Arrastrar los pies y HMC

Jesús Millán Muñoz.- Decía mi progenitor, padre, aquí mi homenaje, que cuándo uno arrastraba los pies al andar, ya había llegado a una etapa de la vida. Y, ahí se quedaba.

Diríamos que en la Tercera Edad o en la Etapa de Jubilación, algunos la denominan de ser Mayor, porque pocos quieren denominarse a sí mismos abuelos o viejos, que son otros nombres. Pues decíamos que se puede, a grandes rasgos, aquí podrían venir sociólogos y antropológicos y psicólogos y que nos expresen con sus métodos científicos cómo se podría dividir la Tercera Edad en etapas.

Pero desde el punto de vista de la literatura y de la experiencia que es el campo en el que me muevo. Diríamos que existen las siguientes fases, que no todas las personas las recorren. La primera, la de la jubilación oficial o de la edad de jubilación oficial, algunos la alargan, porque disponen de trabajos liberales, en sus casas y personales. La segunda etapa es cuándo se arrastran los pies –es una etapa que ya existen achaques importantes-, y, la tercera etapa, es cuándo el caminar se hace difícil, apenas algunos caminan, ya van ayudándose de andadores o artilugios… Es obvio, que es una clasificación por el andar y el caminar, solo disponiendo de esa variable. Y, a esa se une otras…

Ahora, que diríamos personalmente, ya estoy en la Tercera Edad, digamos en la primera fase que hemos indicado. El otro día me recordaron que a una persona muy cercana a mí, otro familiar, le había indicado y recordado la frase que nuestro progenitor-padre expresaba. Y, que él, el familiar ya estaba en esa etapa, de “arrastrar los pies al caminar y al andar”. Y, uno, uno recuerda ciertas cosas. Recuerda la biografía o la vitagría o algunos hechos, no todos, de sus progenitores o personas muy cercanas, que han llevado una vida, una vida que ha tenido episodios de todo tipo, que tú, tú solo recuerdas algunos. Y, en algunos entornos familiares, se narran muchos o solo algunos, o solo pocos…

Cuántas historias de las vidas de millones, de cientos y de miles de millones de personas, que les han sucedido, que se olvidan. Los héroes y heroínas anónimos. Millones, cientos de millones, miles de millones de seres humanos, cada siglo nacen, y mueren, antes y después, y, en medio una vida. Una vida que ha sido más moral o menos, más larga o menos, más exitosa o menos… Algunas vidas, claramente han sido no morales, en muchos o algunos aspectos. Unas vidas han dejado heridas profundas en otros, otras vidas apenas ninguno.  Otras, si lo han sido… De ahí, la enorme necesidad humana, de que exista el Buen Dios, y que exista Juicio Particular, para que todos, todos al menos una vez, nos enfrentemos de verdad a nuestros hechos, palabras, actos, deseos, intenciones, escritos, ya sin engaños y sin mentiras…

Cuántos miles de millones de hechos y recuerdos y acontecimientos que a las personas les han sucedido, que han tenido que vivir y existir, que han devenido de fuera, y, han tenido que jugar a ese teatro a la fuerza. Otras, han surgido de dentro, y, han tenido que realizar esos actos. Cuántos millones o miles de millones de actos buenos moralmente, cuántos cientos de millones de actos no buenos moralmente. La misma persona que hace diez actos buenos cada día, hace uno malo. O, una persona hace cien actos buenos ese día, realiza uno malo…

De los progenitores no sabemos todo, solo algunas cosas. Se van alejando de la memoria en el tiempo. A los nietos y biznietos, solo se cuentan algunas cosas y algunos hechos y algunos datos y algunos actos y algunos recuerdos y algunas frases y algunas ideas. Esa es la historia. Algunos, les van haciendo a sus descendientes, hijos y nietos que piensen y sientan como ellos en mil temas. Otros, no les narran las historias y realidades, para no influirlos mucho.

En todo, si en todo, en todo hay clasificaciones, hay formas de actuar. Hay progenitores y padres y abuelos y abuelas, que no cuentan mucho de sus vidas y sus experiencias, para no condicionar mucho a sus descendientes, otros, otros en cambio si lo hacen, para condicionar a sus descendientes. Como en todo, existen distintos grados de conciencia moral y de libertad y de responsabilidad y de mil realidades… Pero pocos, narran varios puntos de vista sobre los acontecimientos –y, éste, lo he dicho algunas veces, es el drama de la Piel de Toro, desde la batalla de Munda, cuándo Julio César se enfrentó a los hijos de Pompeyo, si Munda, que estará a unos cientos de kilómetros de usted…-.

En esta tercera etapa de mi vivir y existir, que ya llevo unos años, antes y ahora, de decirme, he tocado todos los instrumentos y géneros de la literatura, multitud de tendencias y estilos y lenguajes y temas. Pues ahora, en estos últimos años de mi modesto existir en este mundo. Voy a centrarme, especialmente, en un género que siempre quise tocar y besar, el articulismo de opinión, pero de joven y de mediana edad, jamás se me abrió ninguna redacción de periodismo o prensa en papel. Ahora, ahora Internet, me ha dado dicha posibilidad. Y, ahora, ya hace una década, lo hago de forma constante y cíclica y rutinaria, hasta ahora semanal. Hasta que siga pudiendo realizarlo, incluso, espero que “cuando arrastres los pies, todavía la cabeza, siga en alto, observando y analizando y simbolizando y escribiendo”.

Pero no escribo este artículo para recordar nada de mí, sino para homenajear a aquel que “arrastraba los pies”, que se denominó, en siglas,HMC, y, ya también, a VMR, que tuvo una enfermedad larga, los últimos diez años de su existir, y, que falleció, nos pareció que adulta joven –alguna vez, tendría que atreverme a redactar un artículo en su homenaje, pero ese rubor tan destacado de no citar lo personal, aunque no se crea, me lo impide o, y, quizás del recuerdo dolorido de la ausencia-, y, por extensión un homenaje a toda la humanidad, que se llama anónima…

Relacionados

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img