Estanislao Z. Navas.- Cuando llegan estas fechas que coronan los últimos latidos de un año tan aciago y que invitan al comienzo de un nuevo año con mejores anhelos, todo parece transformarse al son de la música navideña, de las luces de los escaparates donde muestran los deseos más preciados, de los belenes que pululan a lo largo de toda Ciudad Real en diversas instituciones y también de particulares.
Sin duda, aunque con un presupuesto mucho más ajustado que de costumbre por la consabida crisis y sus nefastas consecuencias, son fechas que parecen sacar de muchas personas ese pequeño corazoncito que nos retrotrae a nuestra más tierna infancia.
De este modo nos ocurre con los motivos navideños de las luces tan impactantes que aparecen en lugares tan clásicos como la Iglesia de San Pedro, el Paseo del Prado o el luminoso árbol navideño que se erige en mitad de la Plaza Mayor (ver fotografía). Sin duda, todos ellos crean un clima de fiesta que quizá en meses pasados no tuviésemos cuerpo para ello.
También llegan los descansos navideños de los escolares, que disfrutan con alegría de unos días de asueto, y que llenan las calles de una mayor jovialidad.
No obstante, de todos los iconos navideños por excelencia, sin duda alguna, es el Belén el que siempre tiene más adeptos, de ahí los concursos que se celebran e incluso los Belenes aparecidos fuera de concurso en lugares tan dispares como el Antiguo Casino (montado este año por la Asociación de Coros y Danzas “Nuestra Señora del Prado”), la Plaza Mayor (ver fotografía), el Palacio de Medrano o el zaguán del Museo López-Villaseñor con el tradicional “Tronco de la Suerte” (de cuyo montaje se ha hecho cargo esta Navidad la Hermandad de Pandorgos) (ver fotografía).
¡Espero y deseo que pasen unas felices fiestas con todos los seres queridos, y que el año venidero sea algo mejor que el que está finalizado!