Alberto Solís.- La reciente participación de Norberto Palomares como representante del PSOE de Porzuna en el Congreso Provincial probablemente sea otro síntoma más de la profunda crisis que atraviesa la agrupación local. Norberto, quien además ya ha expresado su disposición para asumir la secretaría general del partido, parece no haber cerrado del todo la puerta a mantenerse activo en el PSOE e incluso a una posible candidatura futura, en caso de que la situación lo requiriese. ¿Por qué continúa presente después de todo?
No podemos olvidar que Norberto fue la cabeza visible del PSOE local entre 2015 y 2019. Cuando Demetrio Varillas presentó su dimisión como portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Porzuna, fue Norberto Palomares quien asumió dicha portavocía y también la secretaría general del partido. Todo parecía indicar que Palomares sería el candidato socialista en las elecciones municipales de 2019 y así se organizó. Sin embargo, tras anunciar públicamente su candidatura y su lista de acompañantes en los medios y tener todo aparentemente preparado, fue rechazado internamente. Esta decisión, impulsada principalmente por Blanca, respondía a lo que se anticipaba como una auténtica catástrofe electoral para el PSOE local.
El principal problema de Norberto en aquel momento era su percepción pública negativa como candidato. Muchos lo consideraban una persona externa al pueblo, que permanecía en Porzuna únicamente por intereses económicos y personales. De hecho, gracias a su actividad política, había conseguido un puesto como asesor político en la Diputación Provincial de Ciudad Real, lo que incrementó la percepción negativa sobre sus verdaderas motivaciones. El desgaste personal y la pérdida de credibilidad fueron inevitables, ya que muchos vecinos dudaban de su interés real por mejorar Porzuna antes que por mejorar sus ingresos personales.
Además, su estilo de oposición, percibido como demasiado destructivo, llegó en un momento especial, cuando el gobierno local disfrutaba de una imagen pública muy positiva, fruto de una gestión económica solvente, o muy solvente. Proyectos como la escuela de música, los museos locales y, sobre todo, la residencia de mayores, generaron en los vecinos rechazo hacia una oposición incapaz de reconocer logros evidentes del equipo de gobierno.
Para complicar aún más la situación, no solo Norberto parecía beneficiarse económicamente de sus vínculos políticos. Mientras Norberto seguía siendo concejal en la oposición, su mujer también obtuvo un puesto como asesora política en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Aunque esta situación sea totalmente legal y, desde luego, respetable desde un punto de vista personal, políticamente resulta problemática. Genera inevitablemente desconfianza y rechazo, pues es difícil creer que el bienestar ciudadano sea la prioridad real cuando existen uno o dos sueldos públicos de por medio.
Por supuesto, tanto Norberto como su familia tienen todo el derecho del mundo a buscarse la vida como consideren, aunque ello implique generar rechazo y pérdida de credibilidad ante sus vecinos. Es normal que así sea, y entra dentro del juego político.
A pesar de todo esto, Norberto ha vuelto a la política local, al pie del cañón, dispuesto incluso después de lo que la mayoría entendió como un feo muy grande para él. No sabemos si continúa ahí por agradecimiento a esos sueldos públicos o porque echa de menos un futuro regreso al cómodo puesto de asesor político—aunque, en teoría, siendo profesor, no debería necesitarlo. Sea como sea, su figura sigue presente y activa políticamente, como una muestra más de la compleja situación que vive el PSOE en Porzuna.