Enrique Rivas. Portavoz Plataforma Ley de Dependencia.- La lógica, de lo que llaman austeridad, puede pasar por la coherencia en algunas actuaciones y situaciones de nuestro entorno y vida cotidiana. El problema comienza cuando esta coge los mismos derroteros que el derroche, es decir, que se aplica descontroladamente y, casi siempre, con una finalidad “el beneficio ideológico de quienes la aplican”.
Cuando la falacia, la mezquindad y la hipocresía se dirigen hacia la ciudadanía como dardos envenenados y en palabras de nuestros políticos, solo cabe la posibilidad de que nuestra indignación pase a otro nivel potencialmente más peligroso.
Hemos escuchado por boca de la Presidenta de Castilla la Mancha, Dolores de Cospedal, o del Consejero de Sanidad y Asuntos Sociales, Ignacio Echániz, entre otros, la ya famosa frase “garantía de los servicios sociales”. Se podría comparar a estos personajes con los de algunos cuentos en los cuales, en lugar de estar Alí Babá y los cuarenta ladrones de joyas, tenemos a un grupo de ladrones del pensamiento y de la dignidad humana.
Hace pocos días el Consejero de Sanidad decía que para ellos la sanidad era una joya, aunque por lo que demuestran, día a día, más bien podríamos decir que no llega ni a la catalogación de “baratija”.
No es mi estilo contar mi vida privada, menos aun, la de nadie, pero haciendo una excepción quiero expresar algo personal y que me esta haciendo reflexionar sobre eso de ser un ciudadano respetuoso.
En Illescas, localidad cercana a la que resido, hay un centro de especialidades donde, durante los últimos años, me han estado efectuando las pruebas correspondientes por una enfermedad de la cual me tuvieron que operar “un cáncer”. Entre las distintas pruebas, que me tienen que hacer periódicamente, están las del servicio de ecografía y escáner.
Ayer, hablando con el especialista médico que lleva mi enfermedad, me quede literalmente pasmado cuando me empezó a contar la situación que están atravesando los médicos, por lo tanto, también los usuarios. Pero mi mayor sorpresa, e indignación, llegó cuando me dicen que ya no me van a hacer más las pruebas en Illescas y que me las tienen que hacer en Toledo. El motivo que me dan es que a causa de todos los recortes ningún técnico se va a desplazar teniéndolo que pagar de su bolsillo, cuestión, que por otra parte, veo lógica ya que el trabajador no tiene que pagar los costes que debería asumir, como siempre ha sido al menos hasta ahora, la administración.
Cómo es posible que teniendo un centro el cual recoge a más de cincuenta mil usuarios de la comarca y que dispone de todos los medios técnicos para que se realicen estas pruebas lo paralicen, dejando a todos los usuarios, entre ellos niños y mayores y sea cual sea su enfermedad, en la nefasta situación de tener que trasladarse a la capital sin tener en cuenta las dificultades y medios que disponen muchos de estos enfermos.
Casos como este demuestran, clara y contundentemente, lo que verdaderamente garantizan estos personajes de pacotilla, que no es otra cosa que la mentira, más si cabe, cuando no se cansan de decir a los cuatro vientos que nada va a cambiar y que todo va a seguir igual de bien, incluso utilizando medios privados para la sanidad pública.
Pero el lavado de cerebros, cuestión que si pueden presumir que saben hacer muy bien, es tan potencialmente llamativo que hasta vecinos de la localidad de Illescas se pusieron sus mejores galas para recibir a la Presidenta Regional en una visita que realizó hace unos días a dicha localidad, sin importarles un bledo que servicios tan fundamentales, como los que aquí he relatado, esta misma persona se los haya ventilado de un plumazo.
Si a toda esta situación le añadimos que en Yuncos, localidad donde resido, mi hijo de cinco años tiene que ir a una “caseta de obra como centro médico”, ya que el Alcalde de la localidad (PP) prefiere gastarse casi novecientos mil euros en un parking subterraneo el cual hasta el momento tiene más polvo que coches, solo me cabe decir que, aun no habiendo deseando nunca el mal para nadie, en este caso haría una excepción, pero ni siquiera puedo tener esa oportunidad “ya que no se le puede desear un cáncer a quien de por si ya lo es”.