Las fiestas escolares de los niños y Manuel Hidalgo

Jesús Millán Muñoz.- Es una cosa curiosa que en todo centro escolar, público o privado se celebra al menos, una fiesta cada año. Es curioso que los articulistas salvo excepciones no toquen ese tema.

Es cierto que en décadas anteriores, casi siempre estaban centradas en colegios concertados o privados, menos en los públicos. Pero desde hace unos lustros, no sé cuántos, desde las escuelas infantiles, antes llamadas guarderías hasta los centros universitarios, casi todos disponen de una fiesta al menos, cuando no dos o tres. Que si las Navidades, que si las Fiestas particulares de esa entidad, que si el final de curso. En fin, incluso se producen esos ritos o rituales casi, los antropólogos y sociólogos nos pueden dar luz e ilustrar y conceptualizar los procesos vitales y biográficos y existenciales, de pasar de una etapa de la vida a otra.

Uno, que además de pasar por su aprendizaje propio en distintos niveles de enseñanza y en distintas edades y etapas de la vida, pues después ha tenido que estar presente, en la medida que ha podido, en los descendientes primeros, y, ahora en el descendiente segundo –o segunda generación-. Pues ha ido viendo como las fiestas se han ido instalando cada vez más en el corazón de los seres humanos. Y, vuelvo a reiterar, es para mí, una sorpresa que de los cientos o miles de articulistas de opinión o personales o literarios, que siempre están buscando temas, no citen este, o este se toque como tema excepcional. Aquello de los temas temporales y cíclicos que tanto se habla: que si las vacaciones, que si las Navidades, que si lasCastañeteras del Retiro –así, técnicamente se denomina a esa clase de temas, y, quién entiende un poco de este toreo y futbol del articulismo, ya sabe a qué se refieren-.

Cuando asisto a una de estas fiestas de colegios o de la enseñanza, que por lo general, siempre preparan alguna micro-obra de teatro, aunque sea de dos minutos, incluso los más pequeños de tres y cuatro y cinco años, hacen una especie de cuento, que es una invención, diríamos de todo y de la historia. Si es en tiempos de Navidades pues del Niño Jesús, si es en otro periodos, pues según las fiestas patronales o fin de curso o de las graduaciones –y, se ven por la calle, adolescentes y adolescentas vestidos como mayores, es como un rito de iniciación a la adultez, y, quién sabe si al amor y amar y ser amados-.

Es más, ahora en los centros escolares hay como una lucha, en esas fiestas de Todos los Santos, con matices y colores, que no a todos les gusta, estas importaciones endoculturales del mundo anglófilo, pues se está desarrollando que vayan vestido de angelitos y de santos y santas… ¡En fin, la dialéctica cultural…! ¡Cierto, por si creen que todo me parece lo mismo, creo que es mejor vayan vestidos de angelitos, que no de esos rostros saliéndoles sangre con diez colmillos y con figuras negras…! ¡Quede dicho…!

En estos últimos años, que ya en más en plenitud y pleno y lleno me he insertado en la mar del articulismo de opinión, siempre me he dicho, porque no hago un artículo sobre ese tema, sobre lo general, como es éste, o sobre el particular, alguna fiesta escolar concreta y, ahora sobre mi descendiente de segunda generación, por decirlo de alguna manera.

Y, bueno, si juntamos con este viaje por el articulismo que estamos realizando y construyendo, me he encontrado una columna de Manuel Hidalgo Ruiz, notable periodista, articulista, novelista, hombre de los medios de comunicación, que publicó el 22 de junio de 1993, una titulada El comentarista, que nos comenta su experiencia propia en este tipo de acontecimientos, y, su relato de su hijo en una de estas fiestas escolares, no pondré el nombre de hijo por respeto, pero supongo que ya será mayor, y, ya nuestro articulista, ahora le toca ir, supongo e imagino como abuelo a estas realidades culturales –algo así, como él comenta que estaba junto a él, un abuelito, y estaba lleno de emoción…-. Quizás, ese refrán castellano más antiguo que el mear –miccionar-, pero es mejor indicar mear: “los padres educan a los hijos, los abuelos los deseducan”, ya sé que es falso, pero también es algo verdadero…

Uno, que tiene el virus de las enfermedades académicas, por haber estado tantos lustros y en diversos lugares como alumno, uno se pregunta si habrá tesis doctorales que estudien y analicen el fenómeno de las fiestas y festejos escolares, a y en todos los niveles. Si habrá estudios académicos que estudien en general, o desde distintas disciplinas, artísticas, literarias, religiosas, culturales en general, filosóficas incluso desde los medios de comunicación. Me pregunto, si igual que en Semana Santa se hacen mil reportajes, mil elevando a cien, en todos los medios de comunicación, también todas las Vacaciones, todas las Navidades y todos los acontecimientos –no me gusta la palabra eventos- culturales, pues me digo a mi mismo, si no se deberían insertar de vez en cuando, cuñas de las fiestas de los niños, adolescentes, y, todos los demás ojos y voces y bocas de las generaciones futuras. Ahora serán niños y niñas y adolescentes y adolescentas, pero mañana serán los que lleven la carga de la pequeña o gran historia de la civilización. Serán los que tengan que recoger el testigo y sembrar el trigo…

Me digo yo, este modesto artículo contribuirá a que los medios de comunicación buceen en esta fuente de riqueza cultural e información y calor humano, que son estos niños y niñas, por poner una edad, de cuatro años, que recitan una frase en la fiesta de navidad, en los cientos y miles de colegios existentes en este terruño ibérico, tan antiguo con tantos nombres, uno, uno de ellos la Piel de Toro. Hoy, mi homenaje a todos esos niños y niñas y adolescentes y adolescentas de los miles de centros escolares de este mundo y planeta. Paz y bien.

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