Homenaje al diestro

Estanislao Z.Navas.- Clarines. Pasodoble. Capote. Muleta. Diestro. Banderillas. Arena. Y sangre. Son términos que definen parte de la idiosincrasia de una cultura ancestral arraigada en nuestro país, la cultura de los toros, en la actualidad con muchas voces en contra pues no goza del mismo favor ni afición que en tiempos pasados (baste como ejemplo que el diestro Julián López “”el Juli” para atraer a la afición más joven en una de sus faenas puso de su bolsillo el cincuenta por ciento de la entrada a modo de reclamo).

Al igual que ocurría en muchas localidades, en otros tiempos las corridas de toros se celebraban en la plaza mayor, lugar que acogía festejos de muy diversa índole, celebrándose en la misma corridas de toros los días 15 y 16 de agosto, festividades de la Virgen del Prado y de San Roque. Conforme el festejo tuvo un mayor seguimiento, la celebración del mismo requirió -en el caso de Ciudad Real- de un recinto que acogiera la conocida como Fiesta Nacional y Declarada, en Castilla-La Mancha, como Bien de Interés Cultural desde que el 26 de diciembre de 2011 apareciese publicada en el Boletín Oficial de Castilla-La Mancha. Este recinto es la actual Plaza de Toros limitada por la Glorieta de Juan Pérez de Ayala -al sur- las calles de Pedrera Alta -al este- y de la Esperanza -al norte-.

En plena glorieta, y a modo de antesala o presentación del coso, aparece la escultura de don José Antonio López Arza homenajeando al trágicamente desaparecido diestro José Tomás Reina Rincón, inaugurada en el año 2006, mostrando una figura de más de dos metros de altura, en la que aparece con el capote y la montera del diestro.

A su espalda se encuentra el acceso principal de un edificio neomudéjar del siglo XIX y con añadidos posteriores en el XX que es el recinto de la actual Plaza de Toros de Ciudad Real.

Este coso taurino de segunda categoría (según el Real Decreto 145/96, de 2 de febrero, por el que se modifica y da nueva redacción al Reglamento de Espectáculos Taurinos (BOE núm. 54, de 2 de marzo)) fue construido en 1843 e inaugurado el 17 de agosto de ese mismo año.

El edificio se alzó sobre los terrenos cedidos por la familia Muñoz de Ciudad Real («Conozco -decía don José Víctor, presidente de la sociedad- que se construyó por acciones de a cien pesetas cada una y que los terrenos fueron donados por don Gaspar Muñoz sobre unas huertas de su propiedad». ), corriendo su diseño a cargo del arquitecto ciudadrealeño Manuel Gómez.

Su construcción se realizó con materiales como mampostería, tapial y madera, los cuales, por su ligereza, se encontraban a merced de las condiciones meteorológicas, sufriendo con ello deterioros numerosos con las consiguientes reformas, siendo la más importante la de 1873. La piedra utilizada para su construcción procedía de la Peña del Pinzón y del Convento del Compás de Santo Domingo. También en 1916 y 1917 se llevan a cabo reformas, siendo presidente de la sociedad de la plaza el ilustre médico don Federico Fernández, pues son sustituidos los graderíos de tierra por bloques de piedra.

El recinto, que muestra dos pisos y posee tres accesos o puertas -siendo la más destacada la sur o principal con los típicos arcos neomudéjares en herradura, con el fajado de almagra y remates ‘sevillanistas’-, tiene una planta poligonal que posee un cuerpo adelantado en prisma que constituye la entrada principal -acceso por la glorieta-, y otros cuerpos que aparecen anejos en el lado opuesto –calle Esperanza- lo constituyen los corrales, el patio de caballos, el desolladero, chiqueros, etc.

La arena, que tiene en torno a 50 metros de diámetro, es el centro de un coso que acoge a unos 8.000 espectadores sentados, los cuales aparecerán divididos en las tradicionales secciones de barrera, contrabarrera, tendido bajo, tendido alto, tribuna y andanada.

En cuanto a su cerramiento exterior, aparece integrado por un muro grande y simple, con decoración en almagra y dos ojos de buey en cada paño, además de lo mencionado ya en su fachada sur -entrada principal-. Y el interior, caracterizado por su sobriedad, muestra un buen anillo, los tendidos son de piedra y sus gradas aparecen cubiertas con arquerías sobre pilares de madera. La solidez y severidad se continúa en sus complementos, y la cubierta general a dos aguas con teja curva, aunque aparece la cubierta a cuatro aguas en el caso de las torres presidenciales.

A modo de anecdotario histórico, cabe señalar que, dada la gran afición y arraigo que tenía este tipo de espectáculos entre las clases populares, llegarónse a utilizar hasta para fines piadosos por motivos de necesidad, como ocurrió en 1732 cuando el cura de Santiago organizó una fiesta taurina para costear el dorado del retablo mayor de su iglesia o el mismo concejo municipal en 1787 acudía al mismo recurso para levantar las obras del Prado, entre otras anécdotas.

También cabe decir que el coso capitalino tuvo que ser utilizado en el final de la guerra civil (1939) como campo de concentración de prisioneros, provocándose por entonces que todas sus dependencias, incluidos los palcos, se encontrasen en un estado ruinoso. Ya en el año 1953, la Diputación Provincial adquiriría la plaza de Toros de Ciudad Real, convirtiéndose en el año 2011 en propietario del mismo el Ayuntamiento capitalino.