Un contradictorio veinte de marzo de buenas nuevas y despedidas

Cuando el objetivo de recuperar los bienes incautados por la Corona fue alcanzado por el simpar heresiarca, pareciera que aquellos momentos se teñirían de júbilo, mas no fueron así los acontecimientos venideros.

Desde su temporal residencia de Almagro, recordaba entonces Sancho cómo había alcanzado no sólo el respeto de su comunidad conversa sino sobre todo la amistad de sus más fieles, aquellos que le acogieron, junto a su familia más cercana, en las tierras de la vecina Almagro. Diego de Villarreal y Rodrigo de Oviedo serían los causantes de aquel estado de confusión que mostraba un siempre equilibrado líder de su comunidad casi como si fuera un niño pequeño. Titubeaba. No sabía cuál sería el mejor paso por dar en aquel instante pues la calma que recuperó su ciudad, Ciudad Real, no pareciera ofrecerle las garantías suficientes como para tenerlas todas consigo para volver, a pesar de recuperar un volumen considerable de sus propiedades, ya fuesen casas, colmenares, molinos o batanes, además de serles restablecidos los débitos que obraban en manos de sus deudores. Del cargo de regidor, ¡Quiá! ¿Para qué estar tan expuesto a su edad ante el empuje de los cristianos viejos que venían desde atrás? «¡Que se quedase el regimiento ese tal Gaytán!», así pensaba, pues las guerras en el concejo le habían desgastado demasiado.

Pero entonces, ¿cuáles eran las motivaciones reales para regresar a su casa? ¿Acaso su familia estaba de acuerdo en ello? ¿Recuperar una rutina en su día a día? ¿Volver a la carga en la recaudación de impuestos?

Sería difícil soportar la carga de las dos últimas décadas cuando ya el arzobispo Carrillo había puesto el punto de mira en su persona a manos de su lacayo Tomás de Cuenca. E incluso se rumoreaba que muchos más de sus correligionarios habían sido igualmente víctimas de las pesquisas de este religioso, lo que hacía pensar en un futuro no muy halagüeño para toda la comunidad, de la cual era una figura más que visible.

Sin embargo, tras una emocionada despedida de sus amigos y anfitriones, Sancho y su familia regresaron a su ciudad, a su rutina, aunque ya lejos del bullicio que le había puesto en primera línea. No obstante, de él sí que no se habían olvidado sus principales adversarios.

MANUEL CABEZAS VELASCO

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