Demasiados Jedi

Ramón Castro Pérez.- La política persigue trasladar un mensaje interesado hacia las masas con el fin de inducirlas a creerlo a pies juntillas, en oposición a los diferentes. Para ello, utiliza acólitos como eslabones de una cadena que transmita las ideas, ya convertidas en dogmas excluyentes. Los debates se han espaciado en el tiempo lo suficiente como para permitir que las trincheras se conviertan en sepulcros inexpugnables para el raciocinio. Para cuando se celebran, ya nos odiamos entre nosotros y, por eso, gritamos en defensa de la verdad, la libertad y la democracia, una en la que no cabéis el resto pues sois sus enemigos. Yo no debato con quien no se deja la piel trabajando por los demás, con quien no siente un profundo dolor por los desfavorecidos, con quien niega mis axiomas, justos y necesarios, los cuales defiendo a capa y espada, con lealtad hacia la verdad.

La política, que era un arte, se asemeja a una falsa religión, pues no toca el alma, ni trasciende de lo mundano, ni posee espíritu al que confiar nuestro destino. Por el contrario, muestra una fe ciega en la aversión al prójimo, no perdona sino condena, persiguiendo su destrucción para erradicar el mal, asegurando, de una vez por todas, la paz en la galaxia. Demasiados Jedi y un vacío en el lado oscuro haber parece, sin que reclamado sea.

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