‘Puerta del cielo’, ese era el eslogan de campaña que había desplegado el Ayuntamiento de Ciudad Real, a finales de 2008, regido obviamente por Rosa Romero, quien sigue ostentado responsabilidades similares en 2013 como alcaldesa. Aunque no lo parezca o haya olvidado las afirmaciones no tan lejanas y no tan olvidadas y por ello más estrambóticas.
Bueno las afirmaciones disponibles de tantos y tantos responsables políticos y empresariales del momento, en un número extraordinario de un medio informativo local del 22 de diciembre de 2008, nos hacen enrojecer y nos hacen palidecer de espanto. Y nos hacen preguntarnos por tanto desatino y por el cálculo de los despropósitos. Desatino sostenido aún en diciembre de 2012, por Juán Pedro Hernández Moltó, en su comparecencia parlamentaria en Madrid, a propósito del fiasco de las Cajas de Ahorros nacionales y nacionalizadas; donde hizo saber al respetable que la inversión de Caja Castilla-La Mancha en el aeropuerto de Ciudad Real, no sólo fue buena, sino que avisaba del negocio subyacente en la operación y en el futuro de la inversión. ¡Lo volvería a hacer! Eso decía JPHM, con CCM intervenida y subastada y con el aeropuerto en situación concursal y próximo a su liquidación societaria.
Bueno el eslogan completo municipal de entonces, bendecido y propagado por todos los rincones del espacio y del tiempo, pero no por los rincones de la memoria, era aún más indicativo de lo señalado: ‘Despegan nuestros sueños. Ciudad Real Puerta de cielo’. El motivo, igualmente obvio de la celebración y de la prosopopeya, era la puesta en marcha del aeropuerto de Ciudad Real en ese tramo final del año 2008.
Cuatro años y algunos meses más tarde de toda la gloria desplegada y publicitada y de todos los recursos malgastados, hemos conocido la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, invalidando las actas del Jurado Regional de Valoración. De tal suerte que con la infraestructura clausurada desde abril pasado, la sociedad aeroportuaria y en concurso de acreedores, se verá obligada a pagar algo más de lo acordado. Pero ¿con qué recursos?, suplirá el pago de 200 millones más de euros.
A estas alturas del debate, o del azucarillo que se disuelve o de la cántara de leche que se rompe hay no hay más nada, no he conocido a nadie que formule una visión razonada y razonable del desprósito aeroportuario. Con autocrítica y con fundamento y que reconozca sus errores y sus equivocaciones. Seguiremos esperando, por más que Cospedal se alegre por la sentencia actual, y crea que el asunto no va con ella. Pues eso, Puerta del Infierno para tantos y tantos.