Manuel Fuentes Muñoz (Miembro de la asociación de usuarios de AVE)
Estos días varios compañeros de viaje veníamos comentando, en tono jocoso, que para el nuevo tren con el que nos pretende obsequiar la navidad RENFE, deberíamos cambiar nuestro atuendo habitual por uno más apropiado. Nos vestiríamos con los trajes típicos de la ciudad, incluidos la blusa y el pañuelo de hierbas. No faltarían el queso, el chorizo y el jamón de la tierra y una bota de vino.
La realidad, sin embargo, nada tiene que ver con esa visión que, a modo de broma, imaginábamos. Nosotros nos desplazamos diariamente a nuestro lugar de trabajo en un tren de alta velocidad. Y, ahora, el nuevo tren que se quiere poner en funcionamiento, es del tipo regional, adaptado al ancho de vía internacional, y cuyo servicio se prestará en unas condiciones mucho peores que las actuales.
La naturaleza de la actividad de la compañía ferroviaria estatal no está clara. Para muchos es un servicio público de transporte, aunque de ser así, se debería prestar como tal servicio público y no, por ejemplo, de forma que sus tarifas sean casi confiscatorias de los recursos económicos de sus viajeros, como ocurre ahora. Otros piensan que actúa como operador privado, en cuyo caso, debería haber una efectiva libre competencia, lo que tampoco ocurre en estos momentos. En la práctica ni es servicio público ni gestor privado. Es una mezcla extraña de algo que tiene que ver un poco con alguna de estas dos formas de gestión, pero, eso sí, con recursos públicos.
La falta de medios técnicos y la rigidez, tanto organizativa como funcional de RENFE, hacen que el servicio que se preste a los viajeros, actualmente, no sea el más adecuado. Y si no, ¿Cómo es que en los trenes tecnológicamente más avanzados y teóricamente más seguros, no existe en los accesos, ningún tipo de control electrónico de viajeros y se anoten a los usuarios de abono, con palitos y rayitas?. O, ¿Cómo es posible que se tarde más tiempo en sacar un billete, que en el propio viaje?
Hace unos días coincidí con un empresario que venia de China. Estaba impresionado de cuanto y con que rapidez había cambiado ese inmenso país. Entre muchas cosas curiosas, me contó que en Shangai, miles de trabajadores se desplazan diariamente a la ciudad en un “tren bala” que circula a más de 400 kilómetros hora. Entonces pensé en las nuevas máquinas que la unidad de negocio AVE pretende poner en funcionamiento el próximo año. Su velocidad va a ser poco más de la mitad y con lo poco flexible que es la gestión de la operadora estatal, el viaje puede suponer hasta cuatro veces más en tiempo, que el de estos trenes asiáticos.
Esta claro, mientras China ha pasado del tren convencional a esos espectaculares trenes, en España, que desde 1992 teníamos trenes AVE, damos un paso atrás y la operadora pública nos coloca una especie de “trenes de la fresa” en los servicios de lanzadera de Puertollano a Madrid. Resulta curioso, ¿verdad?. Ahora entiendo un poco más, porque se dice que el siglo XXI será de los chinos.