Cuidemos la vida, también en el trabajo

Comuniado de la delegación de Pastoral Obrera de la diócesis de Ciudad Real ante la creciente siniestralidad laboral en la provincia.– La delegación de Pastoral Obrera de la diócesis de Ciudad Real quiere mostrar su dolor y consternación por la angustiosa realidad de la siniestralidad laboral en la provincia de Ciudad Real.

No podemos mantenernos indiferentes ante los datos crecientes de la siniestralidad laboral durante 2024, datos que no son números sino personas y familias: 16 personas fallecidas, un repunte respecto a 2023 insoportable para cualquier sociedad que quiera tomarse en serio el cuidado de la vida humana.

En muchas ocasiones, las muertes en el trabajo son ignoradas, normalizadas e invisibilizadas. Vivimos de espaldas a una tragedia que tampoco está presente en las agendas políticas. Además, esta lacra tiende a ser percibida como meros episodios individuales consecuencia de la fatalidad o incluso de la negligencia de los propios trabajadores.

Sin embargo, la falta de salud en el trabajo y la siniestralidad tienen que ver mucho con la precariedad laboral, los ritmos de producción impuestos o con el incumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en las empresas. Por tanto, es un problema social que reclama respuestas y soluciones concretas y eficaces, porque cada vida importa. La vida es lo más sagrado de nuestros bienes, también en el trabajo: “La vida humana (…) es una realidad sagrada, que se nos confía para que custodiemos con sentido de responsabilidad” (Juan Pablo II, Evangelium Vitae 2). Es fundamental, por tanto, que la persona sea el centro de las relaciones laborales pues, “ante todo, el trabajo está «en función del hombre» y no el hombre «en función del trabajo».” (Juan Pablo II, Laborem Excersens, 6)

Asimismo, la economía debe estar al servicio de la vida. Sin embargo, en nuestra sociedad vivimos una situación de profunda injusticia estructural que consiste en dar a los bienes producidos más valor que a la persona que los hace posibles. Esto supone la negación de nuestra dignidad como hijas e hijos de Dios al convertirnos en simple fuerza de trabajo, en instrumento del que obtener un beneficio económico.

Por otra parte, el magisterio de la Iglesia insiste en que el trabajo tiene que ser decente, es decir, que cuide de la dignidad intrínseca de cada persona, que sea libremente elegido, ofrezca un salario justo y favorezca proyectos emancipadores de vida. Además, debe ser saludable y proteger contra la siniestralidad laboral, permitir horarios que promuevan la vida personal, familiar o espiritual, que evite la discriminación y favorezca la igualdad, promoviendo la formación y asegurando una jubilación digna. (Cfr. Benedicto XVI. Caritas in veritate, 63).

Consideramos, por tanto, que es imprescindible revertir esta situación de dolor y comprometernos en la defensa de la salud y la seguridad en el trabajo. Para ello, necesitamos:

– Fijarnos en la realidad para descubrir, visibilizar y denunciar estas situaciones de sufrimiento; para concienciar a la sociedad y combatir la indiferencia.

– Acompañar a las víctimas y a sus familias, para que sientan que no están solas.

– Colaborar en un cambio de mentalidad porque estos “sucesos” no son fruto de la casualidad o de la mala suerte. La inmensa mayoría de las enfermedades y accidentes son evitables, si se cumple la normativa.

– Apoyar la labor que los sindicatos y organizaciones empresariales comprometidas llevan realizando a este respecto, defendiendo el derecho a unas condiciones sanas y seguras en el trabajo, fomentando la cultura preventiva y haciendo que se cumpla la normativa vigente.

– Reclamar a las administraciones públicas que velen por el cumplimiento de la legislación laboral.

– Promover, como Iglesia, la defensa de la vida en el trabajo, creando conciencia en nuestras comunidades eclesiales, implicándonos en la denuncia de esta injusticia y apoyando las iniciativas y campañas, como Iglesia por el Trabajo Decente.

En definitiva, queremos hacer nuestro el lamento del papa Francisco en la Nochebuena del 2021: “En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el Trabajo!” y, sobre todo, “esforcémonos por lograrlo”.

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