El ‘bautismo’ de Osama

Diego Murillo*.- Osama El Ayati sonríe cuando la expedición de los ‘armaos’ a Lisboa intenta convencerle de que se sume a su liturgia cofrade. Al son del caracol de Almagro, al del prendimiento de Calzada, al de la caída de Bolaños. No se decide. Creció como un niño más en un pueblo pequeño como Valenzuela, pero en una familia de convicciones islámicas, una religión y una cultura que, durante siglos, pobló estas tierras. La Orden de Calatrava emergió en los siglos XIII y XIV como estandarte de una reconquista que dejó posos históricos en esta zona de paso, fuertemente quebrada y olvidada. La historia refuerza la memoria, las tradiciones y el legado de generaciones. A Osama no le incomoda mirar atrás y mucho menos al futuro. Conoce sus raíces, las de su pueblo, Valenzuela, y las de su familia: el árabe, el islam.

Como hijo de estos tiempos, bien formado, diplomado en Relaciones Internacionales, abraza la cultura cristiana sin remordimientos, “sin conflictos” con la mirada de quien está en el contraste descubrimiento: “Sigo los preceptos de mi religión, soy musulmán, sin extremismos”, al igual que muchos cristianos de hoy en día que confiesan su fe de iglesia para afuera. Pero Osama sigue mirando de reojo la ‘caperuza’ de hojalatería de los ‘armaos’ con la ilusión, “por qué no”, de recuperar ese cuerpo romano en su pueblo. José Barrios, gerente de la AD Campo de Calatrava, aclara que los diez municipios de la Pasión cuentan o han tenido ‘armaos’ en algún momento de su historia. En Valenzuela, los herederos son las cornetas y tambores y Osama, como concejal del Ayuntamiento, impulsará la recuperación de una “bonita tradición” en la que “creo y vivo” como un ciudadano más de su pueblo.

El ‘armao’ Andrés García, de Moral de Calatrava, insiste, entre risas y sueños, en el autobús de vuelta de Portugal tras la presentación en la feria de turismo de Portugal, en ver a Osama portando la rigidez de la armadura bien en su localidad natal o en su hermandad: “Sería muy significativo y una señal” de que la religiosidad popular empapa las almas más allá de los preceptos, de los renglones bíblicos de una comarca en la que todos, absolutamente todos los protagonistas, buscan santiguarse con la misma agua bendita. No importa el bando, el enemigo, el credo, o la atalaya a conquistar ni la cruzada que convertir.

Atrás ya han quedado Roma y Lisboa, Italia y Portugal, pero la gran reconquista del Campo de Calatrava está aún pendiente. Y no se trata del reconocimiento internacional, que llegará. Sino la del vecino que saluda y respeta la tradición, la familia que desempolva la túnica; la armadura que se hereda de abuelos a nietos; el cofrade que asienta a su hijo en la hermandad, la del pueblo que recupera la liturgia de los antepasados, la de los altares, la de alumbrar las calles silenciosas de procesiones sobrias, la de llenar los oficios de la Semana de Pasión en los templos… Y quién sabe si la de ‘bautizar’ a Osama en una compañía romana de ‘armao’ como señal de la nueva reconquista de la religiosidad popular del Campo de Calatrava.

*Diego Murillo Herrera es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidade Católica Portuguesa. Es también Master de Relaciones Internaciones y Comunicación (UCM). Es director del diario La Tribuna de Ciudad Real desde agosto de 2014. Estuvo en la Agencia de Efe y fue subdelegado de ABC Castilla-La Mancha. Fue director de Comunicación de CR Aeropuertos. Es natural de Pozuelo de Calatrava.

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