La puerta sustituta

Estanislao Z.Navas.- Partiendo hacia el oeste, en dirección a la localidad de Porzuna, nos encontramos con una puerta en plena ronda, no es una puerta cualquiera, no es la original, sólo se trató de que siguiera los pasos que mostraba la Puerta de Toledo. Esta Puerta es la de un antiguo convento, el de las Dominicas de Altagracia, y ocupa el lugar de aquella que sólo recordamos por los libros de historia, la Puerta o Postigo de Santa María, de Santa María del Guadiana. Originariamente, constituía el límite al norte del antiguo barrio de la morería.

Por lo que se refiere al convento, hemos de decir que su origen se remonta a una disposición testamentaria por parte de los Reales Concejos don Alonso Pérez de Ledesma y doña Mencía Alonso de Villaquirán, en la cual precisaban que su casa de su morada debía destinarse a levantar un convento de dominicas bajo la advocación de Nuestra Señora de Gracia. Esto se realizó a partir de la fundación del recinto conventual en 1435. Dicho edificio se situaba en la manzana que se encuadraba entre las calles llamadas de Jacinto, Altagracia, Estrella y Luz.

En época de la guerra carlista esta puerta fue asaltada. Así, -como nos relata el historiador y presbítero D. Inocente Hervás y Buendía en su Diccionario…– en la noche del 27 de mayo de 1838, la partida de ‘Palillos’ preparóse para el asalto de las murallas de Ciudad Real. Tanto los milicianos locales como los paisanos se preparaban para su defensa, al tiempo que también eran requeridos por el General Narváez que se hallaba en Jaén. Al amanecer del día 28 se inicia la lucha, más centrándose en la defensa de la Puerta de Santa María, donde cayeron varios de los defensores, que consiguieron detener el intento carlista con su resistencia. El comandante de Ciudad Real, alentando por lo positivo de su ardua defensa, decidió perseguir a los efectivos de ‘Palillos’ que iban en dirección a Miguelturra. ¡Craso error! La acción se volvería contra ellos, pues la caballería de ‘Palillos’ cargó contra las fuerzas contrarias y éstas ante el inesperado ataque, cedieron y fueron perdidas. Este fracaso abatiría mucho el espíritu defensivo de la ciudad, al mismo tiempo que enardeció a los carlistas de la región.

En el último tercio del siglo XIX, residían en el edificio conventual apenas unas trece monjas del hábito de Santo Domingo. En plena guerra civil, su función sería la de oficina de evacuados –tal como señala el Sr. Emilio Bernabeu, que nos indica la monumental portada arabesca y el precioso arco mudéjar que poseía—.

Constituyendo uno de los edificios religiosos más bellos del siglo XV, fue derruido en la década de los 60 albergando en su solar uno de los numerosos bloques de viviendas surgidos en la época. A modo de recuerdo, cabe señalar que la que hoy en día se conoce como Plaza de Agustín Salido es la antigua de «Las Dominicas», frente al convento, estando dedicada a este gran benefactor de la capital, como hijo adoptivo de Ciudad Real.

Los restos de la portada fueron almacenados y reconstruidos convirtiéndose en una simulación de lo que fue la antigua Puerta de Santa María.

En ella observamos que dicho monumento está situado en medios de una rotonda ajardinada, flanqueada por el antiguo Hospital y por el nuevo edificio de la Subdelegación del Gobierno, antiguo solar que cobijaba el Banco de España. Entre otros detalles de los relieves de la puerta, cabe mencionar la imagen de una Virgen con el niño Jesús, dos animales a ambos lados que se asemejan a los monos de Gibraltar, y un escudo sobre la parte superior de la puerta.

Los restos de la puerta se acompañan por dos altos y redondos contrafuertes de su muro de fachada.