Por José Belló Aliaga
Este Premio Internacional se crea en 1999 por el Grupo Editorial Sial Pigmalión, para reconocer la obra de autores de todo el mundo que se hayan destacado como poetas.
Un jurado internacional muy prestigioso propone cada año a autores sobresalientes en el género poético y otorga este galardón, convocado para celebrar la fundación de nuestro grupo editorial, que cumple su vigésimo octavo aniversario.
El Premio Internacional “Sial Pigmalión de Poesía” ha sido otorgado, entre otros, a los siguientes autores: Pedro M. Víllora, Ángel Petisme, Maurilio de Miguel, Aviva Dorón, Emilio Barrachina, Yolanda Sáenz de Tejada, Alejandro Guillermo Roemmers, Inma Jiménez Jorquera, José María Triper, José Luis Marín Aranda, Bella Clara Ventura, Ana Isabel Ballesteros, Luciano García Lorenzo, Antonio Portillo Casado, David Coll…
Y, en la convocatoria de 2025, un jurado internacional presidido por Francisco Gutiérrez Carbajo y formado por Vicente Araguas, Marisabel Balderrama (Bolivia), José Manuel Lucía Megías, Ridha Mami (Túnez), Fabio Martínez (Colombia), Carmen Mirabal (Puerto Rico), José María Paz Gago, Pilar Pedraza Pérez del Castillo (Bolivia), Adelaida Porras-Medrano, Basilio Rodríguez Cañada (Grupo Editorial Sial Pigmalión), Beatriz Saavedra Gastélum (México) y Nery Santos Gómez (Venezuela), decidió, por unanimidad, conceder este galardón a Francisco Javier González Ponce, por su poemario Nuevo Romancero nuevo y el conjunto de su obra.
El libro premiado será presentado en las próximas Feria del Libro de Bogotá (FILBO), de Madrid (FILM) de Guadalajara, México (FIL), etc.

Francisco Javier González Ponce
Francisco Javier González Ponce (Valverde del Camino, 26 de noviembre de 1963) se licenció en Filología Clásica en 1987 y se doctoró en 1991 en la Universidad de Sevilla. Tras un breve paso por la Universidad de Extremadura (1990-1993), en 1994 fue nombrado profesor titular de la Universidad de Sevilla, en la que es actualmente catedrático de Filología Griega (desde 2016). Ha sido decano de la Facultad de Filología durante ocho años y presidente de la Conferencia de Decanos de la Universidad de Sevilla durante otros cuatro. Su especialidad como filólogo es el estudio de la literatura griega de contenido geográfico, ámbito en el que es fundador y presidente de la Asociación Internacional Geography and Historiography in Aniquity (GAHIA). Ha desarrollado una amplia trayectoria investigadora internacional, avalada por las más prestigiosas universidades europeas. Su relación con la poesía se remonta a su juventud. Desde entonces ha colaborado con diversos medios nacionales e internacionales: Boletín de la Academia de Buenas Letras de Granada, Diario Boyacá 7 días (Colombia), Revista Facanías (Valverde del Camino), etc., y ha participado en varios recitales poéticos: Fundación Grainart de Colombia (diciembre de 2021), Biblioteca Eugenio Trías de Madrid (marzo de 2022), Facultad de Filología de Sevilla (diciembre de 2022 y diciembre de 2024), Ateneo de Jerez de la Frontera (marzo de 2023), Teatro de Valverde del Camino (abril de 2023), Ateneo de Sevilla (octubre de 2024), etc. Y es autor del poemario titulado Poemas de la distancia, publicado en Madrid por la editorial Pigmalión (febrero de 2024). Nuevo Romancero nuevo es su segundo poemario editado.
Nuevo Romancero nuevo
Este nuevo poemario que el autor nos ofrece tiene el acierto de volver a repristinar uno de los moldes poéticos más señeros de la versificación tradicional española: el romance, de raíces tan profundas que se sumerge en los inicios de las primeras manifestaciones líricas de nuestra Edad Media, cuando, junto al metro largo propio de las más cultas composiciones de la clerecía, gozó de una fortuna excepcional, que mantuvo, con altibajos, hasta bien entrado el Renacimiento, metro aún muy al uso en la época áurea, con pervivencia hasta nuestros tiempos, en los que ha alcanzado, quizás, sus máximas cotas de la mano de los más grandes creadores contemporáneos.
Sin ánimo alguno de emulación de patrones precedentes, los octosílabos de González Ponce nacen de los hondos veneros de una tradición poética, de indisimulada progenie popular, que se identifica plenamente con los propios orígenes del poeta: el fértil sustrato folclórico del Sur, de una Andalucía que el autor reclama como propia ya en la misma dedicatoria. Desde esa memoria colectiva forjada a base de los rumores de los patios en las largas noches de verano, entretejida con los sones claros de las coplas del pueblo, el poeta despega hacia un universo renovado, hacia una lírica con personalidad propia e indiscutible sublimidad: sin traicionar su seña de identidad, sus romances cobran vuelos más altos y se rozan con las alas de la gran poesía, de la poesía de siempre, la poesía valiente, interesada por las mayores inquietudes humanas, y se perciben alineados todos ellos por un acentuado tono elegíaco, de pérdida y de nostalgia.
La presente colección incluye quince piezas variadas, que se suceden con el solo criterio del orden cronológico de su composición (entre 2012 y 2024, aunque los ocho últimos se datan en 2024). Pero su temática oscila entre la propia nostalgia del poeta por sus vivencias pasadas (“Canchales de Extremadura” [nº 15]), la escenificación de su propia muerte (“Llevadme a la mar serena” [nº 14]) o el lamento profundo por la muerte de su madre (“Romance de la Luna negra” [nº 3]), la muerte, trágica o simplemente dolorosa, de toreros consagrados (“Granada llora tu ausencia” [nº 10]) o soñados (“Muerte que dicen inútil” [nº 12]), la grandeza del toro bravo como ser de magnitudes legendarias (“Romance de Fusilero” [nº 7] y “Romance tebano” [nº 9]), el homenaje al poeta venerado y perdido (“Y la novia era Granada” [nº 6]) o al músico objeto de franca admiración (“Cerca del Guadalquivir” [nº 4]), el llanto emocionado por la desaparición de los más débiles (“Niño Francisco Manuel” [nº2] y “A la huida de la tarde” [nº 11]), el sincero sentimiento religioso (“Por el barrio de León” [nº 5] y “En la noche de Valverde” [nº 8]), la tenue protesta política con ocasión de las desgracias colectivas (“Españoles de mi España” [13]) y la denunciada injusticia social (“Gitanitos de La Antilla” [nº 1]).
La versificación es, en todo caso, sencilla, calmada, sin estridencias. Da la sensación de que los versos caen, uno tras otro, de forma natural, amparados en el acertado subsidio de frecuentes anáforas y repeticiones que los redimensionan y enaltecen. Sin embargo, ello no impide la sucesión de fuertes imágenes, de atrevidas metáforas muy propias de la poética del autor, muy personales, por tanto, que dejan entrever su deuda —natural siempre, nunca forzada— con predecibles modelos a los que se homenajea de forma pretendida: García Lorca, principal objeto de la dedicatoria de todo el poemario, está omnipresente, en muchos casos mediante indudables ecos literales (así en el nº 1, 3 o 4), pero también Alberti, con reconocimiento expreso (nº 14), ambos (entre otros muchos), como el poeta, deudores de un mismo hontanar lírico.
José Belló Aliaga