Lumpen

Días pasados y a propósito de la publicación por Owen Jones, de su trabajo ‘Chavs: La demonización de la clase obrera’, escribía Joaquín Estefanía su comentario ‘Lumpen del siglo XXI’.

Ya se sabe el juego crítico y despreciativo otorgado, durante años, por la sociología política al concepto de ‘Lumpenproletariado’; no sólo los desclasados, sino los que carecen de conciencia de pertenencia a esa misma clase social. El mismo Estefanía lo precisaba: “La clase social más baja, sin conciencia de clase y sin organización política ni sindical”.

Una bicoca para los poderes conservadores, que ven como se desarman y se desmovilizan las viejas estructuras sociales y se diluye el viejo proletariado. Una definición la de lumpen, que se remonta al Marx de ‘El 18 brumario de Luís Bonaparte’, y que suma a un complejo político social de desheredados de la vida y de desamparados de la historia, a los vertidos en los arrabales de las sociedades contemporáneas por los factores de producción, la globalización y la deslocalización industrial.

Ahora con el proceso de Revolución conservadora, iniciado en los ochenta por el binomio ultraliberal y antiintervencionista de Reagan y de Tatcher; con la teoría tatcheriana del ‘Tercio excluido’ en el reparto social de beneficios y servicios;  sumado a la demonización creciente de la clase obrera, como dice Jones, y multiplicado por la extinción de las clases medias, vemos retornar a los sujetos viejos de la historia. Jones les llama ‘chavs’ que resulta una palabra intraducible pero que exhala un tufo de “persona de clase baja, a menudo joven, adepto a la ropa deportiva de marca (real o de imitación). Un ser vulgar y rayano en el comportamiento antisocial”. No sé si nuestros ‘Canis’, son primos de los ‘Chavs’; de igual forma y  manera que la ‘Gauche divine’ de los setenta barceloneses se daba la mano con la ‘Droite divine’ de la misma ciudad, veinte años atrás. Grupos ambos, que acabaron confluyendo en la tribu de los ‘BoBos’, del francés bohemios burgueses. Otra paradoja.

De forma y manera que cada época da cabida y salida a grupos, grupúsculos y tribus que expresan tanto una decepción de la época como una falta de esperanzas. Grupos, grupúsculos y tribus que no son sino el reflejo de las intimidades sociales. O de sus obscenidades.

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