El Guardian del Valle.- Con cierto escepticismo de antemano el Guardián del Valle ha hecho una nueva visita a la vía verde de Puertollano para constatar que los desperfectos detectados la vez anterior seguían igual:en perfecto estado de desperfecto. Todos los desperfectos salvo uno, por lo que valió la pena el paseo escrutador: esta vez el rio Ojailén no bajaba con espumarajos sino pristino, cristalino, y lleno de vida como si estuviéramos antes de la Revolución Industrial. El Guardián del Valle pudo contemplar peces, algunos de considerable tamaño, ranas y culebras, como la que aparece en la foto, prueba de que las aguas son salubres y aptas para que se pueda desarrollar la vida. El esplendor del rio, más el de la vegetación rampante por todos lados debido a las abundantes lluvias de esta primavera, ofrecen al paseo verde y a todo el valle minero un aspecto envidiable ya que ofrece al viajero, al vecino o al foráneo, bellas instantáneas. Lo demás sigue en su estado de abandono, aunque el Valle con su arquitectura minera derruida de por años parece haber modelado una impronta propia y singular que lo hace reconocible. Hay otros aspectos que son de fácil solución, pero otros no tanto como el de la ermita: habría que contactar con la parroquia a la que esté adscrita la ermita si lo está y animar a una colecta ciudadana para su arreglo definitivo, incluso con una pequeña verja. Porque una ermita, o se cuida o de derruye por completo para que no quede rastro, pero no se deja abandonada a manos de butroneros y visitantes nocturnos de aviesas y no muy cristianas intenciones. Con todo, el buen aspecto del río supera en positivode todo lo demás. Y como esta vez el Guardian no quiere que culipardos y mineros se enzarzen en la peregrina discusión de a ver quienes son más guapos y educados, no hace mención a ello, pero justo es volver a ratificar que la via verde capitalina está mejor que la puertollanera, y que si en aquella hubiera una ermita estaría desde luego bien cuidada.