La Inteligencia artificial y yo

Manuel Valero.- No les voy a ocultar la grata sorpresa que me llevé cuando años atrás al teclear mi nombre en el buscador Google por simple curiosidad, aparecí en la Wikipedia con una escueta biografía y un listado de mi obra publicada. No salí de mis asombro porque yo no tuve nada que ver en que apareciera mi modesta producción literaria en la Biblioteca de Alejandría de la Santa  Tecla. Poco tiempo después volví a teclear mi nombre y yo seguía allí, como el dinosaurio de Monterroso o sea, en la Wiki, con unas líneas más de biografía y con obra añadida, pues la primera vez aún no se habían publicado obras que andaba escribiendo. A día de hoy en que he vuelto a entrar, y ahora les explico por qué, veo que efectivamente están todos mis libros excepto el libreto que escribí para el musical Plinio y la banda menguante sobre un caso a resolver por el sabueso municipal tomellosero. De modo que deduje que alguien tuvo que incluirme e ir actualizando. Supongo, pues como digo nada removí para mi presencia digital ya que soy más bien un usuario elemental, muy elemental, a quien se le trastabillan las teclas a poco que se complique la operación.

Pues bien, esta misma mañana he hecho un prueba con una aplicación de Inteligencia Artificial azuzado por gente a la que quiero. Confieso también cierta inquietud que me embarga ante lo que uno lee de científicos expertos y la posibilidad de que se nos vaya de las manos. Debo reconocer que la IA me empezó a caer mal cuando asistí a una prueba insólita: la escritura de un relato introduciendo como base argumental una par de detalles y como marco temporal  el siglo XIX. Quedé impactado porque el texto no era una joya literaria-tampoco lo era el pestiño en prosa redaccional de El Cógido da Vinci– pero podía leerse con cierta convicción. En una segunda lectura e incluso una tercera ya detectabas un sutil artificio, similar a las jugadas de fútbol que se reproducen en los video juegos con los rostros de los jugadores más famosos y emblemáticos. En definitiva, que cualquiera puede mandar a la IA a escribir una novela y luego, imprimirla y ponerle su nombre. Y me asaltó una duda. ¿No recurrirán a este método las grandes editoriales y sus escritores/as de cabecera?   Eso me acabó de desbaratar, conocedor como soy, y como lo es toda persona que escriba de lo que cuesta culminar un proyecto para que en diez minutos una máquina te vomite 250 folios sin esfuerzo alguno.

El camino de la novela bordea el gozo y el sufrimiento. Quien es escritor, insisto, lo sabe. Claro que por otra parte el mundo editorial necesita una auditoria moral a libro abierto, si bien tampoco es necesario porque como vengo sosteniendo, la Literatura con L mayúscula hace años ya que sucumbió ante el libro comercial, impersonal, de usar y tirar que no deja huella, libros de playa con el argumento oportunista de un tema de moda. Entre premios que son estafas y que tres eran tres los hombres de Mola, lo mismo da que el libro lo escriba la IA o su porquera o el negro de plantilla, suplantado groseramente por la Inteligencia xenófoba sin que nadie repare en ello. Revindico los negros autores anónimos de los blancos y blancas promovidos por la tómbola editorial.    

 A lo que voy. Le digo a una aplicación de IA que analice la obra Balneario del escritor Manuel Valero. Y en menos de dos segundos aparece el texto con profusión de detalles… pero ¡albricias! con más errores de lo esperado. Para empezar me dice que nací en 1949 y que Balneario era el lugar de reposo de un pueblo minero cuando en esa obra no se hace mención a una minas que aún no se habían descubierto. Y se refiere a Balneario como una de las novelas de la triología sobre la historia novelada de Puertollano. Obvia así la más voluminosa El esplendor y la ira que transmuta trilo por tetra. No me enojó ya que es la constatación de que si el hombre no es perfecto nada de lo que proceda de él lo puede ser. En cualquier caso y llegados a este punto, en lo tocante al sector concreto editorial es preferible un libro escrito sin alma que un libro escrito por desalmados, salvo que sean los propios desalmados quienes los encarguen a la IA.

PD.- Con tinta y tintero y a mano habría que escribir. No quedaría ni uno en condiciones. Vamos, ni yo.

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