El CEDOBI. 1996. Homenaje en España (11)

Otoño de 1996. Vienen a España cientos de brigadistas para recibir el homenaje organizado por diferentes entidades e instituciones. Han tenido que pasar seis décadas, pero vuelven y saben que oficialmente son considerados “Voluntarios de la Libertad”. Se trata de celebrar el sesenta aniversario de su llegada en 1936, con actos que se desarrollan en toda España, con importante participación institucional y colectiva, también con oposiciones y reticencias. En conjunto solo visitan Madrid, Albacete y Barcelona. Algunos grupos van a otros lugares, como Burgos, Guernika, Mataró o Santa Coloma de Gramanet (Gramanet del Besós desde 1937 hasta el final de la guerra).

Ni presidente ni vicepresidente primero del Congreso, como ya se ha visto, reciben a los brigadistas. Desde luego, tampoco el presidente del Gobierno, José María Aznar López. Tampoco, por supuesto, el rey franquista, Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón, tan dado a hablar de reconciliación. El escritor Antonio Muñoz Molina escribe al respecto, con ironía, que “su incesante ejercicio de responsabilidades históricas no le deja ni unos minutos para estrechar la mano de algunos de aquellos viejos que vinieron a defender una cosa tan antigua y remota como las libertades civiles agredidas por la máquina militar del fascismo” (“Mis compatriotas”, El País, Madrid, 6-11-1996). 

Todo empieza en una sesión plenaria del Congreso (Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, Madrid, 28-11-1995). Se presenta una proposición no de Ley, firmada por los Grupos Parlamentarios Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, Vasco (PNV) y Socialista del Congreso, relativa al reconocimiento de la nacionalidad española por carta de naturaleza a los brigadistas internacionales. Así se recupera la promesa de Juan Negrín López (1892-1956), presidente del Gobierno durante la Segunda República, de otorgar la nacionalidad española a esos antiguos luchadores extranjeros.

Por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, interviene María Ángeles Maestro Martín. Tras hacer una documentada fotografía de los que llama Voluntarios de la Libertad, insta al Gobierno a ofrecer a los supervivientes de las Brigadas Internacionales la nacionalidad española, homenaje póstumo para la inmensa mayoría de ellos, tardío, pero “reconocimiento al fin del ejemplo imborrable de dignidad y de internacionalismo que ellos y ellas construyeron, eligiendo la lucha por la libertad y la justicia en nuestro país como primer bastión del combate contra el fascismo, frente a la ceguera y el oportunismo de los gobiernos, y escribiendo con sus vida y con sus muertes uno de los más hermosos ejemplos de la capacidad de los pueblos de escribir la Historia”.

Después, por el  Grupo Vasco (PNV), toma la palabra Joxe Joan González de Txabarri Miranda; por el Grupo Socialista, María Dolores Pelayo Duque; por el Grupo Catalán (Convergencia i Unió), Salvador Carrera i Comes; y por el Grupo Popular, Leocadio Bueso Zaera. Efectuada la votación, se produce el siguiente resultado: 286 votos emitidos, 284 a favor y dos abstenciones.

Y continúa en la primavera de 1996. Un comité coordinador, con representantes de una docena de organizaciones españolas de antiguos combatientes y prisioneros de guerra, decide invitar a los veteranos a venir a España del 4 al 12 de noviembre. Gabriel Jackson, historiador e hispanista estadounidense (“La visita a España de los brigadistas”, El País, Madrid, 28-9-1996), escribe que en ese momento hay entre 500 y 1.000 brigadistas todavía vivos, todos con los ochenta ya cumplidos y en muy diferentes condiciones de salud y capacidad para viajar. Desde abril, el Comité reúne información concreta en 35 países sobre su intención de aceptar la invitación, que incluye todos los gastos de hotel, transporte y comidas en España.

Primero es Madrid, ciudad a la que arriban unos 370 brigadistas. El domingo, 7 de noviembre, terminan los tres días del homenaje organizado por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales en la capital. El primer día se produce la inauguraron de un monumento a las Brigadas en la localidad madrileña de Arganda y después asisten a un acto en la Universidad, con más de 400 jóvenes. En la comida, un emocionado Julio Anguita González (1941-2020), coordinador general de IU, dice en su discurso “Fuisteis los románticos, los héroes de una causa justa, los luchadores de la libertad. Hoy, vuestro ejemplo sigue siendo un ejemplo de esa solidaridad cada vez más necesaria” (El País, Madrid, 6-11-1996).

Organizado por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) y Zeca (Centro de Canción), que cuentan con el patrocinio de la Comunidad de Madrid, la noche del día 5 reciben el homenaje del mundo de la música y la poesía en un abarrotado Palacio de los Deportes, con miles de personas en el exterior. La presidencia de honor es del poeta Rafael Alberti Merello (1902-1999) y colaboran, entre otras muchas personas, Antonio Buero Vallejo (1916-2000), Francisco Rabal Valera (1926-2001) y Antonio Gala Velasco (1930-2023). Presenta el actor José Sacristán Turiégano y actúan Paco Ibáñez (Francisco Ibáñez Gorostidi), Juan Antonio Labordeta Subías (1935-2010), Carmen Linares (Carmen Pacheco Rodríguez), José Menese Scott (1942-2016), Imanol Larzabal Goñi (1947-2004) y Quintín Cabrera (1944-2009). Y allí están personalidades como el poeta Fernando Macarro Castillo, más conocido por el seudónimo de Marcos Ana (1920-2016); los líderes sindicales Nicolás Redondo Urbieta (1927-2023) o Marcelino Camacho Abad (1918-2010); o los historiadores hispanistas Paul Preston o Gabriel Jackson (1921-2019), etcétera, etcétera.

El día 6 tiene lugar la visita al Congreso de los Diputados. Concurren todos los brigadistas, no sólo una representación de diez de ellos, como pretende el vicepresidente Enrique Fernández-Miranda y Lozana, que no asiste, como ya se ha visto. Los “legendarios ancianos”, según escribe Muñoz Molina en el artículo citado, se convierten en viejos intrusos y molestos para el PP. Aunque en principio es favorable a la concesión de la nacionalidad española, el PP prefiere hacerlo en silencio, de tapadillo, con las mínimas referencias a la guerra civil, con la menor presencia pública de los voluntarios de la Libertad, sin menciones al altruismo de las Brigadas Internacionales. 

El día 8 de de noviembre el diario de Prisa incluye editorial dedicada a los brigadistas, con el título de “¡Volved!” (El País, Madrid, 8-11-1996, p. 16). Aunque, evidentemente, salva la cara del rey castizo, del monarca campechano, al que no se alude en ningún momento, se extiende la crítica al partido conservador en estos términos: “La ausencia del presidente y del vicepresidente primero del Congreso, ambos del PP, en uno de los actos más significativos de la visita es mucho más que una anécdota o una descortesía. Es un bochorno. Sobre todo, cuando este contragesto se ha extendido a otros dirigentes conservadores: tampoco la ministra de Justicia, Mariscal de Gante, encontró hueco en su agenda para hacer entrega de los certificados de ciudadanía; ni siquiera el Ayuntamiento de Madrid aceptó darles el título de hijos predilectos por su defensa de la ciudad. Tanto afán en enseñar sus indignidades no puede tener otra justificación que la de presumir de ellas ante sus próximos, biológicos o políticos. No sería de recibo que con tales desplantes hayan querido decir a los brigadistas –y a todos nosotros– que aún conservan el rencor hacia ellos y los valores que representaban, o que así han dado rienda suelta al espíritu de venganza que demostró la derecha durante los cuarenta años del franquismo. Será que les pareció poco”.

Tras la visita a Albacete, el día 10 los viejos brigadistas llegan a Barcelona. Con similares muestras de cariño por parte de la sociedad civil, institucionalmente la situación es muy diferente a la de Madrid. Cataluña recibe a los brigadistas internacionales con los máximos honores (La Vanguardia, Barcelona, 10-11-1996). En la recepción oficial que se produce en el Parlament de Catalunya intervienen Joan Reventós i Carner (1927-2004), presidente de la Cámara, Manuel Royes i Vila, presidente de la Diputación, Pasqual Maragall Mira, alcalde de Barcelona, y Jordi Pujol i Soley, presidente de la Generalitat. En nombre de los brigadistas toman la palabra la rusa Adelina Kondratieva y el cubano Tamayo.

Además de otros actos, medio centenar de brigadistas, en su mayoría alemanes y austriacos, visita el Hospital de Mataró. Y otro grupo acude a un centro educativo de Santa Coloma antes de despedirse, con cuatro horas de retraso (“Lección de Historia”, La Vanguardia, Barcelona, 12-11-1996). Sesenta años después, escribe Jaume V. Aroca, el anciano brigadista Vlassi, que alcanza después de la guerra española el grado de general del Ejército soviético, sube al escenario de la sala de actos del instituto Puig Castellar para hablar: “Tengo la sensación de estar en la casa en la que uno nace y vive toda su vida”. Y luego añade: “En nuestro corazón siempre estaremos juntos, toda la vida que nos queda”.

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