La otra incomprensión del comercio

El poemario de Juan García Hortelano La incomprensión del comercio (1995), de nombre tan premonitorio como sorprendente tras su publicación póstuma, cobra una actualidad palpitante con los últimos movimientos detectados en nuestra filas de abandonos y velocidades –como las alas del caduceo de Mercurio–. Por más que la rareza del título del poemario horteliano, solo palpite en piezas como Economics consequence of the peace o La carne de pollo es más barata. Casi al mismo tiempo que Escolástico González citaba la desaparición de la franquicia de Massimo Dutti (La Tribuna, 3 febrero 2025), que ya traía causa de cierres anteriores de tiendas del Grupo Inditex, como Zara Home y Oysho; se anunciaba tres días más tarde, el cierre de los tradicionales almacenes Jarlins, tras 75 años de presencia comercial, con un excelente reportaje gráfico de Tomás Fernández de Moya en La Tribuna, sobre lo que se va y desaparece: mecerías, colmados, figones, tiendas añejas y ‘Coloniales y Ultramarinos’. Un recuento de extinciones y desapariciones que podríamos ampliar de forma imparable, como ya hiciera Alberto Corazón en su trabajo sobre a iconografía comercial de Madrid, El sol sale para todos (1979). Que ahora, es ya más bien, el sol se pone para todos. Dando cuenta, con ello, que no solo cierran franquicias sino también desaparecen establecimientos tradicionales, en una demostración del cambio profundo que se está experimentando en nuestros días. Como ha relatado días pasados, Alberte Pereira con su ensayo fotográfico en El País, sobre la extinción y caída del comercio en Galicia y Portugal, que ha denominado Obsolescencia, mostrando la universalidad del problema que ya tuvo sus antecedentes. De tal suerte que el debate sobre la perdida de actividad comercial actual –tiene, por cierto, un largo recorrido sin que hayan adoptado soluciones cabales– ha llegado al ayuntamiento de Ciudad Real, con propuestas tan sorprendentes como las deslizadas desde los bancos municipales. Bajar los alquileres de locales comerciales, dicen unos –como si ello estuviera en la mano del consistorio– y promover el relevo generacional, cuentan otros, dictando una rara ley sucesoria.

Sin ánimo de clarividencia, tengo que decir que ya en 2012 en el trabajo del centenario de la Cámara de Comercio e Industria de Ciudad Real, ya avanzaba posiciones y aclaraciones sobre la desaparición de la estructura comercial, en el texto que denominaba Las cenizas del comercio. Donde se precisaba el salto imparable –como el fuego incontenible que produce cenizas– desde los primeros años del siglo XX a la situación abierta con la globalización en canal, y el comercio electrónico ya en el siglo XXI. Por ello relataba que: “De todo ello, de todo ese complejo amalgamado, iluminado, cristalizado, refrigerado y diseñado, la faz del Comercio giró sobre sí misma, para verificar el triple salto mortal. Salto de su desubicación, de su desmaterialización y de su transubstanciación invisible. Desubicación, dando paso de los locales comerciales y calles comerciales [un recuerdo al texto de Cecilio López Pastor, Ciudad Real: medio siglo de su comercio (1986), hoy a todas luces incomprensible] a los refulgentes Centros Comerciales, alojados en periferias urbanas anónimas e intercambiables y ubicables hoy ya en el Reino del Ocio. Desmaterialización a través de la desaparición del comercio de toda la vida, a manos del permanente Made in China, capaz de fagocitar todo lo precedente y destruir el artesanado local y el pequeño comercio. Y transubstanciación, desde que apareció esa suerte de cadena de clones que atiende al nombre de Franquicia”. Razones que se adensan en el texto publicado con motivo de la exposición Erase una vez el comercio en Ciudad Real. 1954-1966. Publicidad Salas, que denominé explícitamente Materialidad, transparencia, electrificación, (Miciudadreal 20 noviembre 2024).

Otros textos dispersos anteriores, también centran el diagnóstico visible del declive comercial. Como ocurría con la recuperación del relato de 2000 Experiencias modernas, en el semanario Lanza (29 enero 2022). “En ese afán por actualizar calles y nombres de calles, de renombrar edificios y de olvidar viejos comercios, hemos sobrevivido a aquellas calles y sus nombres en las que discurrimos como fantasmas, sin saberlo… ‘Olvida viejos comercios’ como si ello fuera posible…Locales de esas calles, que cerraron o se trasladaron o desaparecieron, como todo y como todos. El flipper del bar Garrido, los dulces de Mullor, los helados de Morán y Sirvent en la Plaza, los vinos blancos con sifón de la bodeguita de Paco Valencia, la tienda misteriosa roja y negra de mármoles y maderas de Barrenengoa en la calle Calatrava, y enfrente la Editorial Calatrava con el armario forrado enteramente con programas de mano de cine y un olor indefinido a papel y a tintas que se acumulaba en ese tramo de calle con la Tipografía Alpha y la Imprenta Minerva. Las decoraciones de Martínez Germay para Aspa, de Claudín para el Bar Las Lagunas, de Alfredo Calatayud para el Trini Avenida, los muebles de Los Certales para el Gobierno Civil, de Pérez Castilla para Malvarrosa o Boliche. Las tiendas elegantes con surtido de coloniales y ultramarinos, con olor a café molido, a aceitunas aliñadas y a canela, tales como Barrenengoa, Casa Fernández, La Pajarita y La Chabola. O la inauguración estruendosa en 1956 de Roszuri, con un texto publicitario encantador y cuajado de puntos y comas para dar más importancia a todo lo expuesto. “La elegancia y el mejor gusto; la sencillez de líneas; el sentido de las proporciones; el estilo moderno; los mármoles; el alabastro; las flores; las luminosas vitrinas; los amplios y visibles escaparates; la pintura viva y en contraste de matices; la suntuosidad; la luz y la más artística inspiración, se han conjugado para que Ciudad Real cuente con un establecimiento soberbio y único por su depurada elegancia en toda la extensión de la provincia. Esta firma además de dedicarse, como siempre a la venta de bombones, caramelos y frutos secos, nos ofrece ahora la sugestiva y bien montada sección de pastelería. Sección esta que, con tan solo dos días de antelación, cumplimentará gustosa cuantos encargos se le hagan. ¡Los sibaritas del paladar están de enhorabuena!”. Hoy más que ayer, pero menos que mañana. 

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