La caza

silencio_buenaJosé Manuel CampilloAnunciaba la película su crepúsculo y mis cinéfilas neuronas intentaban conceptualizar y calificar lo que habían visto. El puzle del artículo se iba ajustando con la misma contundencia con la que el cobarde calla cuando debe hablar. Las imágenes se plasmaban cual precisas palabras en mi discurso. Todo perfecto hasta que M. me dice que … Y comprendo que lo pensado ya no vale. Es mentira. Y es mentira porque la palabra siempre lo es. Si bien, esto no es óbice para que si se carga con el hálito del Diablo, como ocurre en esta cinta, no haya escala Richter que pueda medir su demoniaca fuerza.

lacaza01Es una película que solo les podría contar con justeza si me sometiera a un electrocardiograma durante su visionado y después les enseñara los resultados.  El corazón no está acelerado, ni aletargado. Pero su forma de manifestarse es distinta a la habitual. Es un latido denso, largo y discontinuo que se dilata en el tiempo. Ningún latido es igual al anterior. Incluso, a veces, es tan largo que parece que solo hay uno. La película nos sobrecoge como si fuéramos un niño esperando al hombre del saco  y nos marca su propio ritmo. Un ritmo que tiene un nombre: desgarro; y unos apellidos: desazón e incomprensión.

La caza es una excelente muestra de lo que se conoce como sesgo de negatividad, esto es, la idea de que las experiencias negativas tienen mucha más fuerza en nosotros que las positivas. Ya lo decía el bueno de Jimmy Connors: «Odio perder más de lo que me gusta ganar». Conocer algo malo de un conocido tiene más peso que conocer algo bueno. Las buenas reputaciones son difíciles de conseguir y fáciles de perder, al contrario que las malas reputaciones.  Para ser considerado una buena persona uno debe acercarse al ideal de vida de Santo Tomás, mientras que para ser categorizado como mala persona, con un solo hecho no del todo bueno que realicemos, ya estamos flirteando con tan nefanda categoría.

lacaza02Este sesgo de negatividad, que todos aplicamos con la misma vehemencia con la que criticamos a los partidos políticos, es la que sufre el malhadado Lucas (Mads Mikkelsen) en la película y la que no nos permite disfrutar de ella plácidamente. La injusticia que sufre el protagonista  se extiende por la sala y hace que el desasosiego ocupe una butaca  y extienda sus alargadas redes hasta perturbar al apacible público. El ambiente está contaminado. Ya no se oyen las desagradables palomitas de fondo. Sí ese latido alargado y denso que refleja nuestro malestar.

El director, Thomas Vinterberg, junto con Lars Von Trier, fue uno de los fundadores de lo que se conoce como «Dogma 95». Un manifiesto en el que se reivindica una determinada forma de hacer cine. Se le da mucha más importancia al guión y a la interpretación que a cualquier otra cosa. Se huye de ornatos innecesarios o cualquier artificio que quite verismo a la historia.

De hecho, son brillantes las elipsis que utiliza el director en los momentos decisivos. Esos en los que se podrían decir muchas cosas, pero lo ideal es no decir nada. En esa silente comunicación radica uno de los encantos de la cinta. Los protagonistas se miran, empatizan y  dialogan sin una sola palabra que estropee la verdad de su comunicación. lacaza03

Me ha gustado y me ha servido para corroborar que los daneses, aparte de bellas danesas, de Laudrup, de Hans Christian Andersen y de Kierkegaard, tienen excelentes directores de cine. Ahí están Carl Theodor Dreyer, Lars von Trier, Susanne Bier, y el propio Vinterberg. En España tenemos bellas españolas, a Cervantes, a Goya, a Iniesta, y también a grandes directores de cine, como… Es broma. En España tenemos a Buñuel, Juan Antonio Bardem, José Luis Garci y Víctor Erice.

Posdata: Es una película que deberían haber puesto a los asistentes a los premios Goya. Es posible que muchos de ellos, después de su visionado, hubieran preferido dejar su premio desierto.

José Manuel Campillo
www.vienafindesiglo.blogspot.com

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17 COMENTARIOS

  1. Pocas historias encogen tanto el corazón como las de falsos culpables y víctimas de la calumnia. Los seres de alma limpia contemplan con una mezcla de desazón y rabia cómo una frase cargada de maledicencia se extiende como un reguero de aceite sin que la rectificación, casi siempre tardía, impida el estigma que dejan para siempre en las víctimas. La calumnia, de Wyler, que vi cuando era una cría y que me dejó sin aliento, El caso Winslow, de Mamet ,que resarce al espectador del mal sabor de boca durante casi todo el metraje con un dulce y justo final… En fin, la edad nos hace perder la inocencia pero nunca la impotencia y rebeldía ante la injusticia.

    Y sí, estoy de acuerdo. Los daneses tienen algo especial, esa mirada gélida y a la vez tan expresiva. En cuanto a Dreyer, creo que su Ordet es uno de los filmes más hermosos que haya visto nunca. Habrá que ver La caza y ….habrá que sufrir, qué se le va a hacer.

    • Bonito y acertado comentario.
      «La calumnia» es una película que no se puede dejar de ver.»Ordet», ya en otra línea, tampoco.
      En cuanto a «La caza», como bien dices, hay que verla y hay que sufrir.
      Gracias.
      Un saludo.

      • Muy buena crítica, como siempre. Confío en que, artículo tras artículo, consiga aprender un poquito de cine, que ya va siendo hora.

        Un saludo.

  2. No la he visto, claro, pero por el argumento tiene una pinta estupenda. El actor… bueno… basta con verle la cara. Y la crítica, amigo José Manuel… das que pensar a cada párrafo. No tardes en la siguiente, anda.

    • Gracias, Manuel, muy amable. En cuanto a la próxima… Es que las prosaicas obligaciones del día a día me tienen un poco secuestrado. No obstante, intentaré no dilatarme mucho.
      Un saludo.

    • «La pasión de Juana de Arco» y «Ordet» me parecen dos películas recomendables. Ahora bien, he de reconocer que es un cineasta partícular. Su cine es deudor del momento. «Ordet» es para verla cuando uno tiene su momento místico o kierkegardiano.
      Un saludo.

  3. Descalificar a Dreyer, por problemas de insomnio me parece excesivo. Creo con Campillo, que ‘La pasión de Juana de Arco’ es un clásico fuera de toda duda. Al cual rinde homenaje oblicuo Vinterberg, en la secuencia de la iglesia, con la gola del clérigo intemporal, que celebra la Nochebuena. Por otra parte la intransigencia de la sociedad danesa de ‘La caza’ es similar al fundamentalismo de esos mismos daneses de 1943 en el ‘Dies irae’ del maestro danés.
    Los criterios de entretenimiento/aburrimiento, son sólo subjetivos y modelados por la propia industria …del entretenimiento, que elude otras cuestiones más allá de la acción vibrante de tanto trailer averiado en forma de Indianas Jones o de Junglas de asfalto.
    Pretender que el modelo narrativo de todo el cine, sea el desplegado con la fuerza visual de Raoul Walsh , o con el talento Hichcock, es cerrar otras posibilidades expresivas de mucho cine ‘otro’ y diverso. Por esa regla de tres de los bostezos, dejaríamos en enclaves parecidos, a Robert Bresson, a Ingmar Bergman, a Yasujiro Ozu. Incluso a Rosellini.

  4. El arte tiene criterios subjetivos, no se puede valorar objetivamente; eso se lo dejamos a los tasadores de Sotheby’s. Dreyer puede tener alguna película interesante, las primeras, por ejemplo, en las que luce el talento visual de sus directores de fotografía, injustamente menospreciados; pero Ordet es un pestiño, una caca, un aburrimiento, un sermón presbiteriano. Me gusta la concisión y la narrativa de Raoul Walsh, y no tanto Hichcock, aunque me he leído, como cualquier hijo de vecino, el librito de Truffaut; igualmente me parecen un pestiño Vértigo y Ciudadano Kane, qué le vamos a hacer; a mí Vértigo no me produce vértigo, sino ganas de ir a mear. Por lo demás, si se tiene que contar lo mismo que Dreyer, son incomparablemente mejores esos gigantes que citas: Bresson, Bergman u Ozu, y sin duda los prefiero a ellos a alguien tan seco, desangelado y feo como ese bacalao de Dreyer. Por demás, Ozu y Rosellini son una delicia. Abajo Dreyer.

  5. Campillo, quien te quiere quitar el puesto es Romera, en plan heterodoxo y reventando mitos en nueve líneas.
    Y es que en Cine como en tantos otros territorios culturales, pero no tan industriales como la ‘Fábrica de sueños’, asistimos a valoraciones cambiantes, fruto de los ‘distintos presentes críticos’ que vamos recorriendo.
    Evidenciado que el mejor crítico, finalmente, suele ser el tiempo; pero señalando también, que no siempre lo que goza de popularidad y éxito se fundamente en una decisiva contribución artística. Y descubriendo que, lo olvidado y lateral, nos puede parecer hoy de gran interés.
    Los tiempos y sus criterios cambian una barbaridad; y puede, que lo que ayer interesó hoy aburra sobremanera y no interese. Ejemplos hay para dar y tomar: desde la olvidada Tercera Vía del Cine español, al último Almodóvar que quiso reinar en solitario.
    ¿Quién se acuerda hoy de la llamada ‘Escuela de Barcelona’ con Esteva, Nunes, Jordá y compañía; que contaron con abultada fama cinéfila en su momento? De igual forma que en los primeros setenta, las esperanzas del cine español se llamaban Javier Aguirre, Gonzalo Suárez y Alfonso Ungría? Quitando a Suárez, ¿los recuerda alguien?
    De igual forma que descubrimos las trampas de Orson Welles en ‘Ciudadano Kane’, que ya llega menos pese a haber ocupado durante años el número 1 en las listas más influyentes. O también, que alguien tan encumbrado como Antonioni, resulta hoy difícilmente soportable para el espectador actual; y, por ello, hoy se ve con un enorme esfuerzo. Cosa que no pasa con otras obras y con otros nombres. Y es que el tiempo pulveriza muchas cosas y rompe muchas convenciones y valores viejos. Por lo que habrá que realizar continuos procesos de actualización, para rectificar el punto de mira. Y no callar, por ello.

  6. Solo por el hecho de seguir leyendo vuestros comentarios, lucharé por mi columna.
    «Ordet» es una película que refleja con claridad el fuerte protestantismo de la Dinamarca de los 50 o 60. Son las tesis de Kierkegaard llevadas al cine. Se cree o no se cree. Se da el salto a la fe, desde los estadios ético y estético, o no se da. La razón está eliminada de cualquier disquisición. En ese sentido, es interesante su proyección. También lo es desde el punto de vista estético. Es la estética del «no» bien expuesta y reflejada. De la renuncia a la vida.
    En cuanto a «Vértigo»…Es una película que está bien, pero es cierto que se ha sobrevalorado. Hitchcock es un buen director de cine, y sus películas son entretenidas. Nos hacen olvidar las prosaicas cotidianidades, a la vez que pasar un rato agradable. Pero Hitc., no es ningún intelectual. No lo olvidemos. Tenemos la manía de «poner» en las películas ideas y reflexiones que los directores ni se habían imaginado. Hitchcock hacía buenas y entretenidas películas, pero no busquemos donde no hay. El libro de Truffauf es prescindible, al igual que también lo es el de «Converdaciones con Billy Wilder» de Cameron Crowe. La entrevista es un género que siempre se queda corto, apenas apresa la verdad del pensamiento del entrevistado.
    «»Ciudadano Kane» es innovadora. La forma de rodar, los continuos «picados «y contrapicados» son bastante modernos para la época; pero también es cierto que es una película sobrevalorada.
    En cuanto al cine de Bergman… creo que también hay mucha mentira. Hace poco vi «El rostro» y si esa película la hubiera firmado Pepito Piscinas, nadie hablaría de ella. He visto «El séptimo sello» siete veces y aún no puedo pronunciar con rotundidad que sea una gran película. El cine «abierto» tiene estas cosas.
    En cualquier caso, Rivero y Romera, vuestras aportaciones hacen que mis planteamientos iniciales sufran una pequeña sacudida, y eso siempre es de agradecer. Sé que no vivimos en verdades absolutas, pero está bien que alguien, de vez en cuando, te lo recuerde.
    Un saludo.

    • Que si hombre que Campillo es el que sabe,el Rivero ese corta y pega del supergoogle, joder qué pedante es el tío, escribe como si fabricara churros.

      • Querido puertollanero:
        Como bien sabes, no se trata de quién sabe más o menos. Se trata de aportar opiniones que enriquezcan el artículo, o simplemente de exponer nuestro punto de vista u opinión. Yo agradezco mucho a Rivero sus intervenciones. Siempre aprendo algo de sus comentarios. Y, permíteme, decirte que es un hombre instruido, de conversación agradable y afable en el trato, por si no tienes el placer de conocerlo.
        Espero, por otra parte, seguir tus intervenciones en la sección de «Silencio: se rueda». Seguro que aportarás cosas interesantes.
        Un saludo.

  7. No tengo el gusto de conocer al Señor de Puertollano, que tal vez eso sea el alias de un ‘Puertollanero’ (el dice ‘puertollanero’ en un ejercicio de modestia inoportuna). Y digo bien ‘Un’ y no ‘El’, porque atribuirle el artículo determinado, sería una impostura y un favor excesivo; habiendo como hay gente magnífica y seria en esa ciudad.
    Por lo visto él si sabe, comop si me conociera, las formas que tengo de trabajar y de escribir, siguiendo una herramienta rara y prodigiosa que llama ‘Supergoogle’ (¿…?), que más parece marca de chicle viejo tipo Chewing, que buscador informático.

    Si existiera esa posibilidad de escribir y opinar, sólo consultando Wikipedia, Google y ‘Supergoogle’ (¿…?), estaríamos perdiendo el tiempo unos muchos; y ganándolo otros más aviesos, que identifican la escritura con la churrería y con lo perfunctorio.

    Es muy libre de tener un santoral privado (que creo que lo tiene plagado dde estampitas laicas), de contar con sus filias propias y con sus fobias impropias; pero lo demás, deberá demostrarlo razonando y argumentando. Y no eructando tópicos casposos y manidos. Tópicos que pretenden descalificar al que no le gusta, a los que piensan distinto, o a los que le caen sinplememnte mal a ‘Puertollanero’, con razón o sin ella.

    No diré, por tanto, de ‘Puertollanero’ que es doblemente mentiroso, como se dice de la ciudad minera donde dice ubicarse; pero sí doblemente escondido en su alias temeroso.

    Que tampoco es capaz de seguir el consejo de Campillo de «aportar cosas interesantes» a la sección ‘Silencio se rueda’. Tal vez habría que decirle ‘Silencio, si va a decir lo que dice’ o no dice nada.
    Más alla del ‘Supergoogle’ (¿…?), de los churros y de la pedantería repetida y con la que debe tener un conflicto fruediano importante.
    Olvida ‘Puertollanero’ las cantidades ingentes de Pedantes que nos rodean por todas partes y a todas horas; algunos muy cerca por más que firmen con minúscula. Y que merecen esforzada denuncia. A ello si le invito.
    Olvidando además, lo más importante, que nadie le obliga a leerme si tanto le indigesta la sopa de letras. Ni mucho menos, nadie le obliga a compartir lo que digo y escribo (con copia ruborizada y churrera, o sin ella).

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