Dadas las copiosas y persistentes lluvias de este último mes de marzo y de la generosa pluviometría de los años anteriores, el Acuífero 23, que en la atroz sequía de 1995 llegó a “hundirse” hasta más abajo de los 40 metros, está ahora lo que se dice a bocamina. Vamos que se escarba y sale agua. De la misma manera parece que la felicidad puede llegar pronto a unos “manantes” Ojos del Guadiana. Pues bien. Ahora es el momento para que se produzca una seria política de agua que profundice en su uso racional y para lo estrictamente necesario, y penalice severamente a organizaciones o personas que malgasten un bien tan preciado y ahora tan abundante. La agricultura atroz, el laissez faire llevado a cabo por la Administración y que tan al pie de la letra se lo tomó ASAJA, la patronal del campo, llevaron el Acuifero y las joyas del Acuífero a una situación terminal. La Naturaleza ha dado una nueva oportunidad. Es de esperar que la necedad no nos lleve a perderla, de nuevo.