Rosario Prado Arévalo.- Señora Cospedal: Como presidenta de Castilla-La Mancha no puedo dirigirme a usted de tú, pero como madre sí puedo hacerlo, porque eso es una responsabilidad que a ambas nos iguala ya que, aunque sean de edades diferentes y el mío sea ya mayor de edad, nunca se deja de ser madre.
El 21 de diciembre pasado les toco la “lotería” por adelantado a 72 familias de la provincia de Ciudad Real cuando, a través de un burofax, la empresa Ambuibérica, a la que ustedes decidieron conceder la gestión de un servicio público como es el del servicio de transporte sanitario terrestre del SESCAM, en este caso el urgente, les comunicó que estaban en la calle y que no querían saber nada de ellos.
Muchos de esos trabajadores, que no estaban de servicio, se encontraban en una comida de Navidad que habían organizado los compañeros cuando sus mujeres les llamaron para decirles que estaban en la calle. Yo, como madre, tuve que comunicárselo a mi hijo, que por mucho que haya superado la treintena, sigue siendo mi hijo y usted debe saber lo duro que es ver llorar a tu hijo, pero más aún cuando ya es más grande que un castillo.
En estos días mi nieto, que tiene 9 años y ya sabe de dónde vienen los Reyes Magos, me ha partido el corazón al escucharle, con la mayor de las inocencias, cómo le decía a su madre mientras lloraba que no se preocupara por lo que estaba ocurriendo, porque “le voy a pedir a los Reyes Magos que le devuelvan su trabajo”.
Señora Cospedal, como madre, yo sé que hay miles de casos difíciles en Castilla-La Mancha y millones en España, pero en este caso tiene el agravante de que, además de echar a estos 72 trabajadores de una forma inhumana, los han dejado en un limbo por el que no tienen derecho ni a indemnizaciones ni al desempleo. En la calle con una mano delante y otra detrás, mientras sus hijos piensan en los juguetes que les van a traer los Reyes Magos y ellos cómo darles de comer el mes que viene.
Señora Cospedal, usted es madre y, seguro, que cuando su hijo llora corre a socorrerle, a calmarle y a buscar una solución al problema que le genera esa tristeza. Eso mismo quiero yo, aunque me siento impotente porque ya no es como cuando se cae de pequeño o quiere un juguete que le ha quitado un niño mayor. Ahora es mucho más grave porque hablamos de su vida y la de su familia.
Señora Cospedal, como madre, no entiendo de artimañas legales y todas esas cosas que dicen las empresas, ni del déficit del que oímos hablar a los gobiernos. Pero sí entiendo que a usted, como presidenta de Castilla-La Mancha, y no sólo pensando en estos trabajadores sino en todos los ciudadanos de esta región porque por desgracia nadie sabemos cuando una ambulancia podrá salvarnos la vida, no le va a suponer ningún esfuerzo económico mediar entre estas empresas para que solventen el conflicto y para que la nueva asuma a unos trabajadores que son imprescindibles para ofrecer un servicio de calidad, y no uno cualquiera, sino uno que salva vida. Mi hijo, al igual que sus 71 compañeros, han salvado vidas. Y ahora, ¿quién se preocupa de las suyas?
Su propio consejero, el señor Echániz, reconoció que todos los trabajadores eran imprescindibles cuando se han ido decretando los servicios mínimos de las diferentes huelgas y siempre ha sido el 100% de los trabajadores. Y era cierto, todo son necesarios.
Pero, aunque son necesarios, ahí están en la calle: mi hijo, con dos hijos; otro compañero con uno de dos años y otro en camino; otro con más de veinte años de experiencia sin que se le reconozca nada… Y así podría contarle hasta 72 casos.
Señora Cospedal, como madre, y aunque ya le digo que no entiendo mucho, tampoco puedo comprender que, cuando se le pregunta a algún representante de su partido o de su Gobierno, diga que no puede hacer nada porque es la decisión de una empresa privada. ¿Es eso lo que nos espera cuando se privaticen distintos hospitales? Si se despide a personal y se alargan las listas de espera, ¿la Junta dirá que no puede hacer nada porque es una empresa privada?
Señora Cospedal, como madre, le pido que interceda en este conflicto y que haga reflexionar a las empresas, directamente o a través de su consejero de Sanidad. Usted tiene el poder y la potestad de hacerlo. El poder y la potestad de cambiar las cosas.
Sin más, se despide la madre de uno de los trabajadores afectados, aunque seguro que a esta reflexión se sumarían las madres o esposas de los otros 71 trabajadores que están en la calle sin futuro alguno a la vista y preguntándose de qué comerán el próximo mes.
Rosario, leida su carta protesta me parece perfectamente escrita, el problema es que la presidenta no la leerá – en todo caso quien lea la prensa de su despacho quizá le diga algo sobre la misma. Mi sugerencia es que esta carta la haga llegar a la presidenta por correo certificado y con acuse; quizá tampoco la lea directamente (estoy acostumbrado a mandar cartas y correos electrónicos a «altos vuelos»)sino que lo haga su secretaria o secretario, pero al menos en ese caso ya tendrá usted constancia de que su protesta ha llegado a puerto o a semipuerto…
Es más, yo le diría que elevara su queja al Defensor/a del Pueblo.
Y repito, muy bien descrita la situación.
Querida y sufrida Rosario, a tu reflexión no sólo seguro se suman el resto de las madres y familiares de los afectados,… también todas las personas de bien. ¡ánimo!.
Esa no es madre, por ahí no apeles, y a sus hijos lo cuidan otras