José Rivero.- Antes la geometría política era tan firme y tan precisa como los conceptos militares de antaño: Estáticos y quietitas. Así Infantería y Caballería Y poco más. Lo que vino después, con la irrupción de la Artillería y de la Aviación, de la mecánica y del movimiento, ya fue complicándose. Y si no se lo creen, miren alrededor.
Es decir antes las cosas estaban claras, o no se discutía de ellas y sobre ellas. Lo quieto, era y estaba quieto; y lo móvil era eso: puro movimiento. La hibridación científica introdujo, casi como una nueva Teoría de la Relatividad o como un nuevo Principio de Indeterminación, demasiadas dudas. Y pesares
De tal forma y manera que lo quieto podía participar del movimiento, de la misma forma que lo móvil no dejaba de ser una forma de reposo. De igual forma, antes de ¿la Revolución Industrial? o ¿sería de la Revolución Rusa?, la Derecha política era la Derecha política; de igual forma y modo que la Izquierda política era eso, la Izquierda política. Sin ambages y con distinciones.
Al trasladarse las dudas e incertidumbres, de lo científico a lo social, empezamos a tener una visión estrábica y torcida sobre lo designado. Aunque hay quien sostenga que no sólo es esa deriva nominal, sino la confusión de los unos con los otros; esto es, hay a veces, una Izquierda que ejerce como si fuera, de hecho, una Derecha convicta y confesa. Lo contrario también se da, aunque sea de boquilla, de manera vergonzante, y con la práctica del populismo coloquial en la mochila y con las pretensiones de ‘ser más que nadie’. Por eso es posible ver y observar a una Derecha expropiadora de bancos o a una Izquierda privatizadora de empresas públicas. También una derecha pro-abortista y a una Izquierda antiabortista. También una Derecha que sube los impuestos y una Izquierda que los baja, por ser ello muy progresista. O al menos eso dicen.
Y con ese relato de bandazos, bandadas y bandas a parte, de sumas y restas, de grupos nuevos y de grupos rectificados o reconstituidos, hubo necesidad de apellidar a los sustantivos precedentes con un adjetivo acompañante y supuestamente clarificador. Como hace John Milius que se autodenomina ‘Anarquista zen’, sin saber cómo ligan lo uno con lo otro; como ocurre por otra parte, con la voz ‘Anarcoburgués’, un contrasentido o un oxímoron.
Así y en esa contabilidad enjaezada tenemos un mapa plural y advenedizo: la ‘Nueva Derecha’, la ‘Droite Divine’, la ‘Droite satanique’, los ‘Vaticanistas’, el ‘Tea Party y los ‘Nuevos Reaccionarios’’. Y al otro lado la ‘Gauche caviar’, la ‘Gauche champán’, la ‘Gauche couché’, los ‘Social-listos’ e incluso y sin adscripción visible la ‘Beautiful people’ bancaria y bancarizada de los Mariano Rubio/Solchaga y similares. Por no hablar del anacoluto inglés de la ‘Tercera Vía’.
Si eso es así, como dicen y cuentan habrá que pensar que las divisorias políticas, cada vez se parecen más al baile aquel de los saltos y movimientos que atendía por Yenka.
Quizá el haber sido todos unos anarcoburgueses estos años es lo que nos ha llevado a esta situación límite. Todo por la pasta y, que cada uno haga de su capa un sayo. De hecho, es la segunda vez que oigo este concepto que catalogas de oxímoron pero, que no es ni más ni menos, que a lo que muchos han aspirado durante la bonanza económica.
Ahora supongo que vamos a ser unos anarcosarnosos…
La fascinación por el vil metal, es parte de la fascinación del mal y es parte de un extraño complejo de inferioridad de la Izquierda Plural y de la Izquierda Singular. No podemos olvidar que en los primeros momentos de Gloria (luego vendrían los de Penitencia) del PSOE, se justificaban el legítimo derecho a las ganancias propias y los beneficios personales, con el eslogan de ‘Ahora nos toca a nosotros’ tras tantos años de mangoneo de la Derecha.
De todas formas creo que si es inexplicable la denominación de ‘Anarcoburgués’ lo es igualmente la francesa de ‘Bobos=bohemios-burgueses’, y lo es en parte, la sajona del ‘Hipster’ que huye de las masas y sus creencias, cual peste medieval. Todas esas denominaciones acampan en un territorio deslizante del individualismo burgués intelectualizado y algo evolucionado por las Redes Sociales, que trata de marcar distancias con la llamada por Ortega, ‘Protagonismo de las Masas’.
Por todo ello, habrá que preguntarse por el Nuevo Sujeto Histórico, capaz de protagonizar las transformaciones necesarias para salir del agujero. Y, evidentemente, no nos sirven la mayoria de los individuos que se agazapan en tales denominaciones.
No son precisas tantas palabras para precisarlo: es una argucia que solo sirve para complicarlo todo. Solo hay dos bandos: los muchos y los pocos, los que solo creen en su propio beneficio y los que creen en el común. Y no siempre los muchos son tantos como se cree ni los pocos tan escasos como parece. Wilfredo Pareto tiene mucho que decir al respecto.