El desafortunado comunicado del PP de Puertollano

Manuel Valero.- Cuando en una democracia las relaciones entre partidos traspasan la línea de la confrontación política, y lo que es normal y consustancial al sistema se convierte en un cruce de insultos o ironías que tratan de zaherir, incluso desde lo personal, al adversario, quiere decir que los representantes de los ciudadanos han decidido fajarse en este clima de polarización que nos aturde, en lugar de comportarse como empoderados que tienen una responsabilidad pública tanto en el gobierno como en la oposición.  A estas alturas de más de cuarenta años de libertades se supone que todos ellos saben que el gobierno es interino y que permanecer o no en él  depende de la voluntad popular.

El PP de Puertollano ha sido desafortunado en su último comunicado en el que califica al PSOE de ”organización criminal según algunos juristas”. Además de ser un desacierto que desmorona cuanto tuviera de razón el citado comunicado contribuye a avivar ese enfrentamiento cainita que sacude a la clase política. Dicen los sociólogos que una clase política que practique la saludable gimnasia de la tolerancia acaba influyendo en el pueblo sin dejar por eso sus diferencias. Es decir, si los políticos se encaran de mala manera azuzados por el rencor de no verse en el poder o por ejercerlo como vendetta, ese enconamiento se propaga por la sociedad civil  y se retroalimenta. No es saludable ver en quienes deben atemperar ánimos cómo recurren al insulto, la descalificación, al desafecto personal y, porqué ocultarlo, incluso al odio hacia el que consideran enemigo.

En mis más de treinta años de ejercicio periodístico que afortunadamente sigo ejerciendo en este medio, nunca como ahora he leído y oído tanto una palabra que debe ser desterrada de la acción política democrática: odio. Como tampoco he tenido la oportunidad de leer o escuchar a un partido llamar criminal a otro. En España hubo un partido criminal y eran los batasunos y sus marcas, hasta que se aprobó la Ley que los ilegalizó. Hoy son legítimos y apoyan al gobierno aunque moralmente obligue a muchos a apretar los dientes. Ya dirán las urnas.

Me temo que la clase política local que nos representa en lugar de hacerlo desde los verdaderos principios democráticos se enreden en comunicados ofensivos que acentúen en lo local la insoportable tensión que genera la política nacional en este caleidoscopio que nos ha colocado al borde del surrealismo. Los gobernantes locales y sus oposiciones tienen la obligación de atemperar los ánimos en la medida que se pueda y tratar de desentenderse de la polarización general.

Si los socialistas siguen a su líder es problema de ellos y ya dirán los electores cuando haya urnas qué piensan de esta legislatura casi distópica, pero tildar de criminal a un partido solo porque una afiliada desde su punto de vista defienda a Pedro Sánchez (no al marido de Begoña), y las inversiones de Gobierno y Junta en Puertollano, no ayuda a la templanza sino a traer a lo local el enconamiento que contamina los niveles nacionales.  Y no son criminales los concejales de Puertollano con quienes los populares comparten actividad política en la rutina de la acción municipal.

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