“El totalitarismo es una actitud eterna de las formas de poder, que puede llegar a ser […] un totalitarismo más total en determinadas sociedades y sistemas. Y la libertad individual es una condición o necesidad por la cual debemos luchar todos los días en todas las sociedades, incluso en las que han proclamado ser más libres y abiertas”.
LEONARDO PADURA FUENTES
(Escritor cubano)
En los últimos tiempos, llama la atención que como tema habitual en muchas de las novelas que se han publicado en España, aparezca el fenómeno de los totalitarismos que surgieron en la primera mitad del siglo XX. Quizás sus autoras, —porque son mayoritariamente mujeres quienes las escriben—, han entendido que dada la situación actual, en la que las veleidades totalitarias se han puesto de moda, es necesario recordar las consecuencias que produjeron aquellos regímenes en muchos ciudadanos de a pie.
Me estoy refiriendo al régimen comunista de la entonces Unión Soviética y al régimen nazi en Alemania. Pero también a otros regímenes autocráticos, como el surgido tras la guerra civil española o el de la República Democrática Alemana. Aunque habría que incluir, además, las restricciones de derechos civiles de los ciudadanos que, tras la Segunda Guerra Mundial, se produjeron en algunos países adalides de la democracia liberal, como ocurrió en los Estados Unidos de América hasta la llegada de John Fitzgerald Kennedy.
Creo que estas novelas pueden contribuir a que la sociedad actual tome conciencia de las situaciones indeseables que se produjeron en aquel pasado no tan lejano y que, de repetirse, generaría la restricción de libertades individuales. A un filósofo español afincado en los Estados Unidos, George Santayana —casi desconocido en nuestro país—, se atribuye la famosa frase: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Conocer la historia es la mejor manera de evitar repetir los errores.
En 2024, se publicaron varias novelas de gran éxito, que han gozado de las bendiciones de la crítica. De todas ellas, yo destacaría dos. “El niño que perdió la guerra”, de la exitosa autora, Julia Navarro; y “Victoria”, de Paloma Sánchez-Garnica, con la que obtuvo el Premio Planeta 2024. Ambas tratan, entre otras cosas, de la desgarradora separación de las madres de sus hijos cuando son niños de corta edad. Y nos muestran cómo, pese a todo, esas mujeres fueron capaces de sobrevivir con la persistente idea de recuperarlos.
“El niño que perdió la guerra”, nos cuenta como cuando finalizaba la guerra civil española, un niño de apenas cinco años es arrancado de los brazos de su madre, para llevarlo, —por deseo de su padre—, a la Unión Soviética en la que entonces gobernaba Stalin. En Moscú es acogido por la familia del militar que lo ha trasladado, donde es recibido y cuidado como si fuera su propio hijo. Allí vivirá influido por las aficiones de la madre adoptiva: su amor por la poesía y la música, lo que le llevará a ser considerada sospechosa.
Aquella madre de acogida, con sus aficiones culturales antipatriotas y burguesas a los ojos del poder y de la opresión estalinista, acabará rebelándose contra la injusticia, la miseria, la ausencia de libertad y el Gulag. La madre biológica padecerá la represión del nuevo régimen en España, aunque manteniendo la ilusión por recuperar a su hijo perdido y nunca olvidado. Ambas mujeres serán víctimas de regímenes de ideología totalitaria, pero de distinto signo político. Circunstancia que impedirá la comunicación entre ambos mundos.
En “Victoria”, se nos cuenta como sobreviven la protagonista, su hija y su hermana en un Berlín destruido recién terminada la Segunda Guerra Mundial. Nos relata cómo se gana la vida cantando por las noches en un club nocturno para mantener a su familia, mientras trabaja en un sofisticado sistema de cifrado de mensajes. Un chantaje sin escrúpulos por parte de los rusos obligará a Victoria a viajar sola a Estados Unidos, —separándose así de su hija de corta edad que quedará con su hermana—, donde se casará con un exmilitar.
Allí descubrirá que la que parecía la sociedad más democrática del mundo esconde un poso de racismo e injusticias sociales; la presencia activa del Ku Klux Klan en algunos estados sureños; así como las purgas que lleva a cabo el cuestionado senador McCarthy. Es una buena novela en la que los resentimientos, el dolor por la separación y la pérdida, así como las decisiones difíciles que deben tomar para seguir vivos, serán superados gracias al coraje de unos personajes que luchan denodadamente por defender lo que más quieren.
También en 2024, se han publicado otras obras que abundan, total o parcialmente, sobre estos mismos temas. Como “La pasadora” de Laia Perearnau o “Me piden que regrese” de Andrés Trapiello. En todas ellas se nos muestra el terror que producen a los ciudadanos estos regímenes totalitarios en periodos en los que hay conflictos bélicos, o cuando se han producido recientemente.
Pero la condición humana es capaz de superar esos momentos a través de las emociones y sentimientos de sus protagonistas que los hacen resurgir.