En 1962 Marshall McLuhan, publicaba ‘La Galaxia Gutenberg’, dando cuenta histórica de las profundas transformaciones introducidas por la imprenta y avisando de las más profundas transformaciones que se estaban produciendo con los llamados por él, medios calientes. Que ya se sabe que los entendía como medios de comunicación de “Alta definición, mayor información y menor participación”. Unos medios de base tecnológica avanzada, que se contraponían a los tradicionales medio fríos, caracterizados por su “baja definición, menor información, pero más participación”. Es decir y ya en los sesenta el televisor frente al libro; por ello la referencia del nombre.
Cuando McLuhan murió, la televisión por cable aún no era una realidad, los formatos digitales estaban en mantilla, los habitantes de la ‘aldea global’ poco sabían sobre interactividad, e-books, multimedia y vídeoconferencias. Lo que ha ocurrido después ha sido un principio de aceleración de las transformaciones en las llamadas TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación).
Hoy puede que los medios calientes definidos por McLuhan sean ya medios ardientes, al haber aumentado la temperatura participativa, al haberse incrementado la definición tecnológica, pero seguimos sustentando muchas dudas sobre el valor de la participación en los nuevos medios. Viene todo esto a cuento con la desaparición progresiva de los formatos tradicionales de los medios de comunicación. Cada vez van quedando menos medios, y los que quedan tratan de equilibrar sus ediciones digitales ante la caída de lectores analógicos. Lo que para unos es una condena, para otros es visto como una bendición; componiendo otra categoría cultural de los sesenta, como fueran los apocalípticos y los integrados. Esbozados por Umberto Eco, quien en muchos aspectos de su obra era tributario de McLuhan.
Esta duda es la plasmada por Félix de Azúa, cuando responde sobre la situación de la desaparición de escena de los ‘Grandes Maestros’ de las letras. “Los pocos que aún intervenimos me parece que somos conscientes de que estamos trabajando en algo terminal. En la época de Biedma, de Salinas, de Benet, de Hortelano, había una franja de la población notablemente ilustrada y sobre todo respetuosa con quienes se dedicaban a la vida intelectual o artística. Les prestaban atención y les hacían caso. Los lectores de Benet o de Ferrater, aparte de los universitarios, eran profesionales, una burguesía poderosa, pero atada a las cuestiones artísticas o intelectuales. Ese conjunto social ha desaparecido o está en trances de desaparición. No en vano también están desapareciendo los periódicos”. De papel en este caso. Como también lo vienen haciendo revistas generales de información y revistas especializadas de todo tipo y formato. Básicamente la visión de Azúa, se sustenta en la extinción de una clase social que apoyó a los medios. Muerta la burguesía ilustrada, muerta la Galaxia Gutenberg. Cuando el problema de fondo, tal vez, sea otro. Tal vez la respuesta esté en el axioma mcluhiano: “Formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman”.