos.
Y sigo con el tema…decía que Rajoy habla poco, tan poquito que en sus últimas declaraciones ha batido todo un récord, con sólo una palabra ha despachado el asunto. Paciencia es la esperanzadora idea con que “resume el sumario”.
Ahora nos pide que seamos fieles imitadores del santo Job, a la vez que realicemos cada mañana un acto de fe, es decir nos pide mucho a cambio de no explicar, siquiera un poco, el porqué de «creer y esperar tanto en él”.
A veces me da la sensación de que este registrador pontevedrés está ejerciendo de eso, de registrador, aunque eso sí, ganando bastante menos que si se dedicara a esa bien remunerada profesión, limitándose a registrar aquello que le llevan y que no son precisamente escrituras de hipotecas.
Porque ignorando que ha ejercido tan difícil profesión, cualquiera diría que D, Mariano hubiera estudiado medicina, que se comporta como ese galeno que lleva horas y horas operando a un enfermo y muy de tarde en tarde sale a decir a los acongojados familiares que tengan paciencia y sigan sentados o tumbados si anochece…y vuelve a entrar al quirófano…sin explicar cuánto queda, cómo se encuentra y si sobrevivirá el enfermo que tiene entre sus manos. ¡Qué sangre fría la del registrador gallego, madre mía!
Fermín Gassol Peco
Acertada radiografía del personaje y de su ¿obligado? comportamiento.