Paula Fernández.- Este año es el 50 aniversario de la muerte de dictador. Es una fecha que bien merece una celebración, su desaparición supuso el fin de la represión y la ausencia de libertades, iniciando un proceso de transición que abrió paso a la democracia.
Cuando la Asamblea General de la ONU, reunida el 16 de diciembre de 1977, declaró oficialmente el 8 de marzo de cada año Día Internacional por los Derechos de la Mujer, en España salíamos de una dictadura que había limitado el papel femenino en la sociedad a ser ama de casa y/o madre.
Durante 40 años, la ley había discriminado a las mujeres, no podían llevar a cabo ninguna actividad económica sin tutela. Tener un empleo, abrir una cuenta bancaria, tener propiedades o viajar requerían permiso paterno o marital.
Es importante conocer nuestra historia, saber de dónde venimos para evitar repetir los errores del pasado, y un aniversario es un buen momento para la reflexión.
Hoy puede parecernos impensable, en 1975 aún se establecía en el Código Civil que «el marido debe proteger a la mujer y esta obedecer al marido», pero ese año, y con el inicio del fin de la dictadura, los derechos de las mujeres en España empezaron a renacer.
En mayo de 1975, con la Ley de Reforma del Código Civil se anuló el permiso marital o las leyes contra el adulterio canceladas en 1978, aunque no fue hasta 1981 cuando dejó de considerarse al marido «responsable de la gestión y administración de los bienes conyugales», y hasta 1985 no se produjo una primera despenalización del aborto.
Los avances de la igualdad de género como derecho fundamental son el resultado de la lucha del movimiento de las mujeres de esas organizaciones feministas que se enfrentaron a la España franquista, momento en el que se restringieron duramente sus derechos.
En diciembre de 1975, 16 días después de la muerte de Franco, un grupo de mujeres empezaron a reivindicar sus derechos celebrando en Madrid las primeras Jornadas de Liberación de la Mujer (un acto, que eso sí, solo reunió a unas 500 personas y que se consideró ilegal). Fue el primer paso en la lucha feminista, seguido poco después de las Jornadas Catalanas de la Mujer, y supuso el principio de mucho. El fin del silencio de la mujer, un avance que empezó a despuntar tímidamente en las elecciones de 1977.
Pero si hay una realidad evidente es que todos los avances que se han producido en España en materia de igualdad, en más derechos y en más libertades han venido a través de Gobiernos socialistas que han trabajado de la mano de las organizaciones feministas en nuestro país.
El presidente Zapatero apostó fuertemente por la igualdad, creó un Ministerio de Igualdad (2008), es decir, aumentó el rango del organismo que debía ocuparse de impulsar estas políticas, y, bajo su mandato, se aprobaron dos leyes importantísimas para las mujeres. La primera fue la Ley contra la violencia de género (2004) y la segunda la Ley de Igualdad (2007).
Hay algo importante y nuevo en estas dos leyes, un cambio de perspectiva, una mirada distinta para alcanzar una igualdad real y no solo formal, esto implica que no sólo las niñas tengan las mismas oportunidades asistiendo a las mismas escuelas, sino que el objetivo es que no solo se trasmitan a las nuevas generaciones los “hechos de los hombres”, sino también los de las mujeres.
¿Cuál es el panorama al que nos enfrentamos hoy en materia de igualdad? Nos encontramos en un momento crucial, apasionante, las mujeres exigen igualdad y están dispuestas a conquistarla.
A las mujeres a menudo nos dicen eso de que qué más queremos, que hemos avanzado muchísimo, que ya somos iguales en derechos. Y, por supuesto, solo faltaba que en pleno siglo XXI no hubiéramos alcanzado la igualdad formal. La cuestión es que aún estamos muy, muy lejos de la igualdad real.
Tras una década de visibilidad y conquistas, una gran involución parece amenazar lo logrado estos años por las mujeres, el ascenso de la ultraderecha y el aumento de jóvenes varones que sienten que el feminismo ha llegado demasiado lejos amenazan el avance y están marcando el debate social.
Las próximas confrontaciones políticas estarán sin duda muy marcadas por las demandas del feminismo y los rechazos que suscitan. Las conquistas de las mujeres generan resistencia en muchos hombres, resistencias que empiezan a ser usadas políticamente como en el caso de Trump o de VOX.
No corren buenos tiempos y la reacción campa por doquier, pero frente a esta situación se impone más feminismo.