112, en «Sancho», y 80, en «Virgen de las Cruces». Para los nuevos matriculados se establece un periodo de adaptación que ha comenzado con una hora y media diaria e irá aumentando progresivamente.
Las Escuelas Infantiles daimieleñas, las guarderías «Virgen de las Cruces» y «Sancho» han comenzado también esta semana un nuevo curso con cerca de 200 niños en sus aulas. Aunque los educadores y personal en general se incorporaron días antes, el curso 2012/2013 arrancaba oficialmente este lunes. El horario inicial será reducido ofreciendo a los padres un flexibilidad en la incorporación de los niños que podrán disfrutar de los servicios de los centros desde las 7:30 horas a 14:45 horas, en el caso de «Sancho», o bien de 9:15-9:30 horas a 14:00 horas, en el caso de «Virgen de las Cruces». Los nuevos matriculados tendrán un periodo de adaptación que comenzará con una hora y media diaria e irá aumentado progresivamente hasta que se acostumbren al funcionamiento habitual de cada jornada, según explicaba la directora de «Sancho», Neva Lago.
En concreto, este centro cuenta con 112 plazas de las que sólo quedarían cuatro por cubrir en la franja de 0 a 1 año, aunque ya se están recibiendo solicitudes para ocuparlas. De 1 a 2 años, las matriculas se han cubierto con las reservas del curso anterior y, por último de 2 a 3, solo se quedaron dos plazas libres ya cubiertas. En cuanto al personal educativo, Lago explicaba que el centro cuenta con 11 técnicos de Educación Infantil y una educadora, aunque se han solicitado otra más.
En cuanto a la Escuela Infantil «Virgen de las Cruces, su directora, Concepción Chicón, indicaba que se han cubierto todas las plazas, en total 80 niños repartidos en 3 franjas de edad. Así, de 0 a 1 años, hay 7 niños, de 1 a 2 años son 22 los niños matriculados, y de 2 a 3 años, 48. El centro cuenta con todo el personal del curso anterior aunque también están tramitando la incorporación de una educadora más, comentaba Chichón.
Como es habitual, estos primeros días suelen caracterizarse por algunos pucheros, caras de susto y llantos, y no sólo de los nuevos alumnos, sino también de algunos antiguos. «Lo normal» porque siempre cuesta alejarse de los brazos de los padres y de las costumbres de cada casa.
